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Aroma a sábado - 6 de febrero

Hijo de paz

“Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna” (Juan 3:16).

Hace más de cincuenta años, Don y Carol Richardson llegaron a Papúa, la región noroccidental de Papúa Nueva Guinea. Eran un matrimonio misionero, que llegaba con su hijo de siete meses.

Carol era enfermera y atendía a las personas de la tribu que estaba ahí, los sawi, conocidos por ser caníbales y cazadores de cabezas. Les enseñaron higiene y reglas básicas de cuidado de la salud.

Cuando Don logró aprender el idioma, comenzó a contarles la historia de Jesús, pero quedó sorprendido al ver su reacción al hablarles de Judas. Acostumbrados a ufanarse de ser una tribu muy traicionera, que por medio de sus artimañas lograba engañar a sus enemigos para después comerlos, vieron a Judas como el héroe.

A Don se le hacía cada vez más difícil contarles del amor de Dios.

En un enfrentamiento que hubo entre dos tribus vecinas, Don amenazó al jefe sawi con irse; ya no aguantaba más estas luchas. Como la gente no quería verse privada del cuidado sanitario que esta familia les proveía, decidieron hacer las paces con la otra tribu. Y en ese momento fue que Don descubrió la forma perfecta de ilustrar el amor de Dios por nosotros.

Esta tribu tenía la costumbre de engañar; su palabra no valía nada, pero si un hombre entregaba a su hijo a la otra tribu, eso era un pacto que demostraba que habría paz entre ellos mientras el niño estuviera vivo. Eso convertía al dador del hijo en alguien digno de confianza.

Don aprovechó esto para explicar que existe un Dios en el cielo que dio a su hijo para que hubiese paz entre los pueblos y que, mientras él estuviese vivo, podíamos creer que el pacto se mantendría vigente también. Pero la mejor noticia de todas es que ese “hijo de paz”, como ellos lo llamaban, está vivo para nosotros hoy.

Este padre, al entender lo que Don le explicaba, ayudó a convencer a toda la tribu del amor de Dios.

Cientos de personas lo aceptaron y la tribu entera se convirtió y dejó el canibalismo. Se erigió una enorme iglesia que sigue en pie.

¿Qué le dejarás hacer a ese “hijo de paz” en tu vida hoy?

Hoy camino con Dios

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