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La alquimia
del “no”

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“Todos tenemos dos elecciones: estar llenos de miedo o llenos de amor”. ALBERT EINSTEIN

Como te contaba hace unas páginas, como coach tengo el privilegio de ser testigo de diferentes historias de vida, experiencias de otras personas y distintos resultados. Aprendo sesión tras sesión. Y uno de mis mayores aprendizajes con respecto a los resultados tiene que ver con cómo nos relacionamos con el éxito, la confianza en uno mismo y la relación que tenemos con los “no” que recibimos en la vida. Cuando vemos de afuera la vida de una persona “exitosa” percibimos ese éxito como un resultado, pero nos perdemos el recorrido de acciones que hay detrás. Entre esas acciones que construyen un éxito podemos destacar muchas habilidades personales y profesionales, pero hay algo que rara vez tomamos en cuenta: que, en esa construcción para lograrlo, la persona tuvo que superar varios “no”, rechazos de los demás y de la vida misma. Así nace la “alquimia del no”. Estudiando los casos de personas exitosas que pasaron por mi consultorio, descubrí su capacidad de transformar los “no” en “sí”.

Supongamos que tres personas, Juan, Mercedes y Pablo, quieren cambiar de trabajo. Hacen su currículum, aplican al mismo puesto, van a la entrevista y, finalmente, les dicen que no quedaron seleccionadas. Hay tres opciones para una misma situación:

—Juan, cuando recibe el “no”, dice: “¡Qué injusticia! Soy el ideal para el puesto. Al final, seguro que es todo acomodo y toman al amigo del gerente. El entrevistador era un idiota… una total pérdida de tiempo”.

—Pablo dice: “¡Qué iluso creer que me iban a tomar! Nunca es suficiente. A mí nunca nada me sale como quiero. Mejor me quedo donde estoy, porque al menos es algo seguro. No tengo chances en otro lado”.

—Mercedes, cuando recibe el llamado del “no”, dice: “¡Qué lástima! Tenía muchas ganas de trabajar ahí, pero voy a aplicar a otra empresa en el área que quiero. Seguramente me vaya mejor en la nueva entrevista, me siento más segura que la primera vez”.

¿Qué actitud refleja amor propio? ¿Con quién te identificas más?

En el caso de Juan, tiene un síntoma claro de autoestima de cotillón. Lejos de confiar en sí mismo, se esconde de la realidad y del resultado negativo echando culpas a los demás. Los otros no pueden ver lo “genial” que es. Es muy cómodo culpar a los demás, pero también muy peligroso, porque nos limita. No nos damos la oportunidad de hacernos responsables de la situación para crecer. Si alguna vez te dicen un “no” y te gustaría que sea un “sí”, debes enfocarte en lo que puedes hacer para alcanzarlo en lugar de echarle la culpa a quien te dijo que no.

En el caso de Pablo, vemos claramente una señal de falta de amor propio. Ante el rechazo, se sabotea. Distinto al caso de Juan, que buscaba culpables, Pablo se culpa a sí mismo. Hace personal el rechazo y se convence de que no se merece el cambio o algo mejor en su vida. Dos casos con una autoestima baja, que se manifiesta de dos maneras muy diferentes. En Pablo la falta de autoestima es evidente, pero muchas veces esta actitud se ve disfrazada en casos de personas que, ante una pequeña negativa de la vida, dicen “no es por ahí”, “es una señal de que no es para mí” o “no fluye”. La vida es movimiento, y por momentos recibirás viento de cola que te empujará hacia adelante y en otros habrá viento de frente que te obligará a remar con un poco más de intensidad. No digo que vayas contra la corriente, es necesario aceptar cuando algo “no es por ahí”, pero tampoco está bien soltar los sueños antes de tiempo por haber re­cibido una negativa. Tú eres tu sueño y tienes todas las habilidades para abrir las puertas que se te cierren en el cami­no. El universo te dirá que no por momentos solo para asegu­rarse de que eres la persona correcta para recibir eso que quieres. Necesitas convertirte en alguien que confía en sí mismo y en su capacidad de crear la vida que quiere para poder manifestarlo. Cada “no” te hace más fuerte.

Como Mercedes, que ante el “no” eligió aprender y volver a aplicar a otra empresa. Esa es la actitud positiva. Dejar de echar culpas a los demás, dejar de juzgar de justo o injusto lo que sucede, dejar de sentirnos poca cosa por no lograr algo y hacernos responsables de nuestra construcción. Cuando se cierra una puerta, tenemos la posibilidad de abrir otra. Tenemos todas las llaves, el tema es llevarnos a la acción con confianza para poder encontrar nuevas puertas y abrirnos a nuevas realidades. Nunca dejes la llave de tus sueños en las manos de otra persona.

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