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Introducción: Nuevos guerreros; nuevos paladines

Hasta que la tecnología me permita ponerte las esposas a distancia, necesitaré detenerte, cara a cara, hombre a hombre. Eso significa que, cuando luchemos, cuando invoque los elementos del guerrero dentro de mí, estaré lo suficientemente cerca para olerte, tocarte, golpearte, cortarte, oírte, implorarte, luchar contigo, dispararte, esposarte, sangrar encima de ti y que tú sangres encima de mí, curarte las heridas, oír tus últimas palabras. Quizás nuestro encuentro sea breve, pero habré tenido un contacto más intenso contigo, mi adversario no deseado, que con la mayoría de mis seres queridos.

Scott Mattison, Chief Deputy,

Departamento del Sheriff del condado de Swift

Benson, Minnesota

Si estás en una guerra, eres un guerrero. ¿Hay una guerra contra las drogas? ¿Hay una guerra contra el crimen? ¿Hay una guerra contra el terrorismo? ¿Estás haciendo frente o conteniendo una agresión como agente de policía en tu país, como efectivo para el mantenimiento de la paz en una tierra lejana o como un guerrero que combate el terrorismo en todo el mundo? O quizás has optado por ser un adepto a las artes marciales o un ciudadano armado que pretende defenderse a sí mismo y a sus seres queridos llegada la hora. ¿Hay gente que se levanta cada mañana con la intención de devolverte a tu familia dentro de una caja? Entonces estás en una guerra y eres un guerrero.

Cuando las balas empiezan a silbar, sólo hay dos clases de personas: guerreros y víctimas; aquellos que luchan y aquellos que no están preparados, no pueden o no quieren defenderse. Ya que decidiste abrir este libro, asumo que caminas por la senda del guerrero.

Hoy en día los efectivos de las fuerzas de paz y los agentes de la policía se van acercando. En todo el mundo, los guerreros de azul (policía y otros agentes) y los guerreros de verde (soldados, marines y otras fuerzas de mantenimiento de la paz) se encuentran teniendo que hacer frente a las mismas misiones. Cada vez más a menudo, la policía tiene que hacer frente a adversarios armados con fusiles de asalto y bombas. De hecho, pueden tener que enfrentarse a actos de guerra deliberados por parte de terroristas internacionales. Como consecuencia, la policía ha empezado a llevar fusiles de asalto y depender de equipos de Armas y Tácticas Especiales (en inglés, swat, Special Weapons And Tactics Teams). Por otra parte, los militares comienzan a pensar que el uso de artillería y bombardeos aéreos en misiones de mantenimiento de la paz y contraterrorismo puede ser contraproducente, y que el uso de pequeños equipos de patrulla o checkpoints puede ser más efectivo. En Bosnia y Nueva York, en Iraq y Los Ángeles, en Afganistán y Littleton (Colorado), los agentes de policía se están pareciendo más a los militares en su equipo, estructura y tácticas, mientras que los militares se están pareciendo más a los agentes de policía en su equipo, misiones y tácticas.

Una nueva guerra en casa: récord de crímenes y terrorismo

A pesar de nuestras maravillas y grandeza, somos una sociedad que ha experimentado tanta regresión social, tanta decadencia, en un periodo de tiempo tan corto, que muchas partes de Estados Unidos se han convertido en la clase de lugar a la que las naciones civilizadas solían enviar misioneros.

William J. Bennett

Además de la amenaza del terrorismo interno (como el atentado en Oklahoma City, que constituye el mayor acto de terrorismo interno en la historia de Estados Unidos, y la matanza de Columbine, que constituye el mayor acto de asesinato en serie juvenil de la historia a secas) y del terrorismo internacional (como el ataque a las Torres Gemelas del 11 de septiembre de 2001, que figura en el Libro Guinness de los récords como el más grande de todos los tiempos), ha habido una explosión del crimen violento que ha provocado cambios en los cuerpos de policía. Las agresiones con arma blanca o de fuego per cápita se multiplicaron por siete entre 1957 y 1993. En la década de 1990 hubo un ligero descenso en el índice de criminalidad que obedeció particularmente a una acción policial más agresiva, el período de bonanza más largo de la historia de Estados Unidos y al hecho de que las penas de prisión per cápita se multiplicaran por cinco desde 1970. Aun así, el índice de criminalidad violenta es cinco veces mayor que en 1957.

En Canadá, las agresiones per cápita con arma blanca o de fuego se cuadriplicaron desde 1964. Desde 1977, los casos graves de agresión per cápita (tal y como cada nación lo comunica a Interpol) se han incrementado casi por cinco en Noruega y Grecia y aproximadamente cuatro veces en Australia y Nueva Zelanda. Durante este mismo periodo, los casos graves de agresión per cápita se han triplicado en Suecia, Austria y Francia, y aproximadamente se han duplicado en Bélgica, Dinamarca, Inglaterra-Gales, Alemania, Hungría, Holanda, Escocia y Suiza. Y no sólo ocurre en naciones «occidentales» tradicionales: Brasil, México y toda Latinoamérica experimentan una explosión del crimen violento, mientras que naciones como Japón y Singapur están sufriendo un incremento del crimen violento juvenil sin precedentes.

Para responder a este extraordinario incremento de la violencia, las agencias de policía del mundo libre han entrenado y organizado a los mejores policías que nunca hemos visto. Y a pesar de que el equipo, el entrenamiento, la organización y las tácticas son cada vez mejores, las bajas de agentes de policía en Estados Unidos aumentaron un 21 por ciento en 1997. Sabemos que si no fuera por toda la armadura (chalecos antibalas) que llevan nuestros agentes, las bajas en la policía de Estados Unidos serían fácilmente el doble o el triple de lo que son hoy en día. Si esto no es una guerra, que me digan lo que es.

Post-11S: Una nueva guerra y una nueva misión

para nuestros militares

Paréceme figurar una nación noble y poderosa alzándose cual hombre vigoroso tras su sueño y sacudiendo su invencible melena; paréceme verla como un águila que renueva, cual plumaje, su poderosa juventud y que prende sus desencandilados ojos a plena luz del mediodía.

Milton

Aeropagítica

Mientras tanto, nuestros soldados y marines son llamados para estabilizar naciones en todo el mundo mediante operaciones de mantenimiento de la paz en lugares de los que muchos de nosotros nunca habíamos oído hablar con anterioridad al despliegue de las tropas estadounidenses. Esto es una realidad del mundo tras la Guerra Fría.

Occidente ganó la Guerra Fría, y ahora, por primera vez en la historia, la mayor parte de la población mundial elige a sus líderes nacionales. Acaso sea verdad que hoy en día el mundo por fin es un lugar seguro para las democracias. (Utilizo la palabra democracia en su sentido más amplio y popular, ya que Estados Unido es, técnicamente hablando, una «democracia representativa» o una «república».) Es un lugar común señalar que, por lo general, un gobierno elegido democráticamente no va a la guerra contra otras democracias. A los historiadores les gusta buscarle los tres pies al gato para encontrar excepciones, básicamente alterando la definición de «gobiernos elegidos democráticamente», pero incluso si aceptamos la existencia de algunas escasas «excepciones», sigue siendo una valiosa heurística o «regla de buen cubero».

En una de sus columnas para los periódicos, el profesor de ciencias políticas Bradley R. Gitz afirma sin ambages: «No existe consenso sobre un caso histórico de un gobierno elegido democráticamente que haya ido a la guerra contra otro gobierno elegido democráticamente». Opina que uno de los «axiomas» de las ciencias políticas es que «los Estados democráticos no luchan contra Estados democráticos o prestan ayuda a grupos terroristas». Y cita al politólogo John Mueller quien «ha ido hasta el extremo de afirmar que una guerra entre estos Estados se ha convertido en “subracionalmente impensable”, ni siquiera en la pantalla del radar de las opciones a considerar como medios para resolver disputas».

Con la desaparición de la Unión Soviética y el Pacto de Varsovia, el objetivo de las democracias en todo el mundo es el de promover la democracia. Cuando una nación se convierte en una democracia, es como si la inocularan contra la idea de ir a la guerra contra otro Estado similar.

¿Cómo podemos ayudar a una nación para que se convierta en democracia? Lo hacemos mediante las operaciones de mante-nimiento de la paz, estabilización y desarrollo interno en todo el mundo. Lo hacemos mediante fuerzas de paz cuyo trabajo es muy similar al mantenimiento de la paz de los agentes de policía.

En la guerra contra el terrorismo, los guerreros asaltan la amenaza que queda en pie contra la democracia: el terrorismo global bendecido y promovido por naciones totalitarias que le dan amparo. En Afganistán y por todo el mundo, los guerreros han sido llamados a la acción para llevar a los terroristas ante la justicia por el asesinato de casi tres mil ciudadanos estadounidenses el 11 de septiembre de 2001.

Cuando terminen esta formidable tarea y hayan erradicado el terrorismo, tendremos que reconstruir esas naciones, pues no estaremos a salvo hasta que sean democracias. Para conseguirlo necesitamos policía y fuerzas de paz. Guerreros. Guerreros para atacar. Guerreros para defender. Guerreros para construir, preservar y proteger.

Un nuevo paladín

Si no mantenemos la idea del guerrero, nos convertimos en pretenciosos trabajadores sociales con pistolas. Y no estaremos a la altura de nuestra verdadera responsabilidad: salvar vidas humanas inocentes.

Un agente de policía

¿Te has preguntado alguna vez por qué los agentes de policía llevan un escudo en el lado izquierdo? Se trata de una referencia directa, intencionada, y explícita a los caballeros de antaño. Y realmente eran caballeros. Se levantaban cada mañana y se armaban de todas sus armas. Colgaban un arma de la cadera y un escudo en el lado izquierdo. Y así marchaban y hacían buenas obras y administraban la justicia.

La pólvora derrotó a la armadura y los caballeros desaparecieron. Hoy en día, por primera vez en siglos, tanto en el cuerpo militar como en el de la policía, tenemos guerreros que se arman con todas sus armas; toman sus escudos, se atan sus armas y marchan para hacer buenas obras. Si eso no es un caballero, si eso no es un paladín, una nueva orden de caballería, entonces, que me digan lo que es.

Los caballeros de antaño son, en cierta manera, míticos, pero estos nuevos caballeros son reales y personifican el espíritu del modelo antiguo del caballero paladín, el campeón de los débiles y oprimidos, dedicado a la rectitud y a la justicia.

Un líder del ejército de Estados Unidos (a quien prometí que no desvelaría su identidad) escribió lo siguiente tras ser testigo de grandes actos de valentía por parte de sus soldados:

Dios mío, ¿dónde conseguimos a estos hombres? ¿Qué Dios maravilloso ha dispuesto que, cada generación, de nuevo, aparezcan nuevos gigantes en la tierra? Si tuviéramos que pasar una sola generación sin esta clase de hombres, estaríamos sin duda condenados.

Piénsalo: Si tuviéramos que pasar una sola generación sin hombres (y mujeres) dispuestos a salir cada día y enfrentarse al mal, entonces en el transcurso de esa generación acabaríamos condenados. Podríamos pasar una generación sin los médicos, y las cosas serían tremendas si uno resultara herido o se pusiera enfermo, pero la civilización continuaría. Podríamos pasar una generación sin ingenieros y mecánicos, y las cosas se romperían, pero la civilización sobreviviría. Incluso podríamos pasar una generación sin maestros y profesores. La siguiente generación acabaría con la lengua fuera para recuperar lo perdido, y sería duro, pero aun así la civilización, tal y como la conocemos, sobreviviría.

Si, por el contrario, tuviéramos que pasar «una sola generación» sin los guerreros dispuestos a enfrentarse a diario a la agresión humana, entonces, en el intervalo de esa generación estaríamos sin duda condenados. Pero, ¿dónde conseguimos a estos hombres (y, añado yo, mujeres)? Los construimos. Los adiestramos. Los cultivamos. No existe un empeño más importante o noble para una civilización. Son el clan de los guerreros, la hermandad de las armas.

Pero no limitéis, hermanos y hermanas, el papel del guerrero. Tuve el privilegio de ser el conferenciante, junto con un premio Nobel de la paz, en una conferencia de paz internacional. Allí propuse el término guerrero de la paz para referirse a aquellos que en cualquier profesión, con o sin armas, se dedican a fomentar la paz en nuestro mundo. Hace tiempo que el término se emplea y en la actualidad está generalmente aceptado. Incluye a la Cruz Roja, las ong en un escenario de guerra, los funcionarios que se ocupan de la libertad condicional, los médicos y los técnicos en emergencias sanitarias, el cuerpo de bomberos, los trabajadores sociales e incluso el clero. Ya sean los pasajeros del vuelo 93 de la United Airlines que lucharon contra los terroristas con tan sólo sus manos en el cielo de Pensilvania, o un trabajador de la Cruz Roja en África, los Boinas Verdes en Afganistán, o un agente de policía patrullando en las calles de Los Ángeles, todos son guerreros de paz. Espero que este libro tenga algo que decir a todos y cada uno de ellos.

Matar introdujo la idea de un estudio riguroso del hecho de matar y acuñó el término «killology».1 Ahora procede llevar a cabo un estudio riguroso de la psicología y la fisiología del combate que, quizás, podríamos denominar «combatología». George Washington ya nos previno de que «si quieres la paz, prepárate para la guerra». Esto significa que tiene que haber guerreros. Buenos guerreros, paladines, guerreros de paz que deben estudiar y llegar a ser expertos en el combate, al igual que un bombero estudia y se convierte en un experto en el fuego. Este es el propósito de este libro. Ojalá sea de alguna utilidad para aquellos que sirven a los demás.

Sin lugar a dudas, los verdaderos valientes son los que tienen una visión más clara de lo que les espera, ya sea la gloria o el peligro, y a pesar de ello lo afrontan.

Tucídides

1 La ciencia de matar. Se ha optado por dejar el término en inglés, al estar la obra en cuestión inédita en español.

Sobre el combate

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