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Las condiciones de la alfabetización mediática para la cultura participativa crítica
ОглавлениеLa alfabetización mediática ha sufrido transformaciones desde su aparición cuatro décadas atrás, y son los desarrollos asociados con el trabajo de filósofos, pedagogos y psicólogos de los siglos XIX y XX (Hobbs, 2016), en especial John Dewey, Lev Vygotsky, Marshall McLuhan, Paulo Freire, Jerome Bruner, David Buckigham, Guillermo Orozco, los que tienen una relevancia particular para los educadores de los medios. Estos pensadores influyeron, en primer lugar, para que la alfabetización mediática se comprendiera como fundamental e inevitablemente una cuestión política, de ciudadanía y democracia. “La alfabetización construye un entendimiento del papel de los medios en la sociedad, así como las habilidades esenciales de cuestionamiento y expresión individual necesaria para los ciudadanos de una democracia” (Thoma y Jolls en Hobbs, 2016: 3).
Este énfasis en el proceso de entendimiento mantiene su valor todavía, pues existe cierto acuerdo entre educadores de los medios. La Conferencia Nacional sobre Alfabetización Mediática definió este concepto como: “la capacidad de acceder, analizar, evaluar y comunicar los mensajes de una variedad de formas” (Aufderheide, 1993: XX). Por tanto, el objetivo de esta alfabetización es permitir a los miembros del público reflexionar sistemáticamente sobre los procesos de lectura y escritura para entender y analizar su propia experiencia como lectores y escritores (Buckingham, 2003).
En los inicios, fueron los trabajos de filósofos, pedagogos y mediólogos los que sacaron a relucir la importancia de considerar el proceso de alfabetización, no solo como un procedimiento especializado de enseñanza-aprendizaje empleado por un analista en la esfera educativa de los medios, sino más bien como una empresa por desarrollar una conciencia de la forma, los contenidos y el contexto. De manera que, por ejemplo, cuando los educadores de los medios buscan enseñar sobre estos, lo que hacen es iniciar por el lenguaje como el primer y más importante sistema simbólico: “los educadores de los medios desde hace mucho tiempo han provenido del mundo del lenguaje de las artes y la educación, quienes enfatizan la importancia de desarrollar una mayor conciencia del lenguaje y su poder para moldear la experiencia vivida” (Hobbs, 2016: 10).
Por supuesto, el conocimiento de la realidad social y de los medios se puede utilizar para transformar la vida cotidiana, como cuando este conocimiento se emplea en el aprovechamiento de la relación que establecemos con los medios de comunicación. Pero así también el desarrollo de pensamiento crítico: ir más allá de la conciencia de las diferentes formas de comunicación masiva, la cultura popular y las nuevas tecnologías para analizar la relación entre las audiencias y los medios, la información y el poder. La alfabetización mediática crítica busca analizar las estructuras de poder que operan en los medios y entender las “políticas” de representar el género, la clase social, la etnia y la sexualidad en ellos. En este sentido, Kellner y Share afirman que “junto con este análisis general, la producción de medios alternativos permite a los estudiantes crear sus propios mensajes que pueden desafiar los textos y narraciones de los medios” (2007: 60).
Existe otro aspecto en que la alfabetización conserva su relevancia todavía (para propósito de este artículo): nos recuerda la importancia tanto de la conciencia como de la participación. Los sujetos involucrados en programas de alfabetización mediática no solo son observadores, sino participantes de un proceso de aprendizaje y coproducción de contenido en ocasiones (Buckingham, Grahame y Sefton-Green, 1995). La alfabetización mediática nos recuerda que, en el caso de la intervención, la constelación de asuntos es relativamente diferente de la que existe en la investigación social sin coparticipación en la generación de conocimiento, puesto que en la alfabetización mediática el objeto de nuestras investigaciones es en sí mismo un campo de aprendizaje y cambio social. Los programas de alfabetización no son solo un campo de estudio, sino también un campo donde sujetos participan en la comprensión de sí mismos y de los demás (como audiencias), y en la interpretación de las múltiples dimensiones y estructuras de poder en que operan los medios de comunicación.
Para el registro y comprensión de la intervención, propongo la investigación-acción participativa. Hoy en día, un número creciente de académicos está utilizando la investigación de acción participativa para estudiar grupos pequeños marginados y abordar cuestiones de identidad y representación. Mi propuesta de investigación-acción participativa se complementa con el enfoque de la pedagogía crítica. Para McIntyre (2008), la investigación de acción participativa tiene como objetivo promover la participación activa de los investigadores y los participantes en la coconstrucción del conocimiento local, el autoconocimiento y la conciencia crítica. El objetivo es fomentar el cambio social individual y colectivo y las asociaciones entre investigadores y participantes en la planificación, implementación y difusión del proceso de investigación y sus productos. Estos procedimientos implican métodos dialógicos de aprendizaje. De manera similar, la “metodología utópica” de Brown y Cole (2001) propone cuatro fases que se relacionan con varias posturas o ciclos de práctica reflexiva.