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ОглавлениеParábolas modernas - 17 de enero
Reflejos imperfectos
“Ahora vemos todo de manera imperfecta, como reflejos desconcertantes, pero luego veremos todo con perfecta claridad” (1 Cor. 13:12).
Cierta vez, mi teléfono celular voló accidentalmente hacia el suelo y, por primera vez después de tantas caídas, se rompió.
Ver su pantalla resquebrajada y su funcionamiento resiliente me hizo pensar. Recordé todos los celulares que he visto, con pantallas mucho más frágiles que la mía, arruinados por alguna caída accidental también. Y siguen funcionando. ¡Cuán fácilmente nos acostumbramos a verlos así: quebrados! Nos acostumbramos a ver las imágenes distorsionadas que proyectan. Adaptamos nuestros ojos a las líneas que dificultan el manejo y la visión.
Quizás algo que costó mucho esfuerzo, en cuestión de segundos queda con marcas imborrables. Quizás alguna astillita de vidrio aún se clava en los dedos y hace sangrar. Y aceptamos esa realidad y seguimos funcionando.
No sé si tu celular costó cien dólares o mil, pero todos pueden quebrarse... todos podemos quebrarnos. El daño nos puede ser infligido o podemos infligirlo nosotros también.
Lo importante es recordar que hay arreglo. No nos acostumbremos a ver todo con líneas que recuerdan las caídas. No adaptemos nuestra visión ni veamos la vida solamente desde la perspectiva de algo quebrado o distorsionado.
Así como al entrar a un salón de espejos, donde nuestra figura queda totalmente distorsionada, reconocemos que lo que tenemos frente no siempre es un reflejo fiel de la realidad y que nuestra mente está siendo engañada, reconozcamos que en este mundo solo veremos reflejos imperfectos.
Pero estas noticias no son desalentadoras, porque en sí mismas esconden una promesa esperanzadora.
Hay ayuda disponible, aunque sea, y en primer lugar, en Dios. Es gratuita, aunque a él le costó todo. Es misericordiosa, paciente y llena de amor perfecto.
Él es experto en arreglarnos, pero más que eso: hoy quiere transformarnos y prepararnos para cuando veamos todo con perfecta claridad. Puede ser como ese paño limpio que borra las imperfecciones y suciedades del lente a través del que vemos todo. Puede mostrarnos, a través de su mirada limpia, cuál es su plan.