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ELECCIÓN DE AMOR NARCISISTA, ELECCIÓN DE AMOR ANACLÍTICA

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En el punto 3 del artículo “Introducción del narcisismo” Freud propone como tercera vía de acceso al estudio del narcisismo la vida amorosa del ser humano. Indica que el niño y el adolescente elijen sus objetos sexuales a partir de sus vivencias de satisfacción, que parten en principio de aquellas funciones vitales que sirven a la autoconservación. Freud nombra a este tipo de elección de objeto como el tipo del apuntalamiento o el tipo anaclítico. Dicho apuntalamiento se demuestra en el hecho de que las personas encargadas de la crianza, sobre todo la madre o su sustituto, devienen los primeros objetos sexuales. (64) Según el tipo del apuntalamiento, el sujeto ama a la mujer nutricia o al hombre protector. (65) La investigación analítica descubre otro tipo de elección de objeto y Freud precisa que se encuentra en personas cuyo desarrollo libidinal experimentó una perturbación. En este último caso, los sujetos no eligen su objeto de amor según el modelo de la madre, sino según el de su propia persona. Freud denomina a este tipo de elección de objeto narcisista. (66) Según esta condición, el sujeto ama a lo que él mismo es, a lo que él mismo fue, a lo que él querría ser o a la persona que fue una parte de su sí mismo propio. (67) Cada ser humano tiene la posibilidad de optar por uno u otro de los caminos, es decir, tiene dos objetos sexuales originarios, él mismo y la persona que lo crió. Esto le permite a Freud suponer un narcisismo primario que puede, ocasionalmente, manifestarse en su elección de objeto.

A continuación, Freud explica que el tipo de elección de objeto presenta características específicas en hombres y mujeres, aunque no necesariamente se opta por la tendencia más frecuente. Mientras la elección de objeto del tipo del apuntalamiento es propia del hombre, la elección de objeto del tipo narcisista se presenta principalmente en las mujeres. En el primer caso, la sobreestimación sexual del objeto, con el consecuente empobrecimiento yoico, proviene del narcisismo originario del niño. (68) En el segundo caso, el acrecentamiento del narcisismo originario se explica a partir del desarrollo puberal. La complacencia consigo misma obstaculiza, en el caso de la mujer, la constitución de un objeto de amor externo. Dichas mujeres se aman a sí mismas de modo similar a como lo hace quien las ama. Calman su necesidad siendo amadas más que amando. Este tipo de personas suelen desplegar gran atracción sobre otras en quienes el narcisismo propio no es tan preponderante. (69)

En el Seminario 1 Lacan retoma los desarrollos freudianos y los amplía. Precisa, ante todo, que la conformación imaginaria primordial permite situar la relación libidinal con el mundo y brinda el marco fundamental de todo erotismo. (70) La cautivación del otro por la imagen tiene un gran papel en la elección del objeto de amor. Si bien ubica que ambos tipos de elección de objeto propuestos por Freud se corresponden con una inversión de identificación, Lacan marca una diferencia entre ambos a partir de los registros que se ponen en juego en cada caso. Expone “Existe ante todo, en el campo de la fijación amorosa, de la Verliebtheit, el tipo narcisístico. Está fijado pues se ama primero, lo que uno mismo es, vale decir, como Freud lo precisa entre paréntesis, uno mismo; segundo, por lo que uno ha sido; tercero, lo que uno quisiera ser; y cuarto, la persona que fue una parte del propio yo. Es el Narzissmustypus”. (71) También se da la modalidad de amor de tipo anaclítico, en este caso “el sujeto se ubica entonces en una situación primitiva. Ama a la mujer que alimenta y al hombre que protege”. (72) El amor anaclítico tiene que ver con un Otro del cual se depende, por eso Lacan lo escribe con mayúscula. Ese Otro tiene dos caras: la del desamparo y la de la dependencia de amor. Mientras el primero evidencia la faceta de un Otro que tiene, el segundo da cuenta de un Otro que no tiene, que está privado de lo que da.

En el Seminario 4 Lacan retoma los tipos de relación libidinal en el adolescente. Refiere “Freud distingue dos tipos de objeto de amor, el objeto de amor anaclítico, que lleva la marca de una dependencia primitiva respecto de la madre, y el objeto de amor narcisista, modelado en base a la imagen narcisista del sujeto…”. (73) Sin embargo, esta vez, lo hace desde una mirada crítica acerca de los planteos freudianos. Establece que no le parece adecuado el término “anaclítico” que propone Freud. En Freud la relación anaclítica constituye una necesidad de apoyo que desemboca en una relación de dependencia. En griego dicho término no tiene este sentido que Freud le da, significa “relación de apoyo contra”, (74) lo cual lleva a malos entendidos. Además, Lacan halla contradicciones en la forma en la que Freud formula los dos modos de relación. Mientras Freud plantea que en la relación narcisista hay una necesidad de ser amado más que de amar, aunque no deja de atribuirle el deseo de amar, por el contrario, Lacan encuentra un elemento de actividad inherente al comportamiento del narcisista. Este último siempre ignora al otro. La relación anaclítica en su persistencia en el adulto es considerada una prolongación de una posición infantil, que en su artículo sobre los tipos libidinales Freud llama erótica. (75) Tomando en consideración ambos tipos, Lacan señala que la relación anaclítica es la posición más abierta, es decir, la misma da mayor posibilidad para intervenir sobre ella.

Durante el Seminario 4 Lacan se interesa por el papel que el falo cumple en la relación preedípica del niño con la madre. En los modos de elección de objeto de tipo anaclítica se verifica la dificultad que tuvo el sujeto en abandonar la posición de falo imaginario en el deseo de la madre, lo que lo deja enlazado a su objeto originario. En la medida en la que el hombre es investido con el falo en la relación simbólica como algo que le pertenece y ejercita, se convierte para la mujer, objeto sucesor del objeto materno, en portador del falo, objeto del deseo. (76) Esta relación se convierte en anaclítica si la mujer se muestra dependiente del falo que el hombre ahora detenta. A partir de la identificación con el partenaire, el hombre sabe que le resulta indispensable a ella, que es el único que la satisface por ser el depositario del objeto que es el objeto del deseo de la madre. Lacan dice “una parte de la vida erótica de los sujetos que participan de esta vertiente libidinal está totalmente condicionada por la necesidad por parte del Otro, la mujer maternal, de hallar en él su objeto, el objeto fálico, necesidad que ellos experimentaron en alguna ocasión y asumieron”. (77)

El amor y los tres registros en la enseñanza de Jacques Lacan

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