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4. Miedo, activación fisiológica y rendimiento: las fases blanca, amarilla, roja, gris y negra

En el campo de batalla, el enemigo real es el miedo, no la bayoneta ni la bala.

Robert Jackson

Las fases blanca, amarilla y roja

Hervimos a diferentes grados.

Ralph Waldo Emerson

Eloquence

Cuando duermes o gestionas el día sin pensar en nada en particular y sin estar preparado para que te ocurra nada malo, te encuentras en el nivel más bajo de reacción. Lo podemos llamar «fase blanca», un lugar donde te encuentras indefenso, vulnerable y confiado. El blanco es por las ovejas.

Cuando asciendes a un nivel de alerta y reacción básicas, un lugar en el que estás psicológicamente preparado para el combate, entras en el ámbito de la «fase amarilla». Los perros, que son predadores por naturaleza, rara vez abandonan la fase amarilla. Siempre están preparados para jugar, luchar, retozar, aparearse o correr. Son supervivientes. También los guerreros deben esforzarse para permanecer en la fase amarilla. Un guerrero siempre intenta sentarse con la espalda hacia la pared.

No hay una frecuencia cardíaca asociada a la fase blanca y a la fase amarilla; la diferencia es más psicológica que fisiológica. Sin embargo, a medida que la activación fisiológica aumenta, podemos empezar a asociar el nivel de «fase» con niveles concretos de frecuencia cardíaca.

Sí existe una zona, generalmente entre las 115 y 145 pulsaciones por minuto (ppm), en la que uno se encuentra en su nivel óptimo de rendimiento para la supervivencia y el combate. Llamémosla «fase roja»: tus habilidades motoras complejas, tiempo de reacción visual y tiempo de reacción cognitiva se encuentran en su cénit, pero comienzas a pagar un precio. A partir de 155 ppm, tus habilidades motoras finas comienzan a deteriorarse.

Hay que ser cuidadosos a la hora de establecer unos números específicos de frecuencia cardíaca (o cualquier otra medida precisa de activación fisiológica) para las fases amarilla, roja o negra. El impacto de estas condiciones puede variar enormemente dependiendo del adiestramiento, estado físico y otros factores.


Efectos del aumento de la frecuencia cardíaca debido al miedo o a causas hormonales

(Copyright 1997, Siddle & Grossman)

Notas:

1. Estos datos son válidos para un aumento de la frecuencia cardíaca inducido por miedo o causas hormonales, como resultado de una estimulación del sistema nervioso simpático. El aumento por la práctica de ejercicio físico no tendrá los mismos efectos.

2. Los aumentos de fuerza y eficiencia inducidos por hormonas pueden lograr el 100% de su máximo potencial en 10 segundos, pero caen al 55% después de 30 segundos, al 35% después de 60 segundos y al 31% después de 90 segundos. Son necesarios al menos 3 minutos de descanso para permitir una «recarga» del sistema.

3. Un periodo de relajación extenso tras una excitación intensa del sistema nervioso simpático puede resultar en una reacción parasimpática violenta con una reducción significativa del nivel de energía, de la frecuencia cardíaca y la presión sanguínea. Esto puede manifestarse en síntomas de shock normal (mareos, náuseas y/o vómitos, sudores) y/o agotamiento.

Asimismo, hay que entender que estas frecuencias cardíacas sólo son de aplicación en el caso de incrementos debidos al estrés de la supervivencia o al miedo. Puedes correr varios sprints de entrenamiento y conseguir que tu frecuencia cardíaca llegue a 200 ppm, pero el efecto de este incremento de la frecuencia cardíaca inducido por el ejercicio no será el mismo que el que produce el miedo o el estrés de la supervivencia. Además, cuando combinas la vasoconstricción del incremento de la frecuencia cardíaca inducido por el miedo con el esfuerzo físico o las exigencias del ejercicio, el resultado parece ser un efecto «amplificador» que puede resultar en frecuencias cardíacas extraordinarias. Así que cabe entender que los factores fisiológicos son unos indicadores pobres del rendimiento en combate, ya que hay muchísimas cosas que dependen de las características individuales. Pero, a pesar de todo, cada uno tiene una fase amarilla, roja o negra y resulta importante saber de qué manera la activación fisiológica interactúa con el rendimiento en combate.

Las 155 ppm, por lo tanto, no son absolutas para cada persona, pero son un punto de partida para la mayoría. Los agentes de policía a menudo ven un síntoma de esto cuando paran a un conductor por una infracción de tráfico y la mano del conductor tiembla de tal manera que a duras penas puede firmar la multa. Lo mismo ocurre con las personas que se ven envueltas en un accidente de tráfico, cuando más tarde tienen dificultades para garabatear su número de teléfono. Estos síntomas son el resultado de las primeras fases de la vasoconstricción, una respuesta que restringe el flujo de la sangre a las extremidades.

A menudo formo a guerreros de operaciones especiales. Cuando uno piensa en operaciones especiales, uno se imagina a los Rangers, Boinas Verdes o seals,1 pero una gran parte de la comunidad de operaciones especiales de Estados Unidos también se nutre de soberbios pilotos y tripulaciones de vuelo que prestan apoyo a estos guerreros de élite. Algunos pilotos de la Fuerza Aérea de los Estados Unidos con los que trabajé me hablaron de un instructor de pilotos que les daba unos pequeños puntos adhesivos de color amarillo. Los pilotos pegaban los puntos en sus relojes y en las cabinas como recordatorio de que debían mantenerse en la fase amarilla: alerta pero no con una sobreactivación fisiológica. Si un piloto experimenta una sobreactivación y comienza a entrar en la fase roja, el precio que pagará será la pérdida de sus habilidades motoras más preciadas. Que el piloto de tu helicóptero pierda sus habilidades motoras de control más preciadas mientras se acerca para aterrizar en una zona caliente no es una buena noticia. Los pilotos intentan existir en un estado afín al zen de una fase amarilla constante y apacible.

Otros guerreros también tienen que mantener un estado de fase amarilla. Por ejemplo, cuando instruyo a negociadores de rehenes, subrayo la importancia de funcionar en la fase amarilla. Me enorgullezco de ser miembro del panel de consejeros técnicos de la American Sniper Association,2 probablemente la organización privada de adiestramiento de francotiradores del ejército y la policía más destacada del mundo. Los francotiradores deben mantener las habilidades motoras más preciadas, así que cuando los instruyo subrayo la necesidad de permanecer en la fase amarilla. Tuve el privilegio de participar como instructor en una conferencia internacional de artificieros y, sin duda, éste es un grupo de individuos que tienen que permanecer tranquilos y en fase amarilla cuando hacen su trabajo.

Una situación totalmente diferente es la del hombre punta en un equipo swat que entra por una puerta para enfrentarse con un hombre armado y atrincherado. Necesita que su tiempo de reacción cognitiva, su tiempo de reacción visual y sus habilidades motoras más complejas estén en el nivel más alto. Necesita estar en fase roja. Cierto es que pierde algunas de sus habilidades motoras más preciadas, pero en este caso se trata de un precio a pagar aceptable. Mediante un entrenamiento intenso y de incesante repetición convertirá las habilidades que necesita en «memoria muscular». Los recambios de cargador, los ejercicios de resolución de interrupciones, el manejo de las armas y esposas son unas pocas de las muchas habilidades que tiene que ensayar hasta que pueda realizar estas tareas complejas sin error alguno, sin un pensamiento consciente, a pesar de estar en la fase roja. Puede que se meta en problemas si tiene que realizar una habilidad motora precisa que no ha ensayado, pero se trata de un riesgo aceptable.

El nivel óptimo de activación fisiológica

¡Imposible, si aprietas los tornillos de tu valor!

Shakespeare

Macbeth

El vínculo de una frecuencia cardíaca específica con el rendimiento de una tarea fue introducido por Bruce K. Siddle, autor de un libro excelente, Sharpening the Warrior’s Edge, y uno de los grandes pioneros en el campo de la «ciencia del guerrero». En 1997, me pidieron que escribiera una entrada sobre los «efectos psicológicos del combate» en la Academic Press Encyclopedia of Violence, Peace, and Conflict. Le pedí a Bruce Siddle que escribiera el artículo conmigo debido a la investigación que había realizado sobre la fisiología del combate. En el artículo incluimos el gráfico de la «frecuencia cardíaca y rendimiento» con su escala termométrica. Se pidió a expertos de talla mundial que valoraran nuestra entrada en la enciclopedia; las reseñas fueron muy positivas y una persona señaló incluso que «era brillante». Ya que la evaluación por expertos se realiza a ciegas, probablemente nunca sabré la identidad de estos amables y generosos evaluadores, pero lo cierto es que esta investigación no es realmente «brillante». Se trata tan sólo de un viejo soldado y de un viejo poli haciendo preguntas que nadie había hecho.

Estos hallazgos iniciales serán actualizados y modificados a medida que dispongamos de nueva información. Hoy en día podemos avanzar en este modelo mediante la integración de los códigos de colores y el modelo de la «u invertida» (un modelo clásico y universalmente aceptado de estrés y rendimiento) junto con la información sobre la frecuencia cardíaca de Bruce Siddle, para conformar un «Modelo Unificado de Estrés y Rendimiento».

Cabe señalar que el sistema de códigos de color (que fue popularizado por el coronel Jeff Cooper, uno de los más grandes pioneros en el campo de la ciencia del guerrero) siempre ha sido un estado mental más que un nivel fisiológico. Se utiliza aquí con las debidas disculpas y con el crédito debido a sus creadores originales.


Fig. 2. Modelo Unificado de Estrés y Rendimiento

La fase gris, piloto automático e inoculación del estrés

Les digo a mis hombres que sentir miedo está bien. Si pensaras que no tienes miedo, me lo pensaría dos veces sobre ti. Se trata de aprender cómo operar con ese miedo, abrirse camino y hacer tu trabajo como un profesional.

Sargento Mayor de Comando Bob Gallagher

Ejército de Estados Unidos, veterano de Somalia,

durante la preparación de sus soldados para la invasión de Iraq.

Pete Pomerleau y Don Lazzari son instructores de policía asociados con el bahr Training Group, una organización que instruye a policías a gran escala. Han estado recreando parte de la investigación de Siddle en la que se colocan dispositivos de control de la frecuencia cardíaca en el cuerpo de agentes del orden que participan en simulaciones de combate mediante el uso de paint bullets en condiciones altamente estresantes. Estas balas duelen cuando impactan, lo cual es deseable porque el dolor y la posibilidad del dolor convierte este adiestramiento en una forma de «inoculación del estrés».

Necesitamos más investigaciones sistemáticas en esta área, pero el trabajo del bahr consiguió los mismos resultados que Bruce Siddle. Pomerleau y Lazzari descubrieron que, cuando un policía medio experimenta un incremento de la frecuencia cardíaca inducido por el estrés (es decir, inducido por la adrenalina) hasta situarse cerca de las 145 ppm, se produce un colapso serio del rendimiento. Aunque esto no le ocurre a todo el mundo. Al parecer, si has practicado las habilidades requeridas, puedes «llegar hasta el límite» en la fase roja, consiguiendo un rendimiento extraordinario con unos niveles de frecuencia cardíaca acelerados. Vamos a llamar a esta zona, aproximadamente entre las 145 y las 175 ppm, «fase gris». (Más allá de la fase gris se encuentra la «fase negra», un área marcada por el colapso catastrófico del rendimiento mental y físico que trataremos en breve.)

Todas estas investigaciones se encuentran todavía en sus inicios, en un estado embrionario de fascinante indagación. En Warrior Science, Bruce Siddle escribe:

El estudio del comportamiento del hombre en combate es un estudio de paradojas y extremos. La experiencia del combate es intangible, y se esconde en profundos recovecos de la psique humana. En consecuencia, resulta difícil mostrar en gráficos con medidas científicas la experiencia del combate, e incluso es más difícil que el mundo de los estudiosos e historiadores pueda acceder a la misma.

La fase gris en particular es verdaderamente una «zona gris» sobre la que todavía necesitamos realizar más investigaciones.

Ron Avery es un instructor de policía y un tirador de pistola de combate de primer orden que ha protagonizado tres vídeos didácticos de gran éxito llamados Secrets of a Professional Shooter. Ron apunta que funciona en dos niveles durante una competición. Cuando está «corriendo y tirando» su frecuencia cardíaca se sitúa alrededor de las 145 ppm. Para los policías que participaron en las investigaciones de Bruce Siddle y el grupo bahr, 145 ppm representa un nivel en el que el rendimiento comienza a desplomarse. Pero para Ron este es su nivel óptimo de estimulación porque es cuando puede «llegar hasta el límite». Ha ensayado y se ha entrenado, convirtiendo cada acción en «memoria muscular», lo que le permite funcionar a un nivel experto en la fase gris. Este concepto de memoria muscular también se conoce como «piloto automático» y será tratado más adelante con más detalle.

Ron Avery denomina este proceso «aclimatación al estrés», un buen término descriptivo. El concepto fundamental es que el éxito pasado bajo condiciones estresantes aclimata para situaciones similares y promueve los éxitos futuros. Para describir este proceso, yo empleo el término psicológico «inoculación». Con independencia de cómo lo llamemos, no hay duda de que funciona. Tal y como Ron lo expresa:

Con el adiestramiento correcto y el condicionamiento y práctica requeridos, podemos conseguir habilidades que otros piensan que son imposibles. Creo que hay todo un ámbito de posibilidades que podemos enseñar y entrenar a hacer a los guerreros. La aclimatación al estrés estriba en medir dosis precisas de estrés seguidas de oleadas de recuperación y la repetición de estos ciclos de manera muy específica. Tiene que haber tiempo para que se produzca la adaptación y suficiente entrenamiento, repetido a lo largo del tiempo, para que ayude a que cuaje además de reforzar el condicionamiento.

Mi antiguo jefe en West Point, el coronel Jack Beach, siempre señala que las emociones tienen por lo menos tres componentes: cognitivo, fisiológico y conductual. Una parte importante de lo que conseguimos mediante la inoculación del estrés es cognitiva. La experiencia del estudiante durante el entrenamiento le ayuda a eliminar algo de la sorpresa cuando se da la situación real. Un entrenamiento efectivo también eleva la sensación de confianza del estudiante, lo que constituye otro aspecto cognitivo de la inoculación del estrés. La sensación de efectividad personal y confianza en uno mismo creada por un entrenamiento realista reduce tanto el estrés como cuando los músculos van en piloto automático. Como señaló el duque de Wellington: «Ningún hombre teme hacer aquello que sabe que hace bien».

Eliminar la sorpresa del combate, elevar la confianza en uno mismo y preparar cognitivamente al guerrero para la batalla forman parte de los objetivos primarios de este libro. Así que este libro puede entenderse como una forma de inoculación del estrés. Espero que la disminución de la sorpresa y el aumento de la confianza en uno mismo que proporcionan estas páginas sirvan para reducir el estrés en el combate. A lo largo del libro me centraré en los aspectos fisiológicos y conductuales de la preparación para el combate, pero siempre debemos tener en cuenta estos aspectos cognitivos.

Hay indicios que parecen apuntar a que los expertos de primer orden en condiciones físicas óptimas, en situaciones específicas y controladas, pueden usar el piloto automático y la inoculación del estrés para «llegar hasta el límite» en la fase roja y alcanzar el umbral de la fase gris. Por ejemplo, un artículo en Popular Science Magazine señala que los pilotos de élite de la nascar y la Fórmula 1 mantienen normalmente una frecuencia cardíaca aproximada de 175 ppm durante horas y horas. Empleando lo que sabemos de otros ámbitos de investigación sobre el rendimiento bajo el estrés, podemos formular la hipótesis de que estos pilotos poseen un conjunto de habilidades limitado (giro a la izquierda, giro a la derecha, freno) que ha sido ensayado de forma profusa y que requiere ser ejecutado con una velocidad extraordinaria. Así, los mejores de entre los mejores de estos pilotos parecen estar exprimiéndose, llevando hasta el límite su fase roja personal hasta llegar al borde exterior de la fase gris.

En 2001, como parte de un curso de instrucción exhaustivo de dos semanas de combate en espacios cerrados, un oficial de las Fuerzas Especiales del ejército de Estados Unidos (boina verde) realizó, junto al doctor C.A. Morgan del centro de tept de Yale y Gary Hazlett, un psicólogo de las operaciones especiales del ejército de Estados Unidos, una «investigación sobre variaciones en la frecuencia cardíaca» con algunos de los guerreros de la élite de nuestro país. Debido al rigor y exigencia del curso de instrucción, este grupo selecto ya se encontraba en un nivel excepcional de alta preparación física. Gracias a los muchos años de entrenamiento físico y al amplio desarrollo de habilidades de combate, básicamente se han convertido en «atletas» del combate de primera magnitud. El instructor principal diseñó y llevó a cabo un «test de estrés» basado en combate en espacios cerrados de fuerza contra fuerza. Al tener que depender de una combinación de habilidades en guerrilla urbana y combate cuerpo a cuerpo, cada boina verde se enfrentaba de forma individual a personas entrenadas que interpretaban el papel de enemigos y vestían uniformes de reducción de impacto Blauer High Gear y actuaban con diversos niveles de conformidad. Los Boinas Verdes llevaban equipos de full combat y armas equipadas con paint bullets para la «fuerza letal», y podían emplear habilidades de full contact con las manos para situaciones «no letales», cuando se internaron en un entorno macabro escasamente iluminado en el que reinaba un ruido ensordecedor. Entonces, y sin previo aviso, un controlador produjo un estímulo de dolor con un shock eléctrico en la parte superior del cuerpo de cada uno de los participantes que reproducía el golpe del fuego enemigo.

A pesar de estas circunstancias adversas extraordinarias, todos los guerreros actuaron de forma soberbia. Examinar tan sólo la frecuencia cardíaca máxima es una burda simplificación de la compleja naturaleza de la «variabilidad de la frecuencia cardíaca», pero resulta interesante señalar que aquellos cuyo rendimiento fue mejor tenían una frecuencia cardíaca máxima cercana a 175 ppm, mientras que aquellos que fueron menos competentes por escaso margen tenían una frecuencia cardíaca máxima en torno a 180 ppm. Al igual que nuestros pilotos de nascar, 175 ppm parece ser el nivel óptimo de rendimiento, e incluso a ese nivel su condición física y su prolongado entrenamiento ofrecieron la inoculación del estrés y la respuesta de piloto automático que les permitió «llegar hasta el límite» en la fase roja hasta bordear la «fase gris».

Sin embargo, se dieron excepciones. Tras cada enfrentamiento, los Boinas Verdes debían retener a cada «enemigo», ya estuviera «muerto» o reducido en combate cuerpo a cuerpo, con flex-cuffs, un tipo de esposas flexibles consistentes en una brida estrecha de plástico con un pequeño agujero en un extremo de un solo sentido. El otro extremo (corredero) se inserta en el agujero para ser tensado. (Hay versiones más pequeñas que se utilizan a veces para cerrar bolsas de basura de plástico.) Insertar el extremo de esta sujeción en el pequeño agujero requiere un grado relativamente alto de habilidades motoras finas, un proceso que los Boinas Verdes no habían ensayado en demasía. El resultado fue que aquellos que no llevaban las flex-cuffs con el extremo «preinsertado» tal y como se les había enseñado tuvieron claramente mayores dificultades cuando tuvieron que realizar el procedimiento de esposar bajo un estrés extremadamente alto. Algunos, a veces, fueron claramente incapaces de ensartar las esposas y a la postre no inmovilizaron de forma adecuada a sus sujetos. Los soldados que prepararon sus esposas de forma adecuada realizaron la maniobra en «piloto automático» y pudieron esposar a la vez que vigilaban el entorno.

Cuando aprendemos habilidades y las incorporamos como memoria muscular o respuestas de piloto automático es importante que se enseñen sólo de una manera. El estudio de 1952 de W. E. Hicks encontró que, cuando las respuestas posibles aumentaban de una a dos, el tiempo de reacción se incrementaba en un 58 por ciento. Es decir, elegir entre opciones lleva tiempo y, cuantas más opciones tienes, mayor es el tiempo de reacción. A esto se le denomina la «ley de Hicks» pero hace siglos Sun Tzu dijo lo mismo: «Cuantas más posibilidades le presentes al enemigo, tanto más difuso se verá obligado a convertirse. Cuanto más difuso se convierta, tanto más difícil será para él concentrarse lo suficiente para realizar un ataque con éxito». Queremos confundir al enemigo con una variedad de posibilidades, pero no queremos que eso nos suceda a nosotros. De ahí que un conjunto sencillo de habilidades, combinado con un énfasis en las acciones que requieren habilidades motoras de los músculos complejas y gruesas (en contraposición a las habilidades motoras finas), todo ello ensayado una y otra vez, permite niveles de rendimiento extraordinario bajo el estrés.

Leo Frankowski es un ingeniero brillante con varias patentes y muchos libros de ciencia ficción de éxito a su nombre. He colaborado con él en varias novelas de ciencia ficción militar. Él dice: «En las paredes de la mayoría de talleres de ingeniería encontrarás un letrero que reza: hse. Cuando un novato pregunta qué significa, se le responde: “Hazlo sencillo, estúpido”». Esta ley fundamental de la ingeniería también se aplica al entrenamiento y la preparación de los guerreros para el combate.

Hay muchas formas de inocular el estrés. Los bomberos se inoculan contra el fuego. Los marineros se inoculan contra los barcos que zozobran poniéndolos en compartimentos que se inundan mientras luchan por reparar una avería simulada. Muchas personas se inoculan contra las alturas mediante las experiencias de rápel y ascenso.

Todas las organizaciones de guerreros deberían coordinarse con la unidad canina o la compañía de perros de patrulla local para que sus miembros puedan ponerse el equipo de protección adecuado y experimenten lo que significa ser mordido de forma repetida por varios perros de ataque. Preferiblemente, uno a uno, frente a todos a la vez. (Y quiero agradecer a la Arizona K-9 Association por permitirme ser mordido por todos y cada uno de los perros del estado de Arizona... de la manera adecuada.) La organización de Gavin de Becker es el primer grupo de guerreros que conozco que ha incorporado este entrenamiento para todo su personal. Lo llaman «Inoculación contra el Miedo en Combate» y todos los miembros del equipo de guardaespaldas de élite están obligados a participar. Sólo de esta manera se puede experimentar e inocularse contra una furia verdadera y desquiciada, ya que los que se entrenan siempre saben que un entrenador racional nunca cometería un acto que pudiera hacerles daño de verdad; pero un perro de ataque lo hará encantado.

Reaccionar con calma y racionalmente al fuego, tomar las medidas necesarias y las acciones apropiadas en situaciones que tienen que ver con las alturas y gestionar de forma efectiva el ataque de un perro son ejemplos de habilidades que salvan vidas, pero no son la tarea más dura que se les impone a los guerreros. Se pasa un mal rato, desde luego, pero los guerreros tienen que avanzar hacia el sonido de las balas, hacia la criatura más astuta, ingeniosa y destructiva sobre la faz de la tierra: uno de su propia especie que está tratando de matarlos. Y tal y como hemos demostrado, para la mayoría de los seres humanos esto representa la fobia humana universal.

Así que, ¿cómo se inocula a alguien contra una pelea a tiros? Tal y como veremos, los guerreros pueden (y deben) ser inoculados contra este agente estresante mediante la experiencia de escenarios de fuerza contra fuerza en los que disparan y se les dispara con balas de plástico llenas de pintura accionadas con pólvora. Cuando adiestré a las fuerzas de operaciones especiales de Singapur, las llamaban acertadamente las «pastillas del dolor».

La inoculación del estrés no es perfecta y para conseguir un grado útil de protección ésta tiene que ser aplicada con precisión. La vacuna de la gripe del año pasado resulta de escaso valor para este año. Una inoculación de la viruela ofrece escasa protección frente a la fiebre amarilla y la inoculación de un bombero contra el fuego ofrece escasa protección si la gente le dispara. Con todo, parece haber una transferencia o «filtración» en el área de la inoculación del estrés. Al igual que aprender una lengua facilita el aprendizaje de otras, la inoculación del estrés en un área facilita una adaptación rápida ante un nuevo agente estresante. Los paracaidistas están inoculados contra el estrés de saltar de un avión, lo que los hace tropas de élite con mejor capacidad para adaptarse con rapidez y de forma completa al combate en tierra.

Hay muchos estudios que apoyan la teoría de que el valor de la inoculación del estrés reside no sólo en la inoculación contra un agente estresante específico. Parece haber una suerte de «sistema inmunológico contra el estrés» que permite adaptarse cada vez mejor a nuevas clases de estrés.

Un oficial de entrenamiento de uno de los principales departamentos de policía de Estados Unidos me contó que empleaban a un campeón de lucha full contact para adiestrar a la policía. Era profundamente respetado y extraordinariamente competente como luchador de combate cuerpo a cuerpo. Su nivel de inoculación de estrés en el combate sin armas no tenía parangón. Sin embargo, cuando le invitaron a participar en un escenario de fuerza contra fuerza con paint bullets, se comprobó que de poco le servirían sus habilidades en el combate sin armas. En el primer enfrentamiento, su frecuencia cardíaca se le disparó a las 220 ppm y soltó el arma. Sin embargo, su inoculación del estrés previa le permitió adaptarse rápidamente y al cabo del día su rendimiento ya era soberbio. (Este guerrero debe ser respetado y admirado por su disposición a someterse a la vergüenza de aprender una nueva habilidad delante de otros. No hay nada de lo que avergonzarse cuando uno no lo consigue. Para un guerrero la única causa de vergüenza es no haberlo intentado.)

El empleo de la respiración táctica para mantenerse en la fase

No tendré miedo. El miedo es lo que mata la mente. El miedo es la pequeña muerte que trae la destrucción total. Me enfrentaré a mi miedo. Permitiré que me pase por encima y a través de mí. Y cuando ya se haya ido, dirigiré mi ojo interno para ver su camino. Allí por donde el miedo haya pasado no habrá nada. Sólo quedaré yo.

Frank Herbert

Dune

Las respuestas de piloto automático desarrolladas mediante la práctica repetitiva y la inoculación del estrés mediante un entrenamiento realista y estresante son dos formidables y efectivas herramientas para «llegar hasta el límite» y mantenerse en la zona. Una técnica adicional para controlar la respuesta fisiológica son los ejercicios de respiración táctica.

Volvamos a Ron Avery y a su rendimiento como tirador profesional. Cuando corre y dispara en una competición de tiro profesional, su frecuencia cardíaca se eleva a aproximadamente 145 ppm, pero cuando se mantiene inmóvil y dispara su pulsación se mantiene en torno a los 90 ppm. Se arrastra a sí mismo para abajo hasta la fase amarilla, al igual que un francotirador que realiza disparos tranquilos de precisión. Un buen tirador profesional funciona a dos niveles, oscilando entre las fases amarilla y roja (o, a veces, en una fase roja que se extiende hasta la esfera de la fase gris).

Algo parecido ocurre con los jugadores de baloncesto profesionales. Recorren la cancha de arriba abajo funcionando en lo alto de la fase roja, a menudo llegando al límite hasta entrar en la zona gris, lo cual está bien para esa fase del juego. Sin embargo, si un jugador se detiene para realizar un tiro libre mientras su corazón bate en su pecho, «lanzará una pedrada», es decir, fallará. Normalmente, un jugador de baloncesto profesional se toma una pausa antes de realizar un tiro libre y de forma intuitiva sabe respirar profundo varias veces. Utiliza todo el tiempo del que dispone para conseguir bajar su frecuencia cardíaca. Rueda sus hombros musculosos lentamente, relaja conscientemente su cuerpo y evita mirar a la muchedumbre mientras se concentra en su tarea. De forma intencionada se arrastra a sí mismo para abajo hasta la fase amarilla, convirtiéndose en un «francotirador» para poder realizar el lanzamiento. Todos los jugadores de baloncesto entienden de forma intuitiva que, si quieren encestar el tiro libre, tienen que alternar entre las fases amarilla y roja.

Para aquellos que no llegan hasta el límite mediante el ejercicio físico y el entrenamiento repetitivo la fase gris es, por lo general, una esfera en la que las habilidades motoras complejas se colapsan. Una de las cosas que parece que sucede es que se da paso a la simetría bilateral, lo que significa que probablemente lo que haces con una mano lo harás con la otra. Por ejemplo, sobresalta a un bebé y sus bracitos y piernas empiezan a sacudirse, en lo que se conoce como respuesta al sobresalto, siendo el movimiento de ambos lados del cuerpo idéntico. La simetría bilateral puede tener graves consecuencias para un agente de policía en una situación tensa en la que está apuntando a un sospechoso. Pongamos que el sospechoso intenta escapar y el agente de policía lo agarra con su mano libre. En realidad, esta no es una buena técnica táctica y es particularmente mala cuando la frecuencia cardíaca del agente de policía está acelerada por encima de las 145 ppm. Su pulso acelerado causa simetría bilateral con el resultado de que, mientras el agente de policía agarra un trozo de la camisa del sospechoso con una mano, experimenta una respuesta convulsiva de agarrotamiento en la mano que sostiene la pistola, lo cual causa una detonación no intencionada del arma. Esa es mi idea de un mal día para el agente de policía y un muy mal día para el sospechoso.

La simetría bilateral también te puede ocurrir cuando te ves sobresaltado. Bruce Siddle, en un artículo titulado «El impacto del sistema nervioso simpático en las investigaciones con empleo de la fuerza», escribe:

Verse sobresaltado cuando uno se encuentra física o mentalmente absorto dará como resultado cuatro acciones involuntarias que ocurren en 150 milisegundos. Primero, los ojos parpadean; segundo, la cabeza y el torso superior se mueven hacia delante; y, por último, las manos empiezan a cerrarse en puños. Si la persona se encuentra bajo un estrés extremo y la adrenalina ha sido introducida en el sistema, la respuesta de contracción de las manos resultante al sobresalto puede generar hasta 11 kilogramos de presión. Esta cantidad de fuerza es aproximadamente dos veces la que se requiere para descargar un revólver de doble acción.

Ahora bien, hay muchas formas de prevenir esta respuesta convulsiva de agarrotamiento. Una de ellas, que consiste en mantener el dedo fuera del gatillo hasta que llegue el momento de destruir al objetivo, se ha convertido en la estándar para el adiestramiento militar y policial. Pero ni siquiera esta ofrece garantías, porque la respuesta del agarrotamiento puede ser tan intensa que el dedo se vuelva a introducir en el guardamonte causando una detonación no intencionada.

Mi coautor recuerda una reyerta en la que participó cuando era policía militar (pm) en Saigón:

Había seis soldados estadounidenses enfurecidos y cinco o seis pm, y estábamos en el fragor de la pelea por toda la acera hasta la misma calle y de nuevo en la acera. En un momento dado, uno de los soldados empezó a desarmar a uno de los pm, así que saqué mi calibre 45, la cargué con una bala de munición y se la pegué al hombre en la cara. Cuando obedeció mi orden de que se tumbara apoyado sobre el estómago, apunté mi calibre 45 hacia el aire y sin darme cuenta oprimí el gatillo, descargando una bala hacia el cielo. Todo el mundo se sobresaltó y dejó de pelear, así que pudimos ponerles las esposas a los sospechosos. Por cierto, recibí una mención del oficial de la pm por mi agilidad mental. Dado que nunca había recibido una mención hasta entonces, la acepté con elegancia y humildad y nunca mencioné que se trató de un error.

Otra forma de prevención estándar consiste en empuñar el arma en posición de guardia baja con la boca de fuego hacia el suelo. En caso de que se diera una descarga no intencionada, con suerte el disparo impactaría en el suelo o por lo menos alcanzaría la parte baja de la persona que tuviera la desgracia de encontrarse delante del arma.

Sin embargo, la mayor prevención estriba en no dejar que la frecuencia cardíaca ascienda demasiado. En el momento en que la frecuencia cardíaca se eleva por encima de la fase roja (por lo general, a partir de 145 ppm) vienen los problemas.

La mayor parte de la gente experimenta ansiedad antes de realizar un examen importante. Existen dos componentes en la ansiedad del examen: el psicológico y el fisiológico. Este último se caracteriza por una frecuencia cardíaca acelerada y una pérdida del control de las habilidades motoras finas. Cuando enseñaba en West Point y en la universidad del estado de Arkansas comprobé que los jugadores de fútbol americano eran los que sufrían más la ansiedad del examen. Claro está que en la mayoría de las universidades los jugadores de fútbol tienen la desgraciada reputación de ser, en palabras de un colega profesor, «más tontos que un zapato», lo cual por lo general no es justo. La verdad es que por regla general no son menos listos que cualquier otro atleta, pero su deporte se puede poner en su contra.

Con las excepciones del quarterback y el pateador, nadie en un equipo de fútbol americano requiere habilidades motoras finas. Los que bloquean y los que están en el backfield desde luego que no las necesitan, y la mayor parte del tiempo los que se encargan de recibir los pases (agarrando la pelota con ambas manos) sólo necesitan la simetría bilateral. Cuando un jugador de fútbol americano está en el juego, funcionando en lo que a menudo se denomina «momento dulce», su nivel de rendimiento, su fase roja (que puede ser exprimida muy arriba hasta la fase gris), se encuentra en algún punto entre 140 y 175 ppm.

Un resultado desafortunado de ello es que, como en el terreno de juego ha rendido tan a menudo en su momento dulce, ahora en el aula su nivel de rendimiento en ppm puede desbordarse. Puede ser que haya estudiado toda la noche para un examen, que se sepa la materia y se muera de ganas por demostrarlo. Pero cuando se sienta a hacerlo, su corazón bate en su pecho como en el campo de juego. De pronto, no puede manipular los dedos para usar el bolígrafo, y cuanto más lo intenta más empeora su estado. Así que se queda en blanco. Ni siquiera puede contestar la primera pregunta y a partir de ahí todo va a peor. Cuando suspende el examen, todo el mundo está convencido de que es estúpido y, tristemente, a lo mejor él también lo cree. Pero no es estúpido; se trata simplemente de que su cuerpo trabaja en su contra.

Durante mi estancia como profesor en la universidad del estado de Arkansas, la mayoría de los entrenadores enviaban a sus estudiantes a mi clase de Introducción a la psicología. No era porque yo fuera un profesor fácil sino más bien porque les enseñaba una formidable técnica de respiración, la misma que ofreceré más adelante. Vigilaba a los estudiantes cuando se examinaban para que nadie copiara pero la razón principal era intentar descubrir signos de ansiedad. A menudo los veía encorvados mientras hiperventilaban. Si tenían la tez clara, sus caras se volvían blancas alrededor de la nariz y los labios, y también sus nudillos. Cuando esto ocurría, sabía que tenía a alguien sufriendo la ansiedad del examen. Así que, periódicamente durante el examen, hacía que todos se detuvieran y dejaran sus lápices, y decía mi mantra: «Es un tiro libre. Es un tiro libre». Entonces hacía que la clase entera hiciera exactamente lo que hace un jugador de baloncesto para prepararse para un tiro libre: respirar para bajar la frecuencia cardíaca. Concretamente, les hacía practicar el ejercicio de respiración táctica de cuatro tiempos que emplean los equipos de élite swat y los soldados de operaciones especiales en todo el mundo. Y funcionaba.

La respiración táctica es verdaderamente una revolución en el adiestramiento del guerrero y yo soy tan sólo una de las numerosas personas que enseñan esta técnica. El Calibre Press Street Survival Seminar es un programa de primer orden que ha entrenado a cientos de miles de agentes de policía con este método y ha recibido un enorme feedback que confirma que la respiración táctica ha salvado sin duda muchas vidas. Si esta técnica puede ser útil para jugadores de baloncesto universitarios en el fragor de un partido, y para jugadores de fútbol americano que se enfrentan a la ansiedad del examen, ¿no será infinitamente más importante para los guerreros que toman decisiones de vida o muerte y reciben disparos de vida o muerte en el entorno tóxico, corrosivo y destructivo de la fobia humana universal?

La fase negra

¡Oh, raciocinio! Has ido a buscar asilo en los irracionales, pues los hombres han perdido la razón.

Shakespeare

Julio César

Las investigaciones de Bruce Siddle, los artículos de Popular Science sobre los pilotos de la nascar y las investigaciones sobre el «test de estrés» de los Boinas Verdes, indican sin excepción que 175 ppm es lo más alto a lo que se puede empujar la fase roja y adentrarse en la misteriosa fase gris. De nuevo, es necesario ser cauteloso a la hora de dar números concretos para estas situaciones, pero parece ser que, incluso bajo las condiciones más ideales, por encima de 175 ppm se produce una serie de acontecimientos catastróficos.

Los cardiólogos nos dicen que en un determinado momento una frecuencia cardíaca incrementada se vuelve contraproducente porque el corazón bombea tan rápido que no puede extraer una carga entera de sangre antes de bombearla hacia afuera. Cuando la frecuencia cardíaca se eleva por encima de este punto, la efectividad del corazón y los niveles de oxígeno suministrados al cerebro decrecen ininterrumpidamente.

Por la causa que sea, algo sorprendente parece ocurrir cuando el sns acelera la frecuencia cardíaca por encima de las 175 ppm. Para nuestros propósitos, lo llamaremos fase negra y examinaremos qué ocurre en el interior de la mente de una persona que intenta funcionar en ese nivel.

El «modelo de cerebro triuno» fue desarrollado por el doctor Paul MacLean, director del laboratorio de evolución y comportamiento del cerebro en el National Institute of Mental Health en Bethesda, en el estado de Maryland. El modelo propone pensar que el cerebro humano consiste en tres partes: el cerebro anterior o proencéfalo, que es la parte que te hace un ser humano; el cerebro medio o mesencéfalo, la parte que todos los mamíferos tienen en común; y el cerebro posterior o rombencéfalo. El cerebro anterior realiza los procesos mentales básicos, el cerebro medio realiza amplios procesos reflexivos y el cerebro posterior se ocupa del ritmo cardíaco y de la respiración.

Si te dispararan en el cerebro anterior, podrías sobrevivir a esta herida porque se puede sobrevivir a un daño considerable en esta zona del cerebro. De hecho, siendo adolescente, un médico podría haberte practicado una hemisferoctomía que supone extirpar la mitad del cerebro y podrías incluso haber llevado una vida funcional completa. Sin embargo, el daño severo ocurre cuando una bala impacta en el cerebro medio y, si incluso una bala de calibre pequeño penetra en el cerebro posterior, la intrusión detendría tu respiración y tu ritmo cardíaco.

Cuando entras en la fase negra, tu proceso cognitivo se deteriora, lo que no deja de ser una manera elegante de decir que dejas de pensar. Brásidas de Esparta dijo que: «El miedo hace que los hombres olviden y una habilidad que no puede luchar es inútil». En la fase negra, uno puede correr y luchar como un oso enorme sin pelo ni uñas, pero eso es todo lo que puede hacer. El cerebro anterior se cierra y el cerebro medio, el «cachorro» en el interior, esa parte que es igual al cerebro de tu perro, se alza y «secuestra» al cerebro anterior.

Hay que recalcar que existe una diferencia tremenda entre el impacto en el rendimiento de un incremento en la frecuencia cardíaca causado por el miedo, es decir, el sistema nervioso simpático inundando tu cuerpo con hormonas, y un incremento en la frecuencia cardíaca causado por el ejercicio físico. Cuando el corazón te late con fuerza debido al esfuerzo físico, la cara se te pondrá roja como un tomate, pues los vasos sanguíneos se abren del todo para hacer llegar sangre a los músculos. Pero en un incremento en la frecuencia cardíaca causado por el miedo la cara se te pondrá blanca debido a la vasoconstricción. Si hay unas exigencias físicas extremas para el cuerpo al mismo tiempo que ocurre la vasoconstricción, entonces estos dos procesos trabajan aparentemente el uno contra el otro para causar un ritmo cardíaco desbocado. No estamos seguros de por qué ocurre, pero la teoría actual dominante es que las exigencias físicas son las causantes de que el cuerpo grite pidiendo oxígeno mientras que la vasoconstricción cierra el flujo sanguíneo que provee el oxígeno, lo que da como resultado que el corazón lata cada vez más rápido pero sin conseguir apenas nada.

Aunque lo mencioné antes, vale la pena repetirlo para entender que utilizar el ejercicio físico a fin de incrementar la frecuencia cardíaca es una técnica excelente para simular los efectos del estrés del combate. Pero hay que recordar que los poderosos efectos fisiológicos causados por el hecho de que alguien intente matarte no son algo que podamos reproducir en un entrenamiento, si bien el entrenamiento de fuerza contra fuerza con paint bullets (cuando alguien intenta hacerte daño) se puede acercar bastante.

¿Has intentado alguna vez discutir con una persona realmente asustada o enfadada? No es posible porque, cuanto más asustada y enfadada esté la persona, menos racional será. Esto se debe

a que su el cerebro anterior se ha cerrado y su cerebro medio, el que es igual al de un perro, ha tomado el control. De hecho, es casi como si intentaras discutir con tu perro: la experiencia puede parecerle intrigante pero poco vas a conseguir. Tampoco conseguirás mucho cuando intentas hablar con un ser humano en este estado alterado. Para conectar con él, primero tienes que tranquilizarlo.

Artwohl y Christensen, en Deadly Force Encounters, ofrecen un ejemplo clásico de este comportamiento:

El oficial Peterson no oyó detonar la escopeta del otro oficial o el disparo de la pistola de su compañero, ni siquiera su propio disparo, pero todos los disparos alcanzaron al sospechoso.

«Me acerqué al tipo, que se deslizó sobre el asiento de su coche hasta quedarse sentado, y alejé la Beretta con el pie. Otro oficial recogió el arma mientras otros dos tiraron del hombre hasta ponerlo sobre su estómago y lo esposaron.»

Peterson recibió una descarga de adrenalina más grande que lo que pudiera producir una píldora sintética. «Fui al coche y marqué el teléfono de mi casa. Me saltó el contestador pero sabía que mis chicos estaban en casa, probablemente aún dormían. Comencé a gritar para que alguien descolgara el teléfono, y continué gritando hasta que desperté a los chicos que dormían abajo. Cuando contestaron, les empecé a gritar lo que había sucedido y que quería verlos. Tan sólo necesitaba abrazarlos. Cuando me preguntaron cómo llegar, les dije que mi compañero iría a buscarlos.»

Peterson cuenta que la descarga fue tan intensa, tan extraordinaria, que fue casi como una experiencia extracorpórea. Nadie llevó a los chicos al lugar del incidente.

Vasoconstrictor: Blanco de miedo

No tengo tiempo para sangrar.

Jesse Ventura

Piensa en esas frías mañanas cuando tus dedos están blancos y no hacen lo que les dices. Ese es un ejemplo de una vasoconstricción causada por el frío. También ocurre como consecuencia del estrés. En su fase inicial, cuando entras en la fase roja (comenzando en torno a las 115 ppm), empiezas a sentir una pérdida de las habilidades motoras finas. En la fase gris (comenzando en torno a las 145 ppm), el individuo medio comienza a perder habilidades motoras complejas. Pero cuando tu corazón se acelera hasta la esfera de la fase negra, los efectos de la vasoconstricción resultan catastróficos. Es fácil detectarlo en una persona de tez clara (si bien le ocurre a cualquier persona de cualquier raza) porque la piel se pone blanca cuando se constriñe el flujo sanguíneo a las capas superiores del cuerpo. En concreto, el corazón bombea la sangre a través de las arterias y luego, en la etapa precapilar (justo antes de entrar en los capilares), el flujo sanguíneo se detiene.

En un nivel bajo de vasoconstricción (debido al frío o al estrés), sólo se cierran los pequeños capilares sanguíneos lo que provoca una cierta pérdida de las habilidades motoras finas. Le ocurre a tus dedos esas mañana frías y también cuando estás sometido al estrés. A medida que la vasoconstricción se intensifica, el flujo sanguíneo a los músculos motores complejos comienza a cerrarse. La sangre se acumula en el grueso del cuerpo y en los grandes grupos musculares y la presión sanguínea se dispara. (Este incremento en la presión sanguínea es un aspecto importante de lo que le está sucediendo a tu cuerpo: las investigaciones del Federal Law Enforcement Training Center sugieren que la presión arterial sistólica es un mejor indicador del estrés que el ritmo cardíaco.) La capa exterior de tu cuerpo se convierte en una capa de armadura y, siempre que no te hieran en una arteria, puedes recibir una gran cantidad de daño sin perder mucha sangre. (De ahí que las heridas superficiales en la cara y el cuero cabelludo suelan sangrar más. En esta región, los vasos sanguíneos de entrada y salida están muy cerca de la superficie, así que la habilidad de la vasoconstricción para limitar el sangrado es menos efectiva.)

Esto parece ser un mecanismo de supervivencia destinado a limitar la pérdida de sangre en una situación de combate. El precio a pagar, sin embargo, es una pérdida del control motor porque, cuando los músculos dejan de recibir sangre, dejan de funcionar. A la postre habrá una reacción contraria denominada vasodilatación, que es lo contrario de la vasoconstricción. Cuando la vasodilatación ocurre, tus venas se abren completamente y (si eres de tez clara) se te enrojece la cara. A veces, los agentes de policía se refieren a ello como «cara de tomate» y han aprendido que generalmente representa un peligro significativamente menor que la cara blanca de la vasoconstricción.

Bruce Siddle ofrece un ejemplo clásico de vasoconstricción. Cuando tres policías estaban comprobando entre ellos si alguno había resultado herido tras un tiroteo, uno de ellos encontró una pequeña doblez por delante y por detrás de la parte superior de su manga. «La bala debió de pasarme cerca», dijo visiblemente aliviado. Pero tan pronto como pronunció esas palabras la herida de su brazo se abrió y la sangre empezó a manar a borbotones. Cuando pensó que estaba bien se relajó, lo que causó que la vasoconstricción se parara y empezara la vasodilatación.

¡Marca el 1-1-2!

El cerebro medio no tiene ninguna filosofía, no siente duda ni arrepentimiento. Sólo conoce la vida y la muerte sin matices. El cerebro medio nunca está confuso y nunca vacila. Su trabajo consiste en sacarnos del desastre con vida. No es bueno a la hora de realizar varias tareas a la vez. Nunca se disculpa, nunca mira atrás y nunca derrama lágrimas.

Desafortunadamente, en la filosofía de adiestramiento de muchas instituciones se ignora al cerebro medio. Hacemos demasiado adiestramiento «en abstracto». «En abstracto» es donde debe empezar todo entrenamiento porque el cerebro anterior es el punto de entrada de toda información. Por desgracia, ahí es donde termina mucho de lo que pasa por adiestramiento. A medida que el estudiante se sumerge en el entorno del adiestramiento, los niveles de estrés deben aumentar de forma que las habilidades psicomotoras importantes comiencen a filtrarse en el cerebro medio. El cerebro medio sólo «sabrá lo que tiene que hacer» si el estudiante ha sido «inoculado contra el estrés».

John Farnam

Correspondencia con el coronel Grossman

A medida que sientes cómo se incrementa el estrés y pasas a la fase negra, es común perder la visión periférica, una condición que normalmente se denomina visión de túnel. También se da la pérdida de profundidad de visión, lo cual significa que una amenaza parecerá estar más cerca de lo que realmente está, así como una pérdida de la visión de cerca, lo cual significa problemas para ver las cosas más inmediatas.

La gente que se enfrenta a una amenaza, como un hombre con un cuchillo, a menudo retrocede para ver más de la situación. Resulta una terrible ironía en situaciones estresantes que, en el momento en que necesitas más tus ojos, puedas perder tu visión de cerca. Así que, ¿qué significa esta pérdida?

Considera el simple hecho de marcar el 1-1-2 en el teléfono en caso de una emergencia. Permíteme que te dé una tarea fácil y que te implore que la hagas. Cualquier noche que tú y tu familia estéis viendo la televisión, desconecta el teléfono y haz que cada miembro de tu familia practique marcando el 1-1-2. Hacedlo al menos veinte veces cada uno varias veces al año. ¿Por qué practicar algo tan simple?

Imagina que tu hija nunca practicó marcar el 1-1-2 y está sola en casa en un dormitorio trasero cuando alguien está forzando la puerta del dormitorio. Su aterrorizado ritmo cardíaco estará probablemente martilleando a 220 ppm. Recuerda que su control motor fino comienza a deteriorarse a 115 ppm, y su visión de cerca comienza a decrecer alrededor de 175 ppm. Ahora bien, con 220 pulsaciones, la vida de tu niña depende de su habilidad para marcar tres dígitos que nunca antes había marcado. Si lo ha ensayado, sus dedos sabrán lo que tienen que hacer incluso con un ritmo cardíaco acelerado. Pero si no lo ha ensayado...

Un agente de policía me dio un ejemplo excelente: «Soy un tipo un poco perezoso», me dijo, «nunca he buscado un número de teléfono en mi vida. Simplemente, marco 4-1-1».3 Un día que estaba solo en su casa, se disparó accidentalmente en una pierna. «Intentaba marcar el 1-1-2, pero sólo conseguía pulsar 4-1-1.» Como ese era el número telefónico que normalmente pulsaba, bajo estrés sus dedos estaban en piloto automático. «Al final, lo dejé correr», me explicó, «le dije a la operadora de información: “Soy policía. Me he disparado. Por favor, contacte con emergencias.”» Lo que ensayas es lo que harás bajo estrés. Si has estado marcando 4-1-1 durante años y nunca practicaste marcar el 1-1-2, entonces bajo estrés es probable que marques 4-1-1.

En otro caso, un agente tuvo que realizarle una reanimación cardiopulmonar a su hija pequeña. Le dio el teléfono a su mujer y le dijo que llamara al 1-1-2, pero ella no pudo. Como no tenía práctica, no podía ver los números y no podía utilizar los dedos, ni siquiera para salvar la vida de su propia hija. Otro agente me contó que su mujer estaba sola en casa con los niños cuando de pronto los perros comenzaron a ladrar y alguien comenzó a tirar la puerta del comedor abajo. Manipuló el teléfono con torpeza y de forma desesperada pero no podía ver los números. Al final consiguió marcar los números, lo que les salvó la vida.

Un agente de un centro de preparación de la policía sufrió un infarto y, mientras yacía muriéndose, la asistente administrativa intentó sin éxito marcar el 1-1-2. Llamó una y otra vez sin conseguir hablar con una operadora de emergencias. Al final, fruto del enfado y la frustración, arrojó el teléfono al otro lado de la habitación arrancando el cable de la pared. Más tarde, cuando ya se había tranquilizado y repuesto, se dio cuenta de que no había marcado el número necesario para las llamadas externas.

Cualquiera que sea la habilidad que se requiere bajo estrés, ésta tiene que ser ensayada con antelación. Por ejemplo, si uno marca el 1-1-2 en un teléfono móvil, tiene que acordarse de apretar el botón de llamada al final. Esto es de todos sabido en un momento de tranquilidad y compostura pero, ¿qué ocurre cuando el ritmo cardíaco se acelera a 220 ppm? Ensáyalo ahora unas cuantas veces para que esté ahí cuando lo necesites. Pero asegúrate de que el teléfono está desconectado.

Los agentes de policía saben que tienen que ensayar el cambio de cargadores en sus armas. Si bien es fácil poner un cargador en la recámara y tirar de la corredera, los agentes experimentados saben que si no se han entrenado en la práctica de esta simple maniobra, quizás no sean capaces de hacerlo en una situación de estrés. Hay un valor concreto en la práctica de habilidades bajo situaciones de entrenamiento estresantes como, por ejemplo, enfrentamientos fuerza contra fuerza con paint bullets. Si el guerrero realiza una acción bajo el estrés de la supervivencia, entonces verdaderamente poseerá esa habilidad en el cerebro medio.

Pérdida de visión de cerca y la puntería en el tiro con pistola

Por muy difícil que pueda parecer en el fragor de la batalla, es importante desplazar la atención del arma en sí al ser humano que está vivo y respira que la empuña; el mismo ser humano que come, duerme, orina y también se pone los pantalones metiendo una pierna y luego la otra al igual que lo hiciste tú esta mañana.

Steve Tarani y Damon Fay

Contact Weapons: Lethality and Defense

En las situaciones en las que el corazón late desbocado, la pérdida del control motor fino y de la visión de cerca nos obliga a entrenarnos en la práctica de cosas que parecen sencillas cuando estamos tranquilos y sosegados. En Sharpening the Warrior’s Edge, Bruce Siddle señala que la habilidad motora fina disminuye a medida que se incrementa el ritmo cardíaco, pero que se puede limitar el impacto preparándose mental y físicamente con antelación.

Cuando se da la pérdida de visión de cerca, puede que no seas capaz de ver las miras de la pistola. (En un fusil, sucede que el punto de mira delantero está lo suficientemente alejado para que la habilidad para verlo claramente no se vea afectada por una pérdida de visión de cerca, y en una mira cerrada militar, se supone que el alza queda desenfocada. Eso quizás ayude a explicar por qué prácticamente todos los ejércitos en todas las naciones adoptaron las miras cerradas para su armamento a lo largo del siglo xx.) Mientras que no existe debate alguno sobre el hecho de que puede darse la incapacidad de concentrarse en el punto de mira delantero, sí que lo hay sobre cómo resolver el problema. Algunos dicen que si se te enseña a ver el punto de mira delantero durante suficiente tiempo y con un gran esfuerzo, en el momento de la verdad lo verás. Otros dicen que si recibes un par de balas y tu corazón se pone a 220 ppm, no se puede esperar que veas las marcas y que necesitarás aprender el tiro instintivo (llamado a veces tiro centrado en el objetivo o point shooting).

Sólo recuerda que bajo un estrés extremo puede que no veas las miras de tu pistola. Hay varios estudios que recogen los casos de agentes de policía que informaron tras un tiroteo que, como no podían ver sus miras, no dispararon. Debes saber con antelación que este fenómeno puede ocurrir, pero no dejes que te paralice.

Si te encuentras en un enfrentamiento directo y desesperado de vida o muerte, y tienes una posibilidad de acertar, confía en tu instinto: apunta y dispara. Pero si estás teniendo problemas para concentrarte en las miras y sólo dispones de unos segundos, respira. A la mayoría de nosotros se nos enseñó a respirar durante nuestros primeros días en el campo de tiro: respirar, relajarse, apuntar, alinear, apretar. Toma aire, aguántalo, suéltalo, aguanta y dispara. Esta es una oportunidad perfecta para emplear el método de la respiración táctica.

Si dispones de tiempo, respira y desciende a la fase roja para conseguir que las miras estén enfocadas. O, llévalo un paso más allá y desciende a la fase amarilla para poder realizar un impecable disparo de precisión. La técnica de la respiración será tratada con mayor detalle más adelante, pero permitidme que dé un ejemplo de un individuo que usó conscientemente esta técnica para descender a la fase amarilla. Un agente me explicó una experiencia que tuvo cazando:

Tenía a este magnífico ciervo en mi punto de mira. Estaba en mi puesto de caza y el corazón me latía con fuerza en el pecho. Es un tiro largo con un ángulo desplazado y todo lo que puedo ver es la parte de atrás de su cabeza y cuello. Disponía de tiempo, así que respiré profundamente con el estómago cuatro veces, como nos enseñó. La respiración me calmó el ritmo cardíaco y disparé.

Si un pequeño ejercicio de respiración puede funcionar en la competición, en el campo de tiro y en la caza, debes saber que tendrá un enorme poder para controlar tu respuesta de estrés durante el combate.

1 Acrónimo en inglés de los equipos Mar, Aire y Tierra de la Armada de los Estados Unidos.

2 Asociación de francotiradores de Estados Unidos.

3 El número 411 es el teléfono de información en Estados Unidos.

Sobre el combate

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