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ОглавлениеINTRODUCCIÓN. LA CAMBIANTE INTERACCIÓN DE LO TELEVISIVO, SUS AUDIENCIAS Y SUS TECNOLOGÍAS: IMPLICACIONES PARA LA EDUCOMUNICACIÓN
Guillermo Orozco Gómez
Si algo se ha transformado en el mundo comunicacional es la relación clásica entre una oferta de cine, video o televisión y un conjunto de audiencias, ya que lo que más importa hoy no es tanto el número de estas ni el medio en sí del que se trate, sino la magnitud de sus “flujos de atención” en determinados productos ofrecidos en pantallas.
Estos flujos de atención, sostiene el investigador Juan Piñón1, son la materia prima para los algoritmos, que no tienen tanto que ver con el rating, ya que no son solo una suma de espectadores de determinados programas, en horas específicas y en canales concretos, sino la cantidad de tiempo que los espectadores pasan interactuando con contenidos ofrecidos en una o varias pantallas. Es decir, se trata, sobre todo, de cuánto consumen, no tanto de qué consumen o a qué hora lo hacen. Así, lo televisivo es distribuido cada vez más en general, pero cada vez menos por las televisoras tradicionales, que históricamente han ofrecido su programación a lo largo de tantas décadas. Ahora, los contenidos que se ofertan se ponen al alcance de los usuarios o consumidores, televidentes tradicionales y nuevos, para que puedan observarlos, pero desde las plataformas que ellos eligen.
Ante esta expansiva y diversa realidad audiovisual, los criterios tradicionales para intervenir pedagógicamente en los visionados de las audiencias pierden piso, aunque no necesariamente importancia. El nuevo desafío es diferente, pero no totalmente distinto, ya que lo que hay que poner en cuestión, en primer lugar, no es lo que se ve, sino el cómo se ve y sobre todo el tiempo que se invierte en verlo. Elementos, estos, que desde otros criterios más clásicos de la investigación de audiencias no han sido los puntos centrales de atención, aunque tampoco han sido ajenos. Lo que en el fondo supone este cambio en la interconectividad de las audiencias para la educomunicación es entender cómo se vive la creciente oferta audiovisual que las grandes compañías productoras y distribuidoras de audiovisuales, como Amazon o Netflix, ofertan a sus audiencias-usuarios-clientes.
Consecuentemente con lo anterior, el elemento de la distribución de contenidos se vuelve crucial en la época actual, ya que es a partir de esta distribución mayormente hecha a través de Internet, y no de la televisión clásica ni de la televisión por cable, que se consiguen los visionados de audiencia independientemente de canales de televisión específicos. Las audiencias ya no solo se conectan a un canal, sino a una red, y de ahí abrevan cada vez más los contenidos audiovisuales. El video bajo demanda cada vez adquiere más seguidores y marca el nuevo estilo de elegir y disfrutar con lo televisivo y lo cinematográfico y también con lo meramente musical. Al mismo tiempo, el espectador deja de ser un mero televidente desprovisto de poder para convertirse en decisor de lo que quiere ver en su pantalla en el momento en que lo decida y por el tiempo que quiera; claro, siempre de acuerdo con la oferta a la que le es posible acceder según el aparato o la tecnología que tenga, pero sobre todo según el contrato o la membrecía que haya suscrito con las grandes compañías, como Netflix, HBO, Amazon, etcétera.
Es por estas nuevas condiciones de acceso y consumo a diversos productos en pantalla que lo importante para cada vez mayores segmentos de la audiencia está mutando de las ofertas tradicionales de contenidos empaquetados por compañías mediáticas y definidas por los distribuidores a la organización de contenidos definidos por las propias audiencias. Esta nueva situación confiere un cierto poder a los espectadores que, no obstante sentirse cada vez más libres de poder escoger lo que se les antoje, tienen que hacerlo dentro de un menú ofertado y decidido por otros, aunque estos tomen en cuenta los gustos de los espectadores según sus visionados anteriores y recientes para hacer sus ofertas concretas. La típica información de Netflix que sugiere en pantalla: dado que tú, espectador, viste estos contenidos, seguro que te van a gustar los siguientes que aquí te ofrecemos, o definitivamente los califica con porcentajes de probabilidad de satisfacción para el usuario, tales como este contenido es 95% para ti, lo cual hace sentir a los miembros de sus audiencias, por lo menos, considerados en sus preferencias. De aquí que se generan nuevas fidelidades con los contenidos y sus fuentes, tanto o más fuertes que aquellas que históricamente se han generado con las compañías televisoras convencionales.
Aunado a la situación anterior, los servicios de Video Bajo Demanda van asimilando los gustos de sus abonados, por lo que saben qué ofrecerles en pantalla. Esto facilita a los espectadores decidir y, junto con ello, hasta sentirse que conforman una relación “exclusiva” con el productor, lo cual nunca sería posible en un televidente convencional con su pantalla de televisión abierta. Esto, a su vez, supone que el rol de la audiencia se modifica en tanto esta se vuelve protagonista de sus decisiones y horarios de visionado.
Lo anterior muestra una nueva relación de los ciudadanos con lo televisivo, una relación que se inaugura con la posibilidad que tiene ahora la audiencia de interactuar directamente con la compañía de contenidos audiovisuales de su elección y luego con la programación específica que le es ofrecida en pantalla.
Implicaciones de estos cambios para la educomunicación de las audiencias
Los cambios mencionados y la situación que se va haciendo cada vez más estandarizada para todas las audiencias apuntan a la necesidad primaria de hacer evidente todo aquello que no lo es por sí mismo como principio fundamental que inspire cualquier educomunicación contemporánea de las personas. Esta evidenciación tendría que abarcar significados, pero también formas comunicativas, de convocatoria, de opinión y de implicación de los sujetos en el tratamiento de las culturas, los lugares, juicios y valores humanos mostrados en los contenidos audiovisuales. La lista podría seguir, pero lo importante es que nada debe tomarse como natural, como si así fuera o como si así debiera ser, y si no se puede analizar, habría que plantearse la pregunta: ¿cómo podría ser de otra manera? Por ejemplo, ¿cómo se contaría la historia que se acaba de escuchar o ver cambiando personajes o lugares, o simplemente cambiando el final? ¿Cómo podría ser la película o el capítulo de la serie de otra manera y, entonces, eso qué consecuencias tendría para el final o el término de la historia?
De esta manera, además de arrancar con un proceso de reflexión y discusión sobre lo visto o escuchado, se abren perspectivas para tomar una posición analítica que no se quede con lo mostrado en pantalla, lo leído o lo escuchado, sino que le haga preguntas imaginando cómo podría continuar, cambiar o terminar. Este ejercicio de imaginarse nuevos finales y aun nuevos desarrollos de la acción en una narración vista permite empujar la creatividad e inspirar la imaginación para, desde ahí, ver posibilidades de creación posterior. La idea clave, hay que repetirlo, no es simplemente criticar, sino hacer evidente y luego se verá si eso es criticable o no o más bien habría que reafirmarlo, decisiones que serían producto de un acto de razonamiento.
Pensar la alfabetización mediática solamente como un ejercicio le hace perder gran parte de su sentido. Dado que se debe partir de hacer evidente lo percibido, se abre la posibilidad de continuar pensando, analizando y creando a partir de lo que se percibe, pero sobre todo abre la posibilidad de crear. Y es la creación y no la crítica a lo que se aspira en una interlocución educomunicacional verdaderamente profunda. En las páginas siguientes se presentan ejemplos de diverso tipo sobre interlocución entre lo educativo y la comunicación. Hay recuentos de experiencias significativas no solo en clave formativa y no solo en las escuelas, sino también en términos de participación política de jóvenes a través de diferentes escenarios, medios y tecnologías de comunicación desde espacios escolares y públicos. Los medios y tecnologías abordados en estas páginas muestran interacciones colectivas y prácticas comunicativas individuales y grupales diversas, que permiten ver modelos de comunicación, aprendizaje y, sobre todo, aprovechamiento de tecnologías para el cumplimiento de objetivos y metas de diverso calibre en educomunicación.