Читать книгу La vagina mecánica de Dios - Daniel Polunin - Страница 15
ОглавлениеSANCTA SANCTORUM
¡Santo! ¡Santo! ¡Santo!
Ahora la bestia de los miserables nos amamanta con sus miles de ubres cortadas, chupadas, retorcidas y enjugadas.
¡Santo! ¡Santo! ¡Santo!
Hice un pacto con la prostitución a la hora de comer. ¡Apetito! ¡Apetito!
¡Vicio! ¡Vicio! ¡Pecado! ¡Pecado!
¡Santo! ¡Santo! ¡Santo!
La cabalgata de los catecúmenos. La procesión del Ku Klux Klan. La llegada de los masónicos. ¡Autoritarismo! ¡Autoritarismo! ¡Iluminaciones! ¡Iluminaciones!
¡Santo! ¡Santo! ¡Santo!
Salieron a la calle con el rostro escondido, volvieron comulgados con la polla crucificada. Concibieron la deshumanización de la conciencia absurda y el flujo menstrual.
¡Santo! ¡Santo! ¡Santo!
—Hijo, ¿has estado con él?
—Sí, madre, vi a Cristo bajar desnudo de su madero.
—¿Te dijo a dónde iba?
—A empeñar sus clavos.
—¡Espanto! ¡Espanto ¡Espanto!
—¡Oh, madre! También vi a la santa y virgen María vestida de mantilla negra y ¡danzaba sin cabeza a los pies de la cruz!
—¡Ave María! ¡Ave María! ¡Ave María!
—Sepultando la corona de espinas en su vientre.
—El círculo se rompe.
—Cristo de atropina, ruega por nosotros.
¡Santo! ¡Santo! ¡Santo!
Violencia. Apostasía. Matricidio. Leche. Cocaína. Pimientos rojos. Pornografía infantil.
¡Hosanna! ¡Hosanna! ¡Hosanna!
¡Tengo las pupilas irritadas! He cometido adulterio de corazón. ¡Magnífica simetría! No hay mejor comienzo que tener un final. ¡Jean Nicolas! ¡Corbière! ¡Mallarmé! ¡Auguste Villiers! ¡Marceline! ¡Verlaine!
¡Santo! ¡Santo! ¡Santo!
Memento mori.
Jóvenes santos nacidos para sufrir, manchados con el pellejo del vino y las venas del león, cegados por una luz encalada procedente de los hostales mugrientos del desastre, donde las chicas de la mamada eyaculan por la vagina finos bisturíes de metal hirviente y los chicos autómatas buscan una vena-músculo-piel hinchada y «violable» para viajar.
Enséñame las muñecas. Todos los estigmas. ¡Kali! ¡Kali! ¡Kali! Tengo el alma atormentada. ¡Ugolino! ¡Ugolino! ¡Ugolino! El aire grita mi debilidad. ¡Lucifer! ¡Lucifer! ¡Lucifer!
¡Santo! ¡Santo! ¡Santo!
Supplicem exaudi.
El santo hermano consumiendo el amanecer de los ídolos morfinómanos, saltando en el tálamo de los corderos decapitados, creyendo ser Macbeth o Ricardo iii; la ventana abierta un sábado y el pavimento salpicado de vida, de zinc rojo caliente.
¡Santo! ¡Santo! ¡Santo!
Desgarren lo viejo y construyan lo nuevo ¡Sí! ¡Sí! ¡Sí! Creados para anunciar el crimen. El nuevo frenillo prepucial. ¡Veo! ¡Veo! ¡Veo! Lo enviaste conmigo. ¡Miedo! ¡Miedo! ¡Miedo!
¡Santo! ¡Santo! ¡Santo!
Santos Becerros invisibles y dorados y vidriosos y peludos y artificiales y transmutados y venerados y reverenciados por el pueblo y para el pueblo elegido de Dios y del Hombre.
¡Santo! ¡Santo! ¡Santo!
Santos «cosmovisionarios» que se alzaron espectrales por la carretera durante años y que volvieron a casa con sus esposas vestidos de ángeles eléctricos con rabos mahometanos y que se regocijaron como serpientes boa en la corteza membranosa de las rameras y que sucumbieron el bolsillo anal de los homosexuales y que bebieron ayahuasca en Perú experimentando estar dentro del billonésimo ojo de Dios y que despertaron en el dharma tibetano y que almorzaron juntos y cenaron juntos la sangre recalentada de Shiva y murieron siendo libres y sin ningún tipo de miedo: Gólgota, crucifixión, resurrección, arcillosos, gelatinosos, convertidos en Apolo | Cristo | Dionisio.
¡Santo! ¡Santo! ¡Santo!
¡Hosanna! ¡Hosanna! ¡Hosanna!
¡Christus venit! ¡Christus venit! ¡Christus venit!