Читать книгу Los ojos de la oscuridad - Dean Koontz - Страница 14
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ОглавлениеLa noche había caído sobre la casa de los Evans, y un seco viento del desierto la azotaba.
Un gato blanco del vecindario correteó por el césped, persiguiendo un trozo de papel movido por el viento; el gato dio un salto, y falló su presa; hizo una voltereta, se asustó y salió corriendo como una centella hacia otro patio.
En el interior, la casa estaba casi en un silencio total. De vez en cuando el frigorífico se ponía en marcha, con un ronroneo. Un cristal flojo de la ventana del salón repiqueteaba ligeramente cuando una fuerte ráfaga de viento chocaba contra él. El sistema de calefacción se ponía en funcionamiento y, durante un par de minutos, el soplillo susurraba silencioso cuando el aire caliente salía por las rejillas de ventilación.
Poco antes de medianoche, el cuarto de Danny comenzó a enfriarse. En el pomo de la puerta, en la radio y en un par de objetos metálicos, el rocío comenzó a condensarse a causa del aire frío y húmedo. La temperatura descendió con rapidez y las gotitas de agua se helaron. En la ventana apareció escarcha.
La radio se puso en marcha sola.
Durante unos segundos un pitido electrónico rompió el silencio. Luego, aquel ruido agudo se detuvo y la pantalla digital parpadeó mostrando números que cambiaban rápidamente. Fragmentos de música y de voces crepitaron en un espeluznante montaje de audio, que rebotó en las paredes de la fría habitación.
Pero no había nadie en la casa para escucharlo.
La puerta del armario se abrió, se cerró, se abrió...
En el interior del armario, las camisas y los vaqueros comenzaron a moverse en las perchas de las que colgaban y algunas prendas cayeron al suelo.
La cama empezó a dar sacudidas.
El expositor que contenía los nueve aviones de modelismo osciló, y golpeó repetidas veces contra la pared. Uno de los aviones se cayó de su estante; luego, dos más, después tres, luego otro, hasta que, en un momento, los nueve aviones quedaron apilados en el suelo.
En la pared, a la izquierda de la cama, un póster de la criatura de Alien se rasgó por la mitad.
La radio dejó de escanear, y se detuvo en una frecuencia abierta, que siseó y se disparó debido a las interferencias. Al cabo de unos minutos de silencio, una voz sonó por los altavoces. Era la voz de un niño. No se percibían palabras. Solo un grito prolongado y agonizante.
La voz desapareció al cabo de un minuto, pero la cama volvió a sacudirse con mucha más fuerza que antes.
Y la puerta del armario se abrió y se cerró con una fuerza sustancialmente mayor que antes.
Comenzaron a moverse también otros objetos. Durante casi cinco minutos, la habitación pareció estar viva.
Y luego murió.
Se hizo el silencio.
El aire empezó a caldearse.
La escarcha desapareció de la ventana y, afuera, el gato blanco siguió persiguiendo el trozo de papel.