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CÓMO CONTROLAR LOS NERVIOS

Sabed que dentro del alma la mayor grandeza existe, y la ventura consiste en saber gozar de calma.

A. LÓPEZ DE AYALA

Si vive angustiado porque sus nervios no le permiten un momento de respiro, no se desanime, ya que toda persona es capaz de controlarlos, de librarse del estrés y de las tensiones. Si decide que usted también se merece reencontrar la calma y la serenidad, lo primero que debe hacer es aprestarse a combatir esos estados negativos con una actitud positiva y optimista en cuanto a los resultados. Ya sabe que debe asumir su responsabilidad, tanto de generarlos como de vencerlos; sin abrumarse con reproches ni con culpas, dirigiendo la mirada hacia el propio interior para aceptarse tal cual es y para ver si le conviene cambiar algún rasgo de su personalidad, o alguna forma de enfocar los comportamientos que puedan ser causantes de esas tensiones que limitan sus posibilidades.

Siempre se puede cambiar, si uno se esfuerza con empeño y de forma decidida y constante. Su vida es responsabilidad propia y de nada le servirá culpar de su desdicha al destino o a las circunstancias. Decídase a actuar y márquese objetivos realistas de salud y bienestar; no se «pre-ocupe», ni se angustie pensando en cómo lo conseguirá, pero ocúpese de llevar a la práctica las pautas a seguir que encontrará detalladamente explicadas en estas páginas. No le voy a agobiar con largos discursos ni con penosas disciplinas que aumentarían su nerviosismo, sino que le voy a indicar las herramientas que puede utilizar para reencontrar la calma sin apenas esfuerzo.

En realidad, voy a indicarle cómo eliminar esos obstáculos que impiden a su organismo –cuerpo y mente– funcionar correctamente, para que pueda abrir la cámara interior de su tesoro. ¿Verdad que para vivir la primera función que debe activar el recién nacido es la respiración? De igual modo, para volver a nacer a una vida mejor, también usted tiene que comenzar por aprender de nuevo a respirar, ya que las tensiones a las que ha vivido sometido hasta ahora han impedido a su organismo renovar su energía con el oxígeno que le aporta la respiración, como verá a continuación.

Respiración, aliento de vida

La respiración es la primera herramienta, prodigiosa y natural, de la que va a aprender a servirse para controlar sus nervios y para recuperar la serenidad. La respiración puede considerarse como el «extintor de los incendios personales» porque en cualquier momento y situación podrá servirse de ella para «apagar» sus nervios descontrolados y tranquilizarse. Las siguientes herramientas que va a aprender a utilizar le servirán para eliminar tensiones y evitar que se acumulen y puedan «provocar el incendio»; es decir, para evitar las causas de algunos de los desastres vitales que acarrean los estados nerviosos negativos. De modo que vamos a conocer algunos aspectos de esta función vital para poder servirnos de ella cuando necesitemos utilizarla como herramienta antiestrés.

Aprender a respirar correctamente es imprescindible para lograr nuestro objetivo de salud y bienestar. La respiración es la primera función del organismo que expresa el estado emocional en el que se encuentra cada uno. Y en las personas estresadas, caso frecuente en la sociedad actual, la ansiedad, aunque sea ligera pero mantenida de forma casi permanente, provoca una respiración rápida y superficial. Estas personas sienten con frecuencia una presión en el pecho, una sensación de ahogo, y su respiración es entrecortada, con ritmo irregular. Todo ello es debido a que las tensiones musculares producen un endurecimiento en el pecho que disminuye la movilidad respiratoria, por lo que se bloquea la respiración y no se eliminan los desechos –los gases tóxicos–. En consecuencia, en las células no queda apenas espacio para absorber el oxígeno del que se ha de obtener la energía, y el organismo se debilita.

Ésta baja absorción de oxígeno tampoco es compensada por el ejercicio físico, ya que se vive de forma sedentaria. Del mismo modo se provoca un espasmo de los vasos sanguíneos, que imposibilita el aporte de oxígeno necesario a los tejidos y la eliminación de las toxinas; el diafragma se endurece y se produce un estancamiento en las visceras abdominales. Si el tratamiento médico se limita a solucionar estas manifestaciones sin eliminar la causa, es decir, las tensiones, el individuo se arriesga a pasarse la vida de un especialista a otro, porque cuando no le duela una cosa, le dolerá otra.

En estos casos, el tratamiento más apropiado consiste en no interferir; en dejar que el organismo respire normalmente, como respira el niño al nacer, cuando el sistema respiratorio no está alterado por las tensiones. Por tanto, hay que comenzar por reaprender a respirar correctamente para poder relajar las tensiones musculares y nerviosas. En realidad, respiración y relajación son indisociables ya que es imposible respirar correctamente y sobre todo profundamente si se está tenso y contraído. Lo contrario también es cierto, es imposible relajarse si se respira mal.

Si bien es cierto que, debido a la interacción que existe entre el cuerpo y la mente, la tensión, la angustia o la ansiedad alteran con facilidad la respiración, es igualmente cierto que, modificando la respiración, también se puede influir con eficacia en el estado emocional y en el comportamiento de la persona. Para solucionar el estrés y los estados nerviosos negativos, el tratamiento debe dirigirse en ambas direcciones para que los resultados sean realmente eficaces. Por una parte, hay que actuar sobre el cuerpo: hay que respirar profundamente al menos durante un minuto cada hora –de este modo también se controlarán los nervios–. Por otra, hay que actuar sobre la mente: hay que mantener conversaciones y diálogos internos constructivos, como veremos más adelante, para aprender a modificar la actitud ante la vida y a relativizar los problemas; para no presionar en exceso al sistema nervioso y poder afrontar así con serenidad las dificultades que plantea la vida diaria.

Respiración y relajación

La respiración, esta función esencial para la vida, demuestra sin lugar a dudas que en el ser humano no se puede tratar por separado el cuerpo y la mente. Si aprende a controlar sus movimientos respiratorios, si aprende a servirse de su respiración, obtendrá innumerables beneficios en su estado de salud general, conseguirá relajarse, los síntomas físicos del estrés desaparecerán y su mente se serenará.

Con tan sólo practicar unos minutos al día la respiración conscientemente controlada, calmará sus nervios, controlará su actividad mental y todo su cerebro se beneficiará. Si está decidido a pasar a la acción, si desea librarse de «sus nervios» de una vez por todas, dedique unos minutos al día a prestar atención a su respiración.

•Todo lo que tiene que hacer es sentarse en una silla y colocar la espalda recta, la barbilla ligeramente dirigida hacia el pecho, dejar los pies apoyados en el suelo y colocar las manos sobre los muslos.

•Comience por observar sus movimientos respiratorios durante unos segundos y después concentre la atención en la salida del aire; procure que, al exhalar, el aire salga lo más despacio posible y, mientras, sea consciente de que está eliminando toxinas y tensiones que el aire arrastra y elimina de su organismo.

•Prolongue la exhalación tanto como pueda mientras le resulte cómodo y espere unos segundos antes de volver a inspirar; después de esta corta pausa, con los pulmones vacíos, inspire normalmente.

Así de sencillo; para comenzar a aprender a controlar sus nervios, la primera y más poderosa herramienta de la que dispone consiste en concentrar su atención en la respiración durante unos minutos, inspirar normalmente e ir prolongando tanto la salida del aire como la pausa que se produce de forma natural entre la exhalación y la inspiración. Puede practicar este ejercicio durante unos cinco minutos y repetirlo dos o tres veces al día si es preciso, en función de su estado nervioso. Asimismo, cada vez que se acuerde y esté donde esté, sentado o incluso andando, puede realizar una o varias respiraciones de este modo para acostumbrarse a respirar de forma relajada; con ello, eliminará tensiones y evitará que se acumulen.

Practique este ejercicio siempre que lo desee, especialmente en los momentos de apuro, cuando sienta que va a «perder los nervios». En estos casos, mientras exhala el aire, repita mentalmente alguna frase similar a ésta: «Me sereno y me relajo profundamente».

ME SERENO Y ME RELAJO PROFUNDAMENTE

Habitualmente = De una a tres veces al día, durante 3-5 minutos.

En los momentos de apuro = Tantas veces como sea preciso.

•Sentado o estirado, adopte una postura cómoda y cierre los ojos.

•Observe su respiración durante unos segundos, sin modificarla.

•Exhale el aire lo más lenta y profundamente posible, consciente de que está eliminando toxinas y tensiones; detenga durante unos instantes la respiración antes de volver a inspirar.

•Inspire normalmente.

En los momentos de apuro, cuando tema «perder los nervios», realice unas respiraciones profundas de este modo y, mientras exhala el aire, repita mentalmente: «Me sereno y me relajo profundamente», u otra frase similar.

Estrés y personalidad

Si desea librarse del estrés y aprender a controlar los nervios, comience por dirigir la mirada hacia sí mismo, en lugar de culpar de las tensiones que padece al exceso de trabajo, a la falta de dinero o a la mala suerte. La forma de ser de cada uno influye de forma importante, tanto a la hora de generar el estrés como a la de combatirlo, ya que el mismo factor externo al que se suele culpar de ser el causante del nerviosismo no produce la misma respuesta en todas las personas.

Hoy se sabe que, aunque existan situaciones graves que, objetivamente, pueden provocar un estrés considerable –como sería la muerte de un ser querido–, es la actitud de cada persona ante un determinado hecho, las diferentes formas de responder ante esa situación, lo que determinará las consecuencias que tendrá ese hecho para cada una de ellas. Así ocurre aun en los casos extremos: lo que a una persona le parece un hecho muy grave para el que no encuentra salida, otra puede no verlo así; o puede valorarlo de forma distinta o contar con más medios para afrontarlo, según sus características personales, su experiencia, la confianza en sí mismo o los apoyos sociales de que disponga para hacerle frente.

Las personas que saben afrontar mejor las situaciones que generalmente provocan estrés suelen tener una característica común: consideran los problemas como un reto y creen que la solución depende de ellos mismos. Se proponen no dejarse vencer por los acontecimientos y, en vez de lamentarse, luchan; son capaces de adaptarse a unas circunstancias inevitables y consiguen encontrar algo positivo en cualquier situación.

No obstante, a pesar de las diferencias personales, hay muchas formas de controlar los nervios y de luchar contra el estrés que son comunes a la inmensa mayoría de las personas. O, mejor, podríamos decir que, para no sufrir estrés ni sus desagradables consecuencias, hay que cumplir con unos requisitos comunes a la inmensa mayoría de las personas y que guardan relación con la salud física y psíquica del individuo.

Por el momento, recuerde que, para disfrutar de buena salud y para no generar estrés, hay que cuidar de forma conjunta la mente y el cuerpo. Algo que no me cansaré de repetir, ya que tratarlos por separado es la causa de que no se solucionen definitivamente los problemas, sean del tipo que sean. En muchos casos la persona, en vez de tomar pastillas que sólo consiguen adormecerle, tendrá que decidirse a modificar su actitud ante la vida o algunos rasgos de su personalidad, aprender nuevos comportamientos y plantearse la conveniencia de relativizar los problemas, para, de este modo, no presionar constantemente al sistema nervioso y poder afrontar con serenidad los conflictos que surgen en la vida, sin tener que pagar con la salud. Para no interferir en el funcionamiento de su organismo, le conviene aprender a controlar los nervios y no generar estrés en lugar de tomar tantos medicamentos y añadir así interferencias químicas. Porque lo único que, en definitiva, le ayudará a vivir mejor es aprender a enfocar de forma positiva y realista los acontecimientos que se presentan a lo largo de la vida.

Para comenzar a eliminar el estrés y a controlar los nervios, hay que conocerse y aceptarse uno mismo tal cual es, y admitir las propias limitaciones para –desde la aceptación– aprender después a superarlas. Ante las circunstancias adversas, hay que ser capaz de adaptarse a lo inevitable, mientras se piensa en la forma de sacar provecho de la situación. Hay que reconocer y relativizar los fracasos o frustraciones, para poder distinguir entre las diversas razones que han podido causarlos; porque es muy importante saber si un fracaso, por ejemplo, ha ocurrido porque el objetivo, aunque realista, se enfocó de forma inadecuada y, en ese caso, se puede intentar de nuevo de otro modo, o bien si el fracaso es la consecuencia de que el objetivo fuese prácticamente inalcanzable o directamente imposible. Uno debe saber distinguir entre la deseable autoestima y la sobrevaloración mágica de las propias capacidades.

Para no generar estrés hay que saber organizar el propio tiempo y las actividades que se realizan; hay que saber mantener la calma y hacer una cosa tras otra. Dar a los problemas la importancia que tengan, sin olvidar nunca que nadie es imprescindible y que todo tiene solución. Se trata de encontraria, y para ello posiblemente hay que enfocar las cosas desde un ángulo distinto. Es muy posible que ahora se pregunte: ¿cómo se consigue todo esto? Muy fácil. Sólo tiene que practicar las indicaciones que irá encontrando en estas páginas a su debido tiempo. Por ahora, utilice su primera herramienta: practique diariamente unos minutos de respiración consciente y, en cualquier momento, para controlar sus nervios, respire profundamente como le he indicado.

Vivir sin nervios

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