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Limpieza y saneamiento

Mantener limpias las plantas es muy importante, no solo para mejorar su aspecto, sino también para mantenerlas sanas. Distinguiremos dos tareas: la limpieza propiamenta dicha —básicamente, quitarle el polvo a la planta— y el saneamiento —que consiste en eliminarle las hojas y ramas secas y las flores marchitas—. Ambas labores son sencillas y se pueden realizar en cualquier época del año.

Limpieza

Por supuesto, una planta limpia y con las hojas brillantes tendrá una mejor presencia en nuestro hogar que una planta descuidada y polvorienta. Pero la limpieza también es una medida preventiva ante el ataque de los parásitos y las enfermedades, puesto que el polvo cubre los poros o estomas de las hojas y no las deja respirar, las debilita y facilita la implantación de hongos. Existen distintos procedimientos para mantener las plantas limpias; en todo caso, debemos tener en cuenta las necesidades de cada planta.

 Sacar las plantas al exterior cuando llueve es una de las mejores maneras de limpiar las plantas de interior. Debemos hacerlo en días cálidos y esperar a que haya llovido durante un buen rato, para que la atmósfera quede limpia de polución.

 Es aconsejable establecer una rutina periódica de limpieza manual. Por regla general, una vez al mes es suficiente.

 Para limpiar el polvo podemos utilizar un plumero o bien un aspirador a marcha lenta. Para una limpieza en profundidad, utilizaremos un recipiente con agua clara y nos valdremos de dos esponjas o dos trapos limpios, de manera que cada vez que limpiemos una porción de la planta, enjuagaremos el primero mientras seguimos limpiando con el segundo.

 Debemos limpiar todas las partes de la planta —ramas, hojas y tronco—, ya que el polvo perjudica por igual a todas ellas. Las hojas deben limpiarse por ambos lados y, a ser posible, con dos esponjas o trapos a la vez, pasándolos simultáneamente uno por el haz y el otro por el envés de la hoja, con suavidad.

 Podemos añadir al agua de limpieza aditivos como la cerveza, el alcohol o la leche. Tanto la cerveza como la leche son abrillantadores naturales de las hojas; se pueden aplicar mezclados con una esponja, tras batirlos juntos en un bol. Si después sacamos brillo con un paño limpio, el resultado es fabuloso, especialmente en las plantas de hojas vistosas como los ficus, la marquesa o el filodendro. En cuanto al alcohol, además de limpiar, tiene un efecto desinfectante, así que con su uso cumpliremos dos funciones: la de limpieza y la de insecticida.

 Podemos diluir una cucharada de gel de ducha en un litro de agua y rociar la planta entera con esta mezcla. A continuación, secaremos la planta con un trapo limpio. Además de limpiar, con este procedimiento ahuyentaremos a los parásitos.

 Si las hojas de las plantas tienen manchas blancas, esto se debe al exceso de cal en el agua de riego. Para eliminarlas, añadiremos una cucharada sopera de vinagre a un litro de agua y pulverizaremos toda la planta con el líquido una vez al mes. En adelante, para evitar estas manchas, simplemente utilizaremos agua de riego sin cal y tomaremos la prevención de añadirle unas gotas de vinagre.

 Si la planta está en floración, es mejor no limpiarla. Las flores son muy delicadas y no se deben mojar, y mucho menos aplicarles ningún producto de limpieza.

 Cada cierto tiempo proporcionaremos a nuestras plantas una ducha con agua templada, sobre todo en invierno. Aparte de refrescarlas, la ducha también le sacará el polvo que tanto las afea y perjudica.

 Existen en el mercado aerosoles abrillantadores de las hojas. Debemos limitar su uso a tres o cuatro veces al año; de lo contrario pueden ser perjudiciales. En todo caso, antes de aplicar cualquier producto, debemos quitar el polvo a las plantas.

Saneamiento

Las plantas de interior requieren unas pocas labores de mantenimiento que sirven tanto para asegurar su bienestar como para que luzcan sin defectos y con todo su vigor en nuestras casas. Lo más básico es mantenerlas limpias en todo momento de hojas amarillas, de flores marchitas y de ramitas secas. También es importante cortar las ramas débiles y con pocas hojas y las hojas heridas o enfermas. Estas sencillas medidas requieren poco esfuerzo, se pueden realizar en cualquier momento —aunque las plantas agradecerán la regularidad— y contribuyen en gran medida a que crezcan exuberantes.

 Tan pronto como una hoja amarillee, aunque solo sea por la punta, es mejor que la retiremos rápidamente, ya que es imposible que se recupere. Estas hojas, además de afear la planta, ralentizan el crecimiento de una nueva hoja, de tal modo que su presencia perjudica el crecimiento de la planta.

 También deben cortarse por completo las hojas que presentan las puntas secas, porque ya están condenadas a morir. No tiene ningún sentido cortarles solo las puntas, puesto con esto ocasionaremos a la hoja una herida que la planta se esforzará en curar. Y es mejor que emplee su energía en fabricar nuevas hojas sanas.

 Por la misma razón, cuando por alguna circunstancia se rompe una hoja, también debemos cortarla toda ella, ya que una vez cortado el flujo de la savia, la hoja acabará muriendo. Así evitamos de nuevo el gasto de energía inútil que provoca la herida en detrimento del resto de la planta.

 Es habitual que a ciertas variedades —por ejemplo, los ficus benjamina— se les caiga buena parte de sus hojas por asfixia debido a la suciedad acumulada, de manera que muestran ramas secas sin hojas. Estas ramas peladas son muy perjudiciales para la planta, por lo que debemos cortarlas de inmediato y a ras de tronco. Para que no vuelva a suceder, en adelante, nos esmeraremos un poco más con la limpieza de la planta.

 En las plantas de flores, eliminaremos las flores pasadas y, una vez transcurrida la floración, debemos cortar el tallo floral.

 En plantas como la saintpaulia, el ciclamen o las begonias, es importante recoger cuanto antes las flores ya caídas, puesto que al depositarse sobre las hojas, en pocas horas estas flores muertas son capaces de provocar su podredumbre.

RECUERDE QUE…

A las plantas de interior de hoja caduca también se les caen las hojas en otoño. Así, si una planta pierde parte de su follaje durante esta estación, no debemos darle importancia al asunto. Simplemente debemos preocuparnos de mantenerla limpia de hojas amarillas y secas y de ramas sin hojas.

El cuidado de las plantas de interior

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