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Capítulo 1 Por qué se multiplican las nuevas sintomatologías

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Como señalamos, la Terapia Vincular-Familiar surgió como herramienta preventiva y terapéutica cuando, a comienzos de la década de 1990, asistimos al aumento sistemático de nuevas sintomatologías presentes en niños y jóvenes, que nos preocuparon especialmente por su prematurez. Nos referimos a la verdadera explosión de los llamados “trastornos” descriptos en los manuales de diagnóstico DSM-IV y DSM-5, como los de ansiedad, y las diferentes fobias y obsesiones, así como la cantidad de niños diagnosticados con déficit de atención (TDA y TDAH), síntomas oposicionistas, fobia a los alimentos –como la recientemente denominada Teria–, y un aumento inusitado de trastornos del espectro autista y mutismo selectivo, entre otras muchas sintomatologías.

Todas ellas tienen en común que ponen en evidencia la certeza, literalidad y rigidez de ciertas conductas de los niños, que a la vez son una expresión un poco más severa o rígida de aquellas que se presentan cotidianamente en la crianza actual: niños que necesitan decidir qué y cuándo van a comer, con quién van a hablar, cómo y cuándo vestirse, prestar atención, estudiar, etcétera. Que muestran su enorme frustración con berrinches incontrolables ante hechos inesperados o se oponen desafiantemente a aquello que no quieren o desean.

Para abordar estas nuevas sintomatologías, entenderlas desde un punto de vista global y no tratar cada uno de los llamados “trastornos” como fenómenos aislados, es imprescindible comprender qué ocurre hoy en la cabeza de cada niño, especialmente a partir del cambio que introduce la simetría del niño con el adulto como cambio psíquico estructural (Messing, 2017).

La principal modificación que introduce la simetría en la subjetividad de cada niño o niña es la certeza, la convicción en sus propias ideas. El 92 % de 1.587 testimonios de conductas simétricas recogidas entre adultos de la región dio cuenta de este fenómeno (Messing, 2017). El niño copia a sus padres desde que nace como si estuviera frente a un espejo, se mimetiza con ellos pero no los internaliza como figuras protectoras; no valoriza ni jerarquiza o califica sus palabras como relevantes (salvo cuando se siente ofendido), por lo tanto, está a merced de sus propios juicios y opiniones, sin que la palabra del adulto pueda mediatizarlos. Este es un cambio psíquico tan fuerte como desconocido, que contribuye al aumento sistemático de las nuevas sintomatologías en niños y jóvenes y, en algunos casos, a su irreductibilidad.

Además de los efectos de la simetría del niño con el adulto sobre la subjetividad de las nuevas generaciones, podemos relacionar el aumento de estas sintomatologías con otros dos cambios estructurales generadores de fuertes cambios en la subjetividad. Por un lado, el proceso de globalización y el avance de modelo neoliberal en el mundo; por el otro, el deterioro de la llamada “función paterna” o de corte entre los hijos y la madre.

Terapia Vincular-Familiar

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