Читать книгу Estás para más - Daniela De Lucía - Страница 31
Te lo digo
por tu bien
ОглавлениеEl problema es cuando nos olvidamos del verdadero sentido de nuestra perfección y creemos que lo perfecto es eso que la sociedad nos dice que está bien. Entonces, nos creemos defectuosos cuando en realidad somos únicos y perfectos tal como somos.
“Eres desordenada”. “Eres demasiado buena”. “Te pasas mucho tiempo leyendo”. “Deberías ser más sociable”. “Eres muy dura al hablar”. “Eres demasiado inteligente para lo bonita que eres”. “Eres muy vieja para ser influencer”. Estas son algunas de las etiquetas que me han querido poner a lo largo de la vida. Son frases que escuché más de una vez, de desconocidos, de amigos, de familiares, de seguidores. Todos opinan, creen tener la verdad y razón acerca de lo que somos o no somos.
Cuando estamos en automático, en el ni, y vamos medio dormidos por la vida, corremos el riesgo de terminar creyendo las etiquetas que nos ponen los demás. Y empezamos a comportarnos de acuerdo a ellas. Por ejemplo, si alguien a quien quieres mucho, un amigo o familiar, te dice: “eres antipático, deberías reírte más”. Y te lo dice más de una vez en diferentes situaciones, es probable que creas que no eres lo suficientemente simpático y, en una reunión social, pueden suceder dos situaciones: la primera, que sientas que eres antipático y te fuerces a ser de otra manera; y la segunda, que sientas que todos piensan que eres antipático y te autoexcluyas de las conversaciones o no logres desplegar tu simpatía. En ambos casos, te limita por asumir esa etiqueta como si fuera una verdad acerca de tu personalidad. En el primero, no eres tú mismo y te fuerzas a comportarte de otra manera, lo que genera incomodidad en ti y en los demás. En el segundo, directamente te comportas de un modo antipático porque así es como te dijeron que eres.
Esa es la fuerza de las etiquetas. Nos comportamos de acuerdo a lo que creemos que somos desde nuestra identidad. En el caso del ejemplo “eres muy seria, deberías reírte más”, la identidad manda a la acción: una persona muy seria no se reirá más. Para que funcione podríamos decir: “eres muy simpática, deberías reírte más”. Una persona muy simpática se reirá más. Otra vez, la identidad es más fuerte que la acción.
Lo importante de todo esto es recordar que tú eliges tus propias etiquetas y que no debes dejar que sean los demás quienes te etiqueten. Y que si te has puesto un rótulo y quieres tenerlo, lo defiendas de los ataques de la sociedad, que te quiere cambiar “por tu bien”. En cómo elegimos ser no hay correctos o incorrectos, perfectos e imperfectos. Porque si caemos en lo “correcto”, terminaremos siendo algo que no somos ni elegimos ser. Podemos terminar siendo lo que los demás creen que es lo mejor para nosotros y tal vez no lo sea. “Por tu bien” muchas personas te dirán cómo tienes que ser o qué tienes que hacer, incluso cuando no les has pedido su opinión. Es nuestra responsabilidad cuidarnos de las etiquetas que nos quieren poner los demás para construir una autoestima sólida y propia. Porque no puedes tener una autoestima real si depende de las opiniones de los demás. Muchas personas que confían más en los demás que en sí mismas se pegan etiquetas sin sentido que afectan no solo su autoestima, sino también las decisiones importantes que construyen su futuro.
Hace unos días en sesión, Laura –una emprendedora en marketing online que explora la búsqueda de su propósito y construye una reinvención– me dijo:
—Lo mío es trabajar con personas y ayudarlas. Mi psicóloga me lo dice siempre y también mis amigas.
—¿Y qué dice Laura de todo esto? #sorrynotsorry
—Pfff... touché —rezongó.
Claro que es importante saber escuchar a amigos, familiares y profesionales de la salud. Y si lo hacemos, vamos a encontrar información muy valiosa. Pero cuidado con tomar sus palabras como verdades absolutas. Cuidado con darles más validez e importancia a ellos que a nosotros mismos. Una vez más, la autoconfianza es clave.