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Capítulo 4

Morgue de la DEA – Miami

Los RESTOS del piloto fueron colocados sobre una mesa de acero inoxidable. El doctor Stenmark y sus ayudantes procedieron al análisis de cada fracción con todos los instrumentos del superlativo equipo del laboratorio.

Le quitaron el casco, la ropa y sus pertenencias: un anillo, una cadena con crucifijo y el reloj de pulsera, que pasaron a otro laboratorio específico. Debían buscar procedencia, residuos de todo tipo y medidas de talla. Serían comparadas con las obtenidas por los médicos sobre el pedazo de cadáver. Los resultados empezaron a llegar a manos del comandante.

ANÁLISIS DE SANGRE:

Corresponde a una persona perfectamente sana. No tiene residuos de droga ni alcohol.

Grupo cero positivo.

Seguía una serie de datos de cada uno de sus componentes.

ANÁLISIS ÓSEO:

Corresponde a una persona entre 38 y 42 años.

Buen estado de salud y alimentación.

Estatura aproximada: un metro ochenta centímetros. Peso aproximado: setenta y ocho kilos.

Contextura: atlética.

Otro listado completísimo de componentes, con verificación de ADN y genes.

ANÁLISIS CABEZA:

Raza blanca de rasgos latinos. Ojos negros.

Pelo castaño oscuro, casi negro.

Lunar pequeño en labio inferior, zona izquierda.

Dentadura con tres molares amalgamados.

Orejas medianas. Nariz recta. Cara oval.

Se radiografiaron todos los huesos disponibles desde diferentes ángulos. Secciones de tomografía y resonancia magnética.

ANÁLISIS DE MANOS:

Dedos fuertes más bien delgados. Uñas cortas.

Tenía un anillo en mano derecha de postura reciente, pues no había diferencia de tostado en el dedo ni marca de uso prolongado.

Vello abundante y oscuro.

Piel flexible, sin señales de trabajo pesado.

Los detalles llenaban varias carillas escritas en el computador, donde todos los datos fueron archivados. La cara y las manos fueron abundantemente fotografiadas y se le pidió al computador que completase el cuerpo faltante en función de los datos reales. Un pedido muy simple, si se tiene en cuenta que a veces le ordenaban dibujar todo el individuo con un cráneo suelto.

Los moldes de sus dientes fueron impresos y las huellas dactilares tomadas. La identificación sería rápida y con total seguridad. La única demora surgía de la falta de algunos datos que estaban en Colombia. Las huellas digitales se obtuvieron de los visados de ingreso a los Estados Unidos, pidiendo juntamente con las de otras miles de personas para no despertar sospecha...

CASCO DE PILOTO:

Procedencia norteamericana. Último modelo tecnológico usado en cazas militares. Sistema de visualización nocturna de alta calidad incluida (HMD, helmet-mounted display)

Residuos de explosivo militar de alta energía. Huellas dactilares de ambos costados.

Restos de tierra y polen en interior. Procedencia: Colombia, zona Villavicencio y norte de Cali. Polen de plantas selváticas tropicales variadas. Parte frontal con dibujo a mano de un águila real con las alas extendidas. Autor desconocido, con mucha habilidad para pintar en acrílico.

ANÁLISIS DEL EXPLOSIVO UTILIZADO:

Corresponde al grupo de los nitrocompuestos aromáticos.

Sesenta por ciento de RDX, explosivo tipo nitraminas alifáticas. Químicamente ciclotrimetilentrinitramina (hexógeno), cuarenta por ciento de trinitrotolueno –TNT– contiene algo de cera como desensibilizante.

Se denomina en el mercado composición “B”, aunque por la presencia de iones aluminio podría tratarse de la composición aluminada Torpex, mezcla de hexógeno y trilita.

Forma de colocación: En las espaldas del piloto, detrás de su asiento.

Se encuentran partículas del mismo incrustadas en sus restos.

Sistema: carga hueca. Se aplicó por seguridad el efecto Monroe: el hueco producido en la carga de un explosivo detonante produce un reforzamiento puntual de la acción de este explosivo. Es lo que hizo volar el centro del tórax y lo partió en dos, dejando la cabeza y brazos sin sentir ese efecto. La, carga fue diseñada de forma cónica, quizás con revestimiento metálico interior.

No se tienen elementos para el análisis, pero la forma destructiva apunta a que una parte interior de la masa sufra una fuerte extrusión y sea lanzada hacia adelante a una velocidad superior a la detonación del explosivo.

Su velocidad es de unos diez mil metros por segundo. Salió en forma de chorro delgado. Capaz de perforar paredes de acero. Detrás le siguió la masa gaseosa como un fuerte haz muy turbulento que produjo importantes efectos del otro lado y grandes temperaturas. Su velocidad es de unos seis mil setecientos metros por segundo. Los explosivos son de uso militar. Han usado una carga correspondiente al bazooka.

Deducimos esto a partir de que el cadáver tiene más materia en la espalda que en el pecho.

Los restos de explosivos están presentes en todos los equipos que tenía el piloto, salvo que los iones aluminio pertenezcan al material del avión vaporizado en la explosión, nos inclinamos a tener por seguro el uso del explosivo Torpex.

Por algunos residuos en ambos lados del cuerpo, deducimos como posible que se hayan colocado otras cargas en los costados de la cabina, con efecto de carga hueca hacia las alas. Las sacaría de cuajo del fuselaje. Es la forma más segura de destrucción total .

El efecto de estas cargas dentro del avión prácticamente lo desintegraría en pleno vuelo.

El poder destructivo pudo incrementarse si los detonantes tenían un tiempo de retardo.

Se utilizaron explosivos en cantidad sobredimensionada. Cada una de las cargas era suficiente para destruir el avión.

El hecho de que los residuos se concentren en los lados del casco y la campera, nos permiten insistir en la posibilidad de la colocación de cargas huecas de Torpex en las alas. Aunque quemada en gran parte, la campera tiene más restos en las mangas que en la espalda.

La mezcla de trilita con hexógeno y polvo de aluminio produce un aumento de la energía explosiva. El aluminio reacciona con los compuestos de la explosión y se produce óxido de aluminio, que añade calor al liberado por la descomposición del explosivo.

Se encontraron restos del detonante. Un modelo muy sofisticado, de última tecnología y altísima precisión.

Concluimos que el ejecutor conocía su oficio por la eficiencia y seguridad de la demolición. Nadie podría sobrevivir a la explosión.

CAMISA DEL PILOTO:

Procedencia norteamericana. Talle cincuenta y dos. Nueva. Restos de polvo y polen de la zona Villavicencio.

CAMPERA DEL PILOTO:

Cuero de novillo sobado de un milímetro de espesor. Sin marca. Confección artesanal no identificada de muy alto nivel. Bordados a mano de dibujos con seda no identificados, por los bordes podría ser dibujo similar casco. La campera presenta vestigios de polvo de cocaína no recientes.

Todo se encuentra quemado por la explosión. Tiene más material atrás que adelante.

Restos de polvo: origen Colombia, Estados Unidos, Taiwán, sudeste asiático. Los restos de polen sólo se pudieron analizar en los pliegues protegidos que no fueron quemados por la onda expansiva.

Restos de polen fresco: plantas tropicales colombianas. Plantas de La Flo rida. Plantas de California. Plantas del sudeste asiático.

Restos de aceite de motor y combustible para aviones. Tiempo aproximado de uso: tres meses.

CADENA Y CRUZ DEL PILOTO:

Cadena de oro con eslabones entrecruzados.

Crucifijo de oro con la imagen de Cristo muy bien tallada por un lado. Liso por detrás, con las inscripciones J. C. G. T.

El crucifijo es antiguo. Una obra de arte italiana de principios de siglo.

La cadena tiene desgaste correspondiente a tres años. No fue alterada por la explosión.

ANILLO DEL PILOTO:

Joya de primera calidad.

Nueva. Prácticamente sin marcas de uso.

Brillante dieciocho quilates engarzado en platino con aro de oro. Filigranas de orfebre de primer nivel.

Brillante: Treinta y tres facetas en su parte superior. Veinticinco facetas en la parte inferior. Filetín y culata perfectos. La talla es modelo diamante.

Tiene una dispersión cromática o fuego muy marcado. El brillo o vida es altísimo.

Se observan átomos extraños que producen iridiscencias o fancys de tonalidad cognac.

Sugerimos debe estar registrado en los anales de la casa vendedora. Valor estimado: más de ciento ochenta mil dólares.

RELOJ DEL PILOTO:

Rolex modelo Submariner negro con malla de acero. Uso estimado más de diez años.

Se detuvo a la hora de la explosión.

Restos de polvo y polen similares a los de la campera. Todos los elementos tienen restos de Torpex.

La lista de detalles minuciosos continuaba en largas carillas. Cada uno de los técnicos era un experto en investigación de polvos, polen, grasas, pelusas, pelos y todo lo imaginable. De un pedazo de basura sacaban la historia del dueño.

Desde el centro de cómputos no tardó en llegar la identificación del piloto: Juan Carlos García Torres, un personaje muy conocido por el comandante Parker.

El análisis de las partes del avión fue más complicado. Los restos del fuselaje correspondían a un avión Beechcraft King Air, mediano, tipo Jeprop, de quince plazas y una velocidad de 333 millas por hora, con una autonomía de 2.000 millas. De unos dieciocho años atrás. Pero el retorcido tablero correspondía a un modelo más grande, que no existía en el mercado. Se lo comparó con todos los modelos norteamericanos y extranjeros. No encontraron nada igual.

La química analítica cuantitativa determinó fehacientemente que el metal era el usado por la Beechcraft; el fuselaje era norteamericano.

¿Por qué no coincidía el tablero?

Un análisis más detallado demostró que los instrumentos colocados en el panel y en su mayoría quemados y retorcidos eran mucho más modernos que el avión. Algunos tan sofisticados que eran correspondientes a los Boeing, McDonnell, Douglas y General Dynamics de última generación.

Allí estaba la clave. El tablero fue diseñado y hecho a pedido de alguien que sabía lo que quería y podía comprarlo. El tablero era exclusivo de Juan Carlos García Torres. Por eso podía volar como volaba.

Los potentes microscopios detectaron restos de polvo, polen y clorhidrato de cocaína. El avión pertenecía a un narcotraficante que en ese momento no traía drogas o la explosión no rompió su embalaje. Ese avión había estado cerca de los laboratorios clandestinos de los narcos; el polvo correspondía a diferentes etapas de purificación.

Se podía sacar mucho más y lo sacaron. Los pedazos de metal contenían una larga historia que la DEA reconstruyó paso a paso.

El informe pedido por el comandante Parker estaba concluido.

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