Читать книгу La vagina mecánica de Dios - Daniel Polunin - Страница 6

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EL IMBERBE BARDO

Vagué con fajas y pañales en brazos de mi alma.

Desvaído, maldito de estanques voluptuosos,

tiembla el mar engendrando hambrientos reptiles,

hierbas mojadas de nalgas desbordantes

y a medianoche llenas de vómito tu candor insulso.

He contemplado en la soledad la mundana inquietud.

Macilento, he gateado por fondas de rebaño pútrido

y he jodido en albergues olorosos de helmintos atiborrados,

de suspiros inefables en rostros desfigurados,

¡cuya indolencia me retuerce furiosas cefalalgias!

He abrevado demasiadas lágrimas de mis ojos,

sollozando en la ensenada como una infanta arrodillada.

El chamán hipnotizó a los espectadores de la sala:

vudú, brujería, álgebra, aritmética, creencia;

los ojos del caballo son azotados en la cuadra.

Dulce vivaquear en los juncos africanos:

bailes, tugurios, cazadores, muertos en el vientre.

Retozada aldeana, agazapada a orillas del Jordán,

ondeando cuantiosas togas en el fondo de su garganta,

disipando bebés ahorcados de mugrientos leguleyos.

Quiebra mis desdichados labios para que pueda respirar.

Tendido, boca arriba, sonrío a los misericordiosos,

emponzoñando de escupitajos la cosecha de sus frutos.

Hemos recibido el conocimiento meditativo a través

de la iniciación y de la autodestrucción.

He nadado en deslumbrantes destellos que besan el sol con la mar,

queriendo hablarte de la pérdida de Dios a las tierras lejanas.

Empalagosas fisonomías de extraño incesto en la madre abortada.

Calesa de hierro, ruedas de goma y látigo de cuero ataviado:

estrecho y ardiente antiguo, difícil de dominar en sus montañas

de barro.

La vagina mecánica de Dios

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