Читать книгу El escalón - Carmen Suero - Страница 12
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ОглавлениеOí tocar las dos en el campanario, aún faltaban horas para que amaneciera, pero ya pocas, el alba iba llegando, como todo llega. Los árboles en el parque de la izquierda, como grandes sombras tapando los edificios a lo lejos, disfrutaban de sus sueños, delatados por la luz de las farolas. Esa luz me hizo sentir como una especie de esperanza en el mundo, que tan absurdo y tonto me parecía a veces.
En el frente, la oscuridad iluminada por la luna llena dejaba ver las siluetas de las montañas y la gran explanada hasta llegar a ellas. Podía reconocer el paisaje que había visto con la luz del día, y sentí que me protegían.
Llevaba poco tiempo viviendo allí, pero todas las mañanas tomaba mi café en la terraza. Había un árbol solitario con el que me identificaba, y otros dos árboles que para mí significaban la pareja; me lo parecían. Aparte de que realmente fueran una pareja de árboles, porque eran dos, lo cierto es que parecían amarse; daba la impresión de que se estuvieran dando la mano y vivieran una vida apartada de las arboledas en las laderas. Pero era el árbol solitario el que me representaba, y le tenía un cariño especial. En cambio, había una arboleda en la ladera a la que le tenía cierta tirria, porque pareciera que miraran al arbolito con altivez y prepotencia, como diciendo «pobre desgraciado, tan solo, sin nadie al lado».
Ante aquel paisaje, me sentí en lo infinito, como si el hoy se detuviera, y el tiempo estuviera a punto de morir. Desvié mi vista hacia el parque, las sombras de los árboles y la luz de las farolas, y regresé a Luis, a mis padres, a mis compañeras de trabajo, y al universo.