Читать книгу También puedes decir "no" - Carmen Pastor - Страница 14
Capítulo 2: ¿POR QUÉ SOMOS COMO SOMOS?
ОглавлениеLos lagartos son muy felices. Su vida es muy cómoda. Nacen y llevan ya preinstaladas todas las estrategias que necesitan para sobrevivir. No necesitan aprender a cazar, a tener relaciones sexuales o a tomar el sol para no enfriarse demasiado, pero nunca aprenderán comportamientos más elaborados que estos.
Los leones son muy diferentes. Hay un tremendo salto evolutivo. Si bien también nacen con determinados repertorios conductuales instalados, su cerebro, extraordinariamente más potente, les permite aprender infinidad de conductas: jugar, cazar o desempeñar papeles dentro de su clan.
Los humanos somos la especie más inteligente de todas las que habitan en nuestro planeta. Aunque mantenemos algunos instintos básicos muy primarios, nuestro cerebro ha evolucionado tanto que somos como somos en función de las experiencias que vivimos. Esto puede resultar paradójico, porque un cachorro de perro sabe nadar, pero un bebé humano, no. Sin embargo, ese bebé se convertirá en adulto y, con la formación adecuada, podrá entender las bases de la física cuántica. Sin embargo, la capacidad de aprendizaje de su amigo canino, aunque nada desdeñable en términos evolutivos, estará muy limitada a aprendizajes básicos.
La manera en que nos relacionamos con los demás no es una excepción, también se aprende.
Este es un punto de extraordinaria importancia. Muchas personas que sufren serios problemas de relación social con altos niveles de ansiedad aún se sienten peor y muchas veces se deprimen por pensar que algo anda mal en ellos, que son individuos defectuosos. Su lógica para llegar a esta conclusión se basaría en la siguiente pregunta: «¿Cómo es posible que si todo el mundo está bien con los demás, yo lo pase tan mal? Algún mecanismo en mi cerebro está estropeado. Soy raro, anormal». El error viene de creer que la sociabilidad es innata, y que por tanto si no se tiene es que ha habido algún tipo de cruel error biológico. Nada más lejos de la verdad. La sociabilidad se aprende. Y a juzgar por las estadísticas, cuesta aprenderla. Aproximadamente el 20 % de la población general padece timidez.