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Objetos cotidianos - 31 de enero

La danza de los zapatos

“Tú cambiaste mi duelo en alegre danza; me quitaste la ropa de luto y me vestiste de alegría, para que yo te cante alabanzas y no me quede callado. Oh Señor, mi Dios, ¡por siempre te daré gracias!” (Sal. 30:11, 12, NTV).

Un día gris conversamos con Guillermo. Él tenía su taller, pero prefería pasar el día pintando en los concurridos adoquines de Caminito, una zona turística de Buenos Aires. Entre tantas cosas, me dijo que con su esposa bailaron por todo el mundo sobre una lona blanca que extendían en el suelo. Ponían pintura en la suela de sus zapatos y dejaban que el ritmo del tango fuese quedando plasmado sobre esa superficie, mientras ellos se movían en un vaivén tan íntimo como internacional. Cuando el bandoneón dejaba de sonar y ellos dejaban de bailar, quedaba inmortalizado un cuadro musical, con mezclas de taco ancho cuadrado y puntitos de taco de aguja.

Pensando en los zapatos, se me ocurre recordar el recorrido que hacen. ¡Cuántas historias tendrían para contar!

Son testigos de caídas, tropiezos, triunfos y oportunidades, y dejan una marca que de cierta forma nos hace “inmortales”, aunque sea por un rato, en la vida de las personas que nos rodean. Puede haber baile torpe, no perfeccionado, con intentos, con algunos aciertos sublimes y a veces algunos yerros estridentes.

Pero el cuadro final puede ser motivo de perseverancia y será tanto más hermoso si refleja la imagen de quien nos creó, quien nos da fuerzas cuando faltan, quien inventó los colores, la música y con ellos nos permite ir dibujando algo aunque no seamos del todo conscientes de que lo estamos haciendo; aunque no sepamos qué es lo que él ve en nosotros, aunque no sepamos que él nos ve...

¿Qué está quedando cuando el bandoneón para y la pintura se gasta?

Nuestra vida, como cristianos, debe dejar una huella positiva; y el apóstol Pablo, parafraseando al profeta Isaías, nos hace una invitación: “¿Cómo, pues, invocarán a aquel en el cual no han creído? ¿Y cómo creerán en aquel de quien no han oído? ¿Y cómo oirán sin haber quien les predique? ¿Y cómo predicarán si no fueren enviados? Como está escrito: ¡Cuán hermosos son los pies de los que anuncian la paz, de los que anuncian buenas nuevas!” (Rom. 10:14, 15).

Dios quiere grabar una alegre danza con tu vida hoy. Quiere llevar buenas nuevas por medio de ti y de tus pies dispuestos.

Hoy camino con Dios

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