Читать книгу Sobre el combate - Dave Grossman - Страница 11

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3. Sistema nervioso simpático

y sistema nervioso parasimpático:

las tropas de combate

y mantenimiento del cuerpo

El estudio de la guerra debería concentrarse casi en exclusiva en las realidades de la guerra: los efectos del cansancio, el hambre, el miedo, la falta de sueño, el tiempo... Los principios de la estrategia y las tácticas, y la logística de la guerra son absurdamente sencillos; son las realidades las que convierten a la guerra en algo tan complicado y tan difícil.

Mariscal de campo lord Wavell

Extracto de una carta dirigida a B.H. Liddell Hart

Sistema nervioso simpático: movilizar el cuerpo

para la supervivencia

Pero cuando la tempestad de la guerra sopla en nuestros oídos, nos es preciso imitar la acción del tigre: poner en tensión nuestros nervios, hacer llamamiento a nuestra sangre.

Shakespeare

Enrique V

El sistema nervioso autónomo (sna) consiste en el sistema nervioso simpático (sns) y el sistema nervioso parasimpático (snp). La mayor parte de los órganos del cuerpo reciben impulsos tanto del sns como del snp, a pesar de que por lo general trabajan en oposición. Por ejemplo, el sns incrementa la frecuencia cardíaca y el snp la aminora. El sns está también asociado con la respuesta al estrés —la reacción de «lucha o huida»— cuando prepara al cuerpo y la mente para un peligro que ha sido percibido. Por lo general, el sns se ocupa del gasto de energía proveniente de las reservas almacenadas en el cuerpo: inhibe la digestión, incrementa la secreción de epinefrina y norepinefrina, dilata los conductos bronquiales de los pulmones, dilata los vasos que irrigan el corazón y tensa los músculos.

El sns moviliza y dirige los recursos energéticos del cuerpo hacia la acción. Puedes imaginarlo como la vanguardia del cuerpo, los soldados en una unidad militar que se ocupan de luchar. El snp está asociado con la relajación y a menudo está asociado con actividades que incrementan el suministro de energía acumulada del cuerpo, tales como la salivación y la digestión. Es el equivalente fisiológico de los cocineros, mecánicos y demás personal del cuerpo que mantienen a una unidad militar durante un periodo de tiempo prolongado.

Cuando duermes por la noche, los procesos del snp están en su apogeo; ni siquiera dispones de un centinela en la puerta de la entrada. Tu unidad militar está fuera de servicio, tu barco está atracado en el puerto, y te encuentras totalmente indefenso. Entonces te levantas por la mañana, te tomas un café, te duchas y entonces alcanzas lo que se llama la homeostasis: un equilibrio entre los procesos simpático y parasimpático. Dispones de algunas tropas en primera línea y de otras en mantenimiento, lo que te permite llevar a cabo operaciones prolongadas. Pero pronto o tarde todas las unidades tienen que descansar, así que por la noche te vas a dormir y de nuevo tus procesos del snp toman el control. Se trata de un ciclo de mantenimiento normal y rutinario. Sin embargo, mañana te aguarda una sorpresa.

Te levantas y comienzas con tu rutina. La homeostasis se establece y, de pronto, alguien intenta matarte. La respuesta de tu cuerpo es un despertar total del sns. Los procesos del snp tales como la digestión se cierran: ahora no estamos para digestiones... Chicos, soltad el lastre y bajad a las piernas que es donde os necesito. Que los cocineros, mecánicos y demás personal dejen lo que están haciendo, empuñen un fusil y se apresuren a las primeras líneas. Mientras tanto, la salivación puede cerrarse dando lugar a lo que se conoce como tener la boca seca o pastosa.

Si podemos creernos los datos a pie juntillas, el 75 por ciento de los combatientes veteranos no perdieron el control del vientre y la vejiga, pero casi todo el mundo sufre lo que se llama «diarrea del estrés». Los griegos dicen: «Los intestinos convertidos en agua». El término médico es intestino irritable, lo que resulta más bien evocador. Una de las últimas cosas que hacen muchos policías de los equipos swat antes de realizar una entrada de alto riesgo es lo que denominan una «caca de batalla». El cuerpo suelta el lastre para que no se pierda ningún recurso en funciones innecesarias. Se da una movilización total de todo de lo que se dispone para un único fin: la supervivencia.

Y cuando ya ha pasado el peligro, se produce un crash, una reacción violenta parasimpática de una magnitud enorme.

Reacción violenta parasimpática: el cuerpo se cierra por mantenimiento

Formaba parte de brigada de estupefacientes junto con siete agentes veteranos. Estábamos desmantelando la venta en hoteles mediante un informador: entraba en la habitación del hotel y pedía varios kilos de droga. Cuando los malos aparecían, veíamos la transacción a través de una videocámara desde la habitación de al lado. Contemplar la cosa mientras sucede delante de ti y sólo poder mirar y esperar hasta que llegue la señal de entrar, mirar y escuchar todo el rato a tu objetivo, nos subía el estrés hasta el extremo de que casi podíamos tocarlo.

Después de que el trato se cerrara y se diera la señal, entramos por una habitación contigua, arrestamos a cuatro sospechosos y nos incautamos un kilo de metanfetamina. Y mientras llevábamos a los sospechosos al parking, apareció un automóvil que conducía un socio de nuestros chicos malos. Cuando hizo marcha atrás y se dirigió a la salida, algunos agentes fueron tras él mientras yo corría para cortarle el paso. El automóvil cambió el rumbo y se dirigió hacia mí. Me fijé en la situación general para disparar mientras pensaba que tendría que matar al conductor, pero mis compañeros estaban en línea directa. Así que salté y el automóvil pasó por donde había estado.

Me metí en un auto y comenzamos la persecución, hasta que acabamos encontrando el automóvil en un parking de una iglesia. Mientras me acercaba, empecé a sentir temblores. No fue un problema porque sabía que me ocurriría. Imagino que, para cuando empezamos a registrar la iglesia, había experimentado cuatro descargas de adrenalina. De vuelta al hotel, me sentí muy mareado al volante y con dolor de cabeza. Sabía que era una reacción violenta ante todo lo sucedido, así que me puse a hacer la respiración táctica. Eso me ayudó durante un tiempo con el mareo y el dolor de cabeza, pero me seguía sintiendo muy cansado y me costaba mantenerme despierto. Lo que más me irritaba era que sabía lo que me estaba ocurriendo y por qué, pero no podía detenerlo.

Carta al coronel Grossman

Durante la guerra de Corea, un equipo de psiquiatras acompañó en la batalla a una unidad de soldados veteranos. La unidad durmió bien una noche entera y entonces lanzó el ataque al amanecer. A mediodía había tomado una posición enemiga en una colina y el peligro inmediato había pasado. Mientras aguardaban la inevitable contraofensiva, los psiquiatras se quedaron boquiabiertos al ver que los oficiales y suboficiales tenían que ir de posición en posición despertando a la tropa. La reacción violenta parasimpática había sido tan fuerte tras la batalla que los hombres se habían rendido extenuados al sueño, a pesar de que sabían que pronto serían atacados.

Napoleón dijo: «El momento de mayor vulnerabilidad es el instante inmediato a la victoria». Tan pronto como la tropa se relajó, hubo una reacción violenta parasimpática de una magnitud enorme. Se trata de algo más que bajar la guardia; es un poderoso colapso fisiológico. Este proceso no es muy distinto del sexo para el cuerpo del varón. Estás ahí arriba, en acción; y te encuentras abajo y ya no podrás subir otra vez. Ha habido una descarga física, hormonal y el cuerpo necesita tiempo para recargarse. Por eso el ejército siempre mantiene unidades de reserva. Cuando las tropas sufren el peso del agotamiento y una unidad fresca del enemigo ataca, las tropas agotadas se derrumban como un castillo de naipes.

Quemando la carga de adrenalina

Llevaba en Vietnam como policía militar tan sólo un par de semanas cuando me asignaron para una redada de varias tiendas vietnamitas en busca de bienes estadounidenses robados. Los propietarios de las dos primeras tiendas ofrecieron resistencia y tuvimos que reducirlos en el suelo para que otros pm pudieran recuperar los bienes. En la tercera tienda, la cosa se puso fea muy pronto cuando soldados sudvietnamitas armados con fusiles M-16 acudieron en ayuda de los mercaderes. Antes de que la cosa terminara, teníamos a 25 pm y a 30 o 40 airados vietnamitas. Hubo disparos en el aire, todo el mundo gritaba insultos raciales, y hubo varias peleas a puñetazo limpio. Estuvimos a un tris de disparar a un par de vietnamitas antes de que pusiéramos orden.

Dos horas después estaba en la cantina y seguía tan acelerado que tenía dificultades para coger la comida con mi tenedor. Cuando conseguía pinchar algo, la mano me temblaba tanto que la comida saltaba y caía. Al final desistí y me puse a comer con las manos como un animal. Hubo otras veces como esta, algunas fueron peores, pero esta fue la primera.

Un veterano de Vietnam

Puede resultar muy distinto para los agentes de policía y otros guerreros que no están en un combate sostenido. Cuando el agente de policía medio se ve envuelto en un tiroteo, a menudo esa noche tiene problemas para conciliar el sueño. ¿Cómo es posible que esos soldados de infantería de Corea tuvieran problemas para mantenerse despiertos a mediodía mientras que el agente de policía medio no puede dormir tras un tiroteo? La diferencia estriba en lo que ha ocurrido con la carga de adrenalina en los combatientes. Los soldados experimentaron seis horas de extenuante combate en el que quemaron cada gota de adrenalina de su cuerpo. El agente de policía tuvo la misma carga de adrenalina fluyendo por su cuerpo, pero su situación de combate se resolvió en cuestión de unos pocos disparos, lo que le dejó con suficiente adrenalina todavía en el cuerpo. Para que el agente pueda dormir, primero necesita descargar toda la adrenalina.

¿Has estado alguna noche sentado en el borde de la cama con la mente acelerada, tu corazón latiendo con fuerza y tu cuerpo deseando acción? Eso es lo que la adrenalina residual te produce. Para quemarla necesitas realizar ejercicios de calistenia, irte a correr un buen rato o levantar pesas. Luego te das una ducha y vuelves a la cama. A menudo eso es todo lo que necesitas para quedarte profundamente dormido. Mi coautor, Loren Christensen, dice que sus compañeros solían beber unas cervezas después de una situación de alto riesgo, pero que él prefería golpear y darle patadas a un saco hasta que quemaba la última gota de adrenalina que le quedaba. Para cuando se acostaba, se quedaba dormido enseguida y amanecía al día siguiente sintiéndose bien debido al ejercicio, mientras que sus compañeros dormían mal y se levantaban con resaca.

Controlar el ritmo para un partido de dos tiempos

Ni es de los veloces la carrera,

ni de los fuertes la guerra.

Eclesiastés 9:11

El doctor Kevin Gilmartin, supervisor policial retirado y psicólogo, adiestra a los agentes de policía en lo que él denomina «la supervivencia emocional». Explica cómo la reacción parasimpática puede impactar cada día a los guerreros. Mientras están en el trabajo, su sistema nervioso simpático está en su fase ascendente y están animados, en alerta, energéticos y comprometidos. Cuando regresan a sus casas, la reacción parasimpática les golpea y se sienten fatigados, indiferentes, aislados y apáticos. Cuanto mayor es la excitación y la exigencia del trabajo, mayor es el potencial de una reacción que puede debilitarles en su vida doméstica y destruir sus familias. El propósito de este libro es preparar a los guerreros para la realidad del combate y nos centraremos en la reacción parasimpática desde la experiencia específica del combate. Sin embargo, el libro de Gilmartin, Emotional survival, resulta una lectura obligada para todos los guerreros a fin de

ayudarles a entender cómo gestionar a diario esta «montaña rusa biológica».

Gestionar el estrés diario es de una importancia capital, pues nos vemos constantemente bombardeados con estrés. Los incidentes de combate de vida o muerte son comparativamente raros pero, cuando ocurren, la gestión de la crisis emocional y fisiológica tras el acontecimiento puede ser incluso más importante.

En los días siguientes a una situación de combate, el guerrero puede encontrarse en su momento más vulnerable. Puede tener una carencia de sueño tan grande, sentirse tan confuso, inseguro y fisiológicamente desequilibrado, que quizás responda en un combate ulterior con un nivel de agresividad inapropiado. Pensemos en el guerrero como en una máquina de alta precisión. Su trabajo consiste en decidir en una fracción de segundo exactamente cuánta fuerza emplear. Si se excede un poco, se mete en un lío; pero si la respuesta se queda corta, puede morir. En los días siguientes a un tiroteo, la maquinaria de alta precisión puede necesitar un ajuste.

El libro de Artwohl y Christensen, Deadly Force Encounters, contiene copias de los protocolos de la Asociación Internacional de Jefes de Policía en los que se afirma que, cuando un agente de policía ha participado en un tiroteo, se le debería conceder un permiso de tres o cuatro días para que pueda recuperarse del inusual acontecimiento. Si no se le concede este tiempo y se ve empujado a otro acontecimiento estresante, corre el riesgo de sufrir un grave daño psicológico debido al estrés adicional que se acumula sobre el estrés anterior. Hablaré más de esto cuando aborde el «modelo bañera» del estrés. Vale la pena considerar este ejemplo de un guerrero veterano que entendió intuitivamente el concepto:

Me he visto envuelto en tres tiroteos a lo largo de mi carrera de catorce años. Tras el primero, volví de inmediato al trabajo pues eso era lo que todo el mundo hacía. No hubo debriefing, ni conversaciones al respecto; sólo tenía que regresar ahí fuera y probarme a mí mismo y a los demás que no me había afectado. Tras mi segundo tiroteo, me di cuenta de que esa forma de enfocarlo era un error. Decidí cuidarme independientemente de lo que mi agencia o mis compañeros dijeran.

No regresé enseguida ahí fuera sino que me tomé dos semanas de descanso. Al cabo de un tiempo ya estaba ansioso y con ganas de volver al trabajo que amo tanto. Así que regresé. Entré en el vestuario y me puse el uniforme y mi ceñidor. Pero algo no estaba bien. Sabía que no estaba preparado para estar en la calle y, desde luego, no estaba preparado para salir ahí fuera y tomar decisiones de vida o muerte. Así que me quité el uniforme y le dije —no fue una pregunta— a mi sargento que me iba a casa. No me importaba lo que pensara. Se trataba de mi vida y sabía que nadie se preocupaba más por ella que yo mismo. Iba a protegerla.

Así que me tomé otra semana y entonces, cuando regresé, sentí que todo estaba bien. Salí del vestuario con mi uniforme y mi ceñidor sabiendo que estaba preparado. Entonces, en mi segundo turno tras la vuelta, tuve mi tercer tiroteo. Como me había dado a mí mismo tiempo para recuperarme del segundo tiroteo, estaba preparado para sobrevivir física y psicológicamente. Y lo conseguí. Estoy bien tras los tres tiroteos y sigo completamente en activo.

Un agente de policía

Deadly Force Encounters

En las guerras del pasado, se esperaba a que un soldado estuviera mental o emocionalmente «roto» antes de sacarlo del frente. Durante la invasión de Iraq de 2003, cuando los combatientes comenzaban a evidenciar signos de estrés la política era rotarlos a un lugar donde pudieran darse una ducha y descansar un poco, para luego devolverlos a sus unidades. Una información del periódico usa Today señalaba que «por lo general reaccionan» y comienzan a mostrar «la sutil altanería que proyecta la confianza inconsciente de un combatiente veterano».

La pérdida de un hombre durante más o menos un día no es un precio alto, si uno se da cuenta de que la alternativa puede ser perder al guerrero para siempre. Los guerreros en combate no siempre tienen el lujo de poder retirarse, pero cabe analizarlo así: si uno fuera un entrenador de fútbol y uno de sus jugadores sufriera una entrada muy fuerte, quizás lo sacaría fuera del campo durante un rato para que pudiera recuperarse. Aunque quizás el jugador querría volver enseguida, le dirías que esperara a entrar durante la segunda parte, porque es un partido de dos tiempos y le necesitarás hasta el final. El guerrero también está en el juego durante los dos tiempos, así que necesita controlarse.

Devolverlo a la acción demasiado pronto puede cercenar su carrera, o provocar que falle en un momento crítico en el que otros dependan de él.

El momento de mayor vulnerabilidad

Ay, el momento del dulce peligro...

Edward Robert, conde de Lytton

Considera el gráfico «Estrés agente contra sospechoso» y fíjate en la diferencia entre el agente y el sospechoso durante y después de un arresto violento. Esta relación fue introducida por los U.S. Marshalls en relación con las fugas durante el transporte de reos, pero tiene implicaciones mucho más amplias para los militares y las agencias y cuerpos de seguridad.


Fig. 1. Estrés agente contra sospechoso.

Niveles de estrés durante la detención, transporte y registro.

El agente procedió a la detención cuando estaba en «fase roja», un estado de alerta y conciencia máximo. Se las arregló para sorprender al sospechoso cuando éste estaba en «fase blanca». Tras un forcejeo, el agente consiguió esposar y meter en el asiento trasero del coche patrulla al sospechoso. Ahora bien, si el agente no es cuidadoso de vuelta a la comisaría, puede pensar que el peligro ha pasado y relajarse. Mientras tanto, el sospechoso sigue teniendo una descarga de adrenalina y empieza a estar cada vez más disgustado con la pérdida de su libertad.

Analicemos lo que ocurrió en un incidente trágico en Florida. Dos detectives cualificados y competentes detuvieron y esposaron a un hombre tras una breve persecución. Pusieron el fusil del hombre en el maletero del coche de policía y lo sentaron en el asiento trasero, sin darse cuenta de que el criminal de carrera llevaba una llave para esposas alrededor del cuello. Mientras lo trasportaban a la cárcel, el sospechoso utilizó la llave para liberarse de las esposas, y luego se abalanzó sobre los detectives desarmando a uno de ellos. Vació el arma contra ellos matando a los dos y luego arrojó los cuerpos fuera del coche a patadas. Recuperó su fusil del maletero y, tras una persecución a toda velocidad, mató a un policía del estado y luego se hizo con un rehén en una gasolinera. El desenlace vino cuando el sospechoso se quitó la vida. Dicho esto, ¿cómo es posible que un hombre desarmado y esposado pueda abrumar y matar a dos detectives cualificados? La respuesta está en las mentes y en los cuerpos de los agentes y el sospechoso. Probablemente, los agentes se relajaron después de la persecución y la detención, y estaban experimentando una reacción parasimpática mientras que el sospechoso aún no había empezado a luchar.

Sabemos que una persona que coopera puede tener una respuesta psicológica violenta al oír el tintineo de unas esposas que se abren. Igualmente, sabemos que muchas veces, a medida que el coche de policía se acerca a la cárcel y los agentes han bajado la guardia tras el arresto, la vista del edificio puede desencadenar una reacción violenta por parte del detenido.

Antes de que nuestra resplandeciente y elevada cárcel de cristal y plástico fuera construida, alojábamos a los presos en una estructura antigua de tres pisos. Era un lugar feo, oscuro, con aspecto de mazmorra, con torres y alambrada. El problema era que, a medida que nos acercábamos, los presos podían ver la mazmorra desde el asiento trasero, y muchas veces se volvían locos cuando les abríamos la puerta trasera para sacarlos. A menudo su reacción violenta nos tomaba por sorpresa porque nos habíamos relajado tras la detención y un trayecto largo.

Un agente de policía

Tanto el personal militar como los agentes de policía necesitan entender que pueden ser vulnerables cuando un preso ve su destino final. Al igual que existe un impacto psicológico cuando algunos presos ven la cárcel desde el asiento trasero de un coche de policía, también hay presos que reaccionan de forma violenta cuando ven la celda. Los agentes de policía, al igual que el personal militar a cargo de prisioneros de guerra, deben contar con cuidadosos procedimientos para asegurarse de que los presos son tratados de forma apropiada, sus armas han sido retiradas y guardadas en un lugar seguro, y todos los pasos se han dado correctamente. Esto debería incluir que los oficiales y guardias estén alerta y preparados en el lugar del registro de presos o prisioneros de guerra. Muchos departamentos de policía requieren que otro agente se ocupe de la situación porque entienden que puede haber una peligrosa vulnerabilidad.

«Consolidación y reorganización del objetivo» es un término militar estándar para referirse a lo que ocurre tras la victoria. El enemigo ha huido y la cima está segura. La batalla ha terminado. ¿O no? Cabe recordar las palabras de Napoleón: «El momento de mayor vulnerabilidad es el instante inmediato a la victoria». Por eso un líder militar inteligente contraatacará enseguida cuando el enemigo ha logrado expulsar a sus tropas de una posición. Es preferible que el líder retome la iniciativa con tropas de refresco, soldados que no estén exhaustos por la montaña rusa física y psicológica de la batalla. Como puede ser que el enemigo se haya relajado y sea vulnerable tras la victoria, es posible que incluso una fuerza pequeña pueda abrumarlo y retomar el objetivo.

A fin de evitar que los guerreros puedan ser vulnerables tras la toma de un objetivo, deberían ser entrenados para que realizaran de forma automática una serie de tareas que los mantuvieran ocupados. Deberían establecer una seguridad de 360 grados y preparar posiciones defensivas y campos de tiro en caso de contraataque del enemigo. Deberían redistribuir la munición, beber mucho líquido, iniciar las medidas de primeros auxilios, evacuar a las bajas y prisioneros, y realizar un inventario de todo el material. Los líderes deben supervisar y comunicar la situación a una autoridad superior. Entre los militares y los equipos swat estadounidenses, a menudo se emplea el acrónimo lace para definir esta espiral de actividad: «liquids, ammunition, casualties, and equipment».1 Si se ensaya esta continuación de las operaciones durante la instrucción, los guerreros en combate real no se relajarán durante este momento vulnerable sino que se mantendrán ocupados llevando a cabo estas tareas vitales que se requieren para sobrevivir y crecerse en el campo de batalla.

En la comunidad de agentes del orden, a esto se lo denomina a veces «consideraciones de seguimiento». Tal y como Gary Klugiewicz les dice a sus estudiantes: «¡No es momento del cafelito! Aún queda mucho por hacer antes de que la misión esté terminada».

Los militares, agentes de policía, bomberos, paramédicos y otros que trabajan en situaciones estresantes necesitan desarrollar esta mentalidad mediante la práctica de la consolidación y la reorganización para que puedan estar preparados para acometer la siguiente misión. Para aquellos que trabajan en estas profesiones, la próxima llamada de alto riesgo puede llegar en cualquier momento y hay vidas que dependen de su habilidad para seguir adelante con el siguiente objetivo. Un viejo dicho japonés transmite este concepto de forma sucinta: «Tras la batalla, ajusta la correa de tu casco». Es decir, aunque hayas ganado, no bajes la guardia.

Sólo un soldado sabe lo dulce que es el sueño

Con un saco terrero por almohada,

Persigo un recuerdo lejano de una cosa llamada sueño,

Susurro en la oscuridad y rezo a Dios para que guarde mi alma.

James Adam Holland

The Freedom of a Soldier

A lo largo de la historia pasada, el hombre siempre conseguía dormir lo suficiente porque cuando el sol se ponía ya no había nada más que hacer. No había mucho margen para el sexo ni para hablar; al final, uno rodaba a la cama y se iba a dormir. Así que el cuerpo humano nunca tuvo que desarrollar las señales poderosas que se necesitan para que uno consiga las suficientes horas de sueño. Pero con la llegada de la luz artificial barata, el hombre fue capaz físicamente de continuar durante días y días, si bien el cuerpo humano no está diseñado ni psicológica ni fisiológicamente para pasar largos periodos sin dormir.

Ni siquiera sabemos por qué necesitamos dormir. Cuando hace unos años la revista U.S. News and World Report publicó un artículo especial sobre los «Grandes Misterios de la Ciencia», uno de los misterios que se analizaban era «¿Por qué necesitamos dormir?». No entendemos por qué soñamos y ni siquiera entendemos por qué, por ejemplo, los varones experimentan erecciones —y las mujeres la congestión del clítoris— durante la fase de mor (movimientos oculares rápidos). En la asignatura de psicología en West Point, enseñamos que esto explica por qué los varones a veces se despiertan con una erección. Orinar es una acción de naturaleza no sexual que aparentemente envía un mensaje al cuerpo que hace que la erección desaparezca. Pero la erección está provocada por el hecho de tener la vejiga llena.

Todo lo relacionado con el sueño es un misterio, pero hay una cosa cierta. Nuestro cuerpo necesita cuatro cosas para sobrevivir: aire, agua, comida y sueño. Uno puede morirse más rápido por falta de sueño que por falta de comida. El cuerpo envía señales poderosas que nos hacen respirar, beber y comer; sin embargo, durante milenios no había apenas necesidad de que el cuerpo enviara fuertes señales para dormir. Y las que envía pueden ser dejadas a un lado e ignoradas con más facilidad que las otras señales para otros requisitos esenciales para nuestra supervivencia.

Todos sabemos que la falta de sueño nos hace sentir somnolientos y nos provoca malestar, pero la mayoría de la gente ignora el profundo impacto negativo en la salud y en el rendimiento que va asociado con la falta de sueño.

El estrés es uno de los principales destructores y paralizadores del guerrero. Hubo más soldados retirados del combate en la primera y segunda guerra mundial, así como la de Corea, debido a bajas psiquiátricas que soldados muertos a manos del enemigo. Sin lugar a dudas, el estrés es una preocupación capital para nuestros guerreros y líderes, y una de las mejores maneras para curarse y recuperarse del estrés psicológico es dormir. Como dice Shakespeare: «El sueño que desenreda la enmarañada madeja del desasosiego».

La falta de sueño es la mejor manera para que uno se predisponga a convertirse en una baja debido al estrés. Está relacionada con los problemas de salud mental, el cáncer, el resfriado común, la depresión, la diabetes, la obesidad y los infartos. Y también con el rendimiento en el trabajo y con las alteraciones de la falta de sueño: tiempo de reacción, juicio, visión, procesamiento de la información, memoria a corto plazo, rendimiento, motivación, estado de vigilia y paciencia.

Por otro lado, las investigaciones muestran que dormir lo suficiente junto con una dieta nutricionalmente correcta, beber muchos líquidos y hacer ejercicio resulta crítico para una vida sana y longeva. Desgraciadamente, nuestra sociedad está repleta de ilusos que sinceramente creen que pueden funcionar con cuatro horas de sueño.

Cuando pones al señor «Yo-puedo-funcionar-con-cuatro-horas-de-sueño» en un entorno de aislamiento temporal en un laboratorio de sueño, éste enseguida comienza a intentar recuperarse de su «deuda de sueño». Puede llegar a dormir hasta doce horas al día hasta que se recupere, y luego empieza a dormir siete, ocho o nueve horas al día siguiendo un ciclo de sueño normal y saludable. Los científicos solían pensar que uno no podía recuperar el sueño perdido, pero hoy en día sabemos que estaban equivocados; tan equivocados como para poner vidas en peligro. El cuerpo genera una deuda de sueño y, de la misma manera que uno puede recuperarse de una deshidratación o de una malnutrición, uno puede recuperar las horas sueño. Así que, si sólo dormiste tres horas anoche, puedes usar la cafeína para aguantar durante el día. Pero en cuanto tengas una oportunidad, duerme hasta tarde o duerme unas siestas generosas para recuperarte de tu deuda de sueño.

Hay un estudio al respecto que realizó el ejército de los Estados Unidos con un batallón de artillería. Las tropas sufrieron lo indecible para que tuviéramos los datos, así que quizás deberíamos prestarle atención. El batallón fue dividido en cuatro baterías, y llevó a cabo misiones de fuego (ejercicios de artillería) durante veinte días seguidos, cada hora de vigilia. La primera batería, el grupo 1, disponía de siete horas de sueño al día. El grupo 2 tenía seis horas, el grupo 3 tenía cinco, y el grupo 4 realmente lo pasó mal con tan sólo cuatro horas. Tras veinte días, el grupo 1, que había dormido siete horas al día, disparó con un 98 por ciento de máxima eficiencia. El grupo 2 disparó con un 50 por ciento; el grupo 3 con un 28 por ciento; y los pobres chicos que sólo dormían cuatro horas dispararon con un 15 por ciento de máxima eficiencia. El grupo de las cuatro horas no sólo era improductivo sino que también era peligroso.

Cuando uno duerme siete horas cada noche puede funcionar de sobra, si bien ocho horas es probablemente mejor. Menos que eso y se empieza a crear una deuda de sueño que puede tener un profundo impacto psicológico y fisiológico. Si uno vive afectado por una severa malnutrición, probablemente eso restará años de la vida de esa persona. Igualmente, si uno vive con una severa falta se sueño, probablemente eso restará años de la vida de esa persona. Muy pocos individuos sanos estarían dispuestos a vivir malnutridos, pero muchas personas viven voluntariamente una vida aquejada por la falta de sueño.

A lo largo de la historia, el sueño ha sido la mejor medicina del soldado. En la primera y segunda guerra mundial, las tropas rotaban desde las trincheras o la línea del frente y lo primero que hacían era dormir. Pero en Iraq y Afganistán, las tropas estadounidenses que volvían de las patrullas de combate a sus barracones se dedicaban a jugar a videojuegos, ver dvd y la televisión, y a navegar por internet.

Esta forma de escapismo y la falsa sensación de control que proporcionan los videojuegos parecen ser increíblemente atractivas así como adictivas para los hombres y mujeres en combate. En realidad, este comportamiento puede ser una herida autoinfligida que incrementa de forma notable la vulnerabilidad ante el trastorno por estrés postraumático o tept y ante la enfermedad, ya que la falta de sueño reduce la capacidad del sistema inmunitario.

Todos los equipos deportivos profesionales del planeta apagan la luz a las diez o las once la noche antes de un partido. Si un jugador profesional trasnocha la víspera de un partido jugando a videojuegos o viendo la tele, los otros jugadores lo machacarán, el entrenador lo multará y ahí se acaba el despropósito. Bien, nuestros militares y nuestros policías forman el equipo profesional de la nación. Pero en este juego, en el juego inmisericorde, implacable del combate donde el riesgo es altísimo, si pierdes, hay gente que muere.

Somos guerreros; estamos dispuestos a salir ahí fuera y tragar balas si es necesario. Pero tendría que hacerte enfadar de verdad que tengas que tragar balas cuando se podía haber evitado. Igualmente, estamos dispuestos a sufrir la falta de sueño si la misión lo requiere, pero tendría que hacernos enfadar de verdad la privación de sueño si se podía haber evitado. Y si uno se lo hace a sí mismo, se trata de un daño autoinfligido.

De ahí que los militares estadounidenses hayan aprendido que la gestión del sueño puede ser un elemento decisivo a la hora de ganar o perder una guerra. Y si ha habido numerosos casos de tept en las guerras de Iraq y Afganistán, esto puede que sea una de las principales razones. Así que nuestros suboficiales y oficiales han aceptado la responsabilidad de ejercer como «mamás» y velar para que las tropas duerman todo lo que necesitan. Esto se lo explico a los agentes de policía a los que doy clases y luego les pregunto: «¿Quién será tu mamá? Tienes que serlo tú mismo. Tú eres el último responsable». Es una cuestión de profesionalidad y autodisciplina. Una cuestión de vida o muerte... como lo son muchas otras para los que caminan por el filo de la navaja, en el dominio inmisericorde e implacable del combate.

El equivalente de estar legalmente ebrio

Como un marinero ebrio en un mástil,

dispuesto, a cada cabezada, a desplomarse.

Shakespeare

Ricardo III

Una persona con una privación de sueño de veinticuatro horas es prácticamente el equivalente fisiológico y psicológico de estar legalmente ebrio. El doctor Jacques Gouws, un psicólogo militar retirado, afirma que esto puede ser aún más cierto «en la zona de combate en donde uno está bombeando adrenalina como un loco y no de la forma tan poco frecuente que se da en la labor policial. El soldado en combate está significativamente más fatigado física y emocionalmente debido a la duración de las operaciones de combate sostenidas». Tired Cops: The Importance of Managing the Police Fatigue, del doctor Bryan Vila, es un libro excelente que debería ser de lectura obligada para todo el mundo en la comunidad de guerreros. En el libro en cuestión, el doctor Vila menciona un estudio que mostró que las personas con privación de sueño puntuaron igual de mal o peor en tests de reacción que aquellos que tenían un nivel de alcohol en sangre del 0,10. Por detrás de la intoxicación por alcohol, la falta de sueño es la causa principal de los accidentes de tráfico. En Estados Unidos, la National Highway Safety Administration relaciona casi cien mil colisiones al año con la fatiga.

Hace más de un siglo, a los maquinistas del ferrocarril se les exigía por una ley federal que durmieran lo suficiente. Hoy en día, pilotos, transportistas, operadores de plantas nucleares, controladores de tráfico aéreo y muchos más están obligados a dormir lo suficiente para sus trabajos. En el verano de 2002, la comunidad médica aprobó una regulación que exige a los médicos e internos dormir lo suficiente porque el riesgo legal de tener un personal médico zombi tomando decisiones de vida o muerte era simplemente demasiado elevado.

La privación de sueño aplicada a estudiantes en un entorno de instrucción controlado puede ser una forma útil de inoculación del estrés. Pero hay que tomar todas las medidas para evitar la privación de sueño si estos estudiantes tienen que tomar decisiones de verdad que puedan tener como resultado la pérdida de vidas, como es el caso de los médicos en los hospitales y los líderes militares en el combate.

Cuando fui a la escuela militar de los Rangers, el ejército estadounidense empleó durante semanas la privación de alimentos y sueño como inoculación del estrés para prepararme para el estrés de liderar en combate. Este entrenamiento es enormemente efectivo y funciona en entornos controlados en los que no hay vidas en riesgo y las situaciones peligrosas son objeto de intenso seguimiento. Por otra parte, el empleo de la privación de sueño en escuelas militares de élite te enseña cómo trabajar y liderar a gente con privación de sueño. Los guerreros con privación de sueño tendrán una gran dificultad para entender lo que les digas, así que aprendes a hablar con frases sencillas, evitas asignarles tareas complejas, divides las tareas en objetivos intermedios sencillos, reiteras los puntos esenciales, haces que te repitan

tus instrucciones y supervisas su rendimiento. Se trata de valiosas lecciones que se aprenden durante la instrucción, pero en situaciones en las que la vida corre peligro, tenemos que hacer todo lo humanamente posible para asegurarnos de que los individuos responsables de vidas humanas hayan dormido lo suficiente.

No debemos privar a los estudiantes del sueño o la comida durante tanto tiempo que resulte en un daño físico. De hecho, en los años recientes el uso de la privación de alimento en la escuela militar de los Ranger ha sido reducido después de que estudios a largo plazo establecieron que sólo esos pocos meses de privación de alimento y sueño causaban efectos serios y persistentes a los estudiantes. Tal y como lo explica el doctor Clete DiGiovanni: «No puedes condicionarte a ti mismo para salir adelante con una significativa reducción de las horas de sueño». La lección que los Rangers deberían aprender de la escuela militar no es que son inmortales y no necesitan ni dormir ni comer. La lección que una persona sabia aprende de estas experiencias es la de recordar lo pobre que era el rendimiento cuando uno estaba privado de sueño, y la de recordar que uno siempre tiene que dormir y comer cuando tenga la oportunidad.

Hoy en día, la comunidad médica debe seguir una regulación estricta que les obliga a dormir lo suficiente para que puedan rendir en sus obligaciones de vida o muerte. Sin embargo,

los agentes de policía, los efectivos de mantenimiento de la paz y los soldados de combate no tienen estas obligaciones. Hoy en día, los guerreros, faltos de personal y con demasiado trabajo, llevan armas, conducen vehículos y toman decisiones de vida o muerte mientras sufren la privación del sueño.

Garantizo que un policía soñoliento (o quizás incluso un efectivo de mantenimiento de la paz soñoliento) acabará un día tomando una decisión cuestionable que por negligencia hará daño o matará a alguien. Y cuando el asunto acabe en los tribunales, el abogado preguntará: «Agente, ¿cuántas horas había dormido la noche antes del incidente? ¿Y la noche anterior?». Entonces se dictará una orden para acceder a la hoja de registro horario a fin de mostrar el volumen de horas extras que trabajaba y que, al igual que tantos otros agentes hoy en día, evidenciará que no había dormido más de cuatro horas diarias durante los últimos veinte días. O, lo que es mejor desde el punto de vista de la acusación, se probará que el agente llevaba sin dormir veinticuatro horas lo que es el equivalente a estar legalmente ebrio. Entonces la acusación preguntará al jurado qué creen que el agente hubiera hecho si los hubiera detenido a ellos legalmente ebrios al volante. El resultado de una demanda de esta naturaleza, para el agente y su departamento, sería devastador.

Cuando un guerrero sufre privación de sueño está malhumorado, su ci parece descender, la coordinación de manos y ojos es pobre y da cabezadas en momentos no apropiados. Mi coautor habla de un oficial en su departamento que durante dos semanas trabajó dos turnos y, en dos ocasiones, tres, lo que significa veinticuatro horas seguidas. Los agentes que patrullaban distritos cercanos se quejaron de su bajo rendimiento y de que su habla era incoherente. El agente que sufría la privación de sueño le dijo a Christensen que estaba tan cansado que había dejado de llevar la escopeta consigo porque no era capaz de manejarla con seguridad. Estaba claro que eso era una desgracia y una demanda en potencia. Afortunadamente, las dos semanas pasaron sin que ningún oficial ni ningún ciudadano resultaran heridos y sin que el departamento fuera demandado. Cuando la privación de sueño y sus peligrosos efectos secundarios se dan en las horas extra, la única cosa buena es que el agente está ganado un dinero de más que añadir a las horas regulares; pero el riesgo es demasiado elevado.

Miremos el asunto desde otro ángulo. Imagina que eres el jefe de policía o el comandante de una unidad de combate y, como ocurre en la mayoría de organizaciones, los recursos humanos escasean. Entonces, me presento ante ti y te digo que vengo de la academia Marca x y te ofrezco que contrates a mis oficiales de la Marca x. Te explico que tienen un ci cinco o diez puntos por debajo de la media de un policía o soldado, que su coordinación de manos y ojos es pobre, que están siempre malhumorados, su habilidad para tomar decisiones es prácticamente inexistente, y suelen quedarse dormidos. Ah, y además a lo mejor te pido que a estos guerreros les pagues de más (por el trabajo extra). ¿Los aceptarías? Puedo imaginarme claramente dónde me dirías que me metiera a mis agentes o soldados Marca x.

Lo realmente terrible es que mis efectivos Marca x poseen las mismas características negativas que los guerreros privados de sueño del mundo real que trabajan en varios turnos u horas extra. Algunas personas pensarán que esto ayuda a la organización pero, salvo las excepciones de algunas circunstancias de combate extremo, se equivocan. Tal y como lo expresa el coronel Gregory Belenky, la máxima autoridad en privación de sueño en el Instituto de Investigación del Ejército Walter Reed: «No hay nada heroico en trasnochar».

Sueño y tept

Sueño, dulce sueño,

suave nodriza de la naturaleza.

Shakespeare

Enrique IV

Un sueño insuficiente y el agotamiento físico son elementos clave que te predisponen a convertirte en una baja por estrés. Como dijo Patton: «La fatiga nos convierte a todos en cobardes». Si sabemos que el estrés es un incapacitante clave del guerrero y que la privación de sueño es un factor clave que predispone a los guerreros a la baja por estrés, la enfermedad mental y el tept, entonces una gestión adecuada de las horas diarias de sueño no requiere mucha ciencia.

Muchos organismos policiales me dicen que tienen un problema serio con el estrés y me piden que les enseñe cómo tratarlo. Cuando les digo que lo primero es que se aseguren de que todos duermen lo necesario, protestan diciendo que es imposible. «Vale», les digo, «entonces, morid». Lo digo en broma, por supuesto, pero lo digo para que entiendan que si quieren hacer horas extras, disfrutar de una carrera profesional completa y poder ver cómo crecen sus nietos, entonces una de las cosas más importantes que pueden hacer es gestionar las horas de sueño.

Los accidentes del Exxon Valdez, Chernóbil y Three Mile Island tienen una cosa en común: los tres fueron accidentes industriales que ocurrieron en medio de la noche y en los que estuvieron implicadas personas con problemas para gestionar las horas de sueño. La falta de sueño es la responsable de miles de millones de dólares en los accidentes industriales. Problemas similares han afectado a nuestros guerreros durante décadas y sólo ahora empezamos a responsabilizarnos. Es cierto que las agencias de policía y las unidades militares se encuentran a menudo faltas de personal, pero exprimir a los guerreros de los que disponen hasta la última gota no es la solución. Si hiciéramos a nuestros pilotos comerciales lo que les hacemos a los policías, los 747 se caerían del cielo como piedras de granizo.

Durante la guerra de Vietnam y la del Golfo, los soldados pasaban días enteros sin poder descansar o dormir. Mi coautor recuerda muchos días privado de sueño en Vietnam. Christensen explica que una vez estuvo tanto tiempo despierto que, cuando finalmente pudo dormir, ni siquiera le despertó un ataque con cohetes. Y si nunca has sufrido un ataque así, te puedo asegurar que son muy ruidosos.

Como ya tenemos una imagen más precisa de los requisitos de horas de sueño de un soldado, este tipo de privación es considerablemente menos frecuente. Desde principios de la década de 1970, los militares en Estados Unidos han intentado iniciar una revolución en la gestión de las horas de sueño. En una situación ideal, cuando los militares tienen que darlo todo, lo hacen sin dudar, pero entonces vuelven de inmediato a un ciclo de sueño porque saben que el sueño es tan vital como el aire, el agua y el alimento.

Steven Brust, uno de mis autores favoritos, tiene un relato en el que un comandante veterano proclama tras pasar revista a las tropas: «Siempre puedo identificar al que nunca ha estado en combate». Un subordinado le pregunta si es porque parece nervioso. «No», responde el comandante, «cualquiera en su sano juicio estaría nervioso antes de la batalla.» «Entonces», pregunta el subordinado, «¿es porque parece más ansioso que los que tienen más experiencia?» «No, tampoco es eso.» Finalmente, el subordinado le pregunta directamente: «Entonces, ¿cómo lo puede saber?» Y el comandante le contesta: «Porque parece más cansado que los demás».

Muchos viejos guerreros me han dicho en mis entrevistas con ellos que un soldado nunca desaprovecha una ocasión para dormir. Como dijo John Mosby en sus memorias de la guerra civil estadounidense: «Sólo un soldado conoce lo dulce que es dormir».

La cafeína puede ser nuestro amigo; la nicotina no

El buen café es como la amistad: rico, caliente y fuerte.

Pan-America Coffee Bureau

La cafeína es una droga potente y útil para combatir temporalmente los efectos de la privación de sueño, pero sólo si no se abusa. Si cuando te levantas lo primero que necesitas es «un triple» para reaccionar, un buen chute de un refresco de cola para pasar la mañana, dos o tres tazas para seguir activo tras la comida

y un tazón para ver a tu familia al final del día, eres adicto y estás abusando de una droga potente que no estará ahí para ayudarte cuando la necesites de verdad. Lo mejor es utilizar la cafeína cuando es necesario, como recién levantado y después del almuerzo, dos momentos cuando la mayoría de nosotros necesita un poco de ayuda. Nunca tomes cafeína cinco o seis horas antes de acostarte.

Si la cafeína no interfiere con tu sueño, eso prueba que has desarrollado una gran tolerancia y que no surtirá efecto cuando la necesites. Baja el consumo, pero sin dejarlo de golpe. A partir de mañana, bebe la mitad de lo que normalmente consumes, vuelve a cortar por la mitad al día siguiente y así sucesivamente hasta que estés tomando cafeína sólo dos o tres veces al día. Entonces, cuando realmente la necesites para un operación que se extienda en el tiempo, te será útil.

La nicotina no ayuda contra la privación de sueño. Siempre hay un soldado en el perímetro que dice: «Si pudiera fumar, me mantendría despierto». No es verdad. Tras realizar la maniobra de sacar el cigarrillo y encenderlo, vuelve a estar tan soñoliento como antes, pero ahora corre el peligro de prenderle fuego a algo si se queda dormido.

Sin embargo, existe una forma en la que la nicotina puede ayudarte a paliar la privación de sueño. Una vez estaba en Texas dando una presentación sobre asuntos policiales cuando un viejo Ranger tejano se me acercó en un descanso y me dijo: «Coronel, está usted equivocado. La nicotina puede mantenerte despierto». Y yo le contesté: «Caballero, ¿quién soy yo para contradecirle?» Pero me insistió: «No, escúcheme. Tiene que masticarlo». «Bien», dije, «quizás si tienes algo en la boca. Supongo que puede ser.» «No», contestó, «hay que masticarlo, escupirlo en las manos y luego frotarse los ojos.»

En realidad, se trata de un truco antiguo. El hijo de un veterano de la segunda guerra mundial me habló de su padre, quien había sufrido el sitio de Bastogne, durante la batalla de las Ardenas, con la 101ª División Aerotransportada. Me dijo que el enemigo atacaba sin cesar, día tras día, lo cual hacía imposible que él o sus camaradas pudieran dormir porque nunca sabían cuando reemprenderían el ataque. Para mantenerse despiertos y en estado de alerta, tomaban un cigarrillo, sacaban una pequeña porción de las hebras de tabaco y se lo ponían bajo el párpado del ojo que no usaban para disparar, es decir, el que no se emplea para mirar por la mirilla del fusil. Ardía y picaba tanto que era imposible quedarse dormido. El dolor te mantiene despierto y esa es la única forma en que la nicotina te hará algún bien.

1 Líquidos, munición, bajas y material.

Sobre el combate

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