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Capítulo 5

Sede central de la DEA – Miami

EL COMANDANTE John Parker se encontraba inquieto. Se reuniría en unos instantes con su equipo de expertos para analizar las informaciones de los forenses y los laboratorios físico–químicos. Las carpetas con los resultados de los análisis tenían en su tapa el inconfundible sello “Top Secret”.

Se respiraba un aire propio de una velada de la tribu Masái Mara antes de partir a una cacería de leones cebados. Tensión. Entusiasmo. Peligro.

El doctor Stenmark, el teniente David Kant, los capitanes Steward y Andrés Smith sujetaban en sus manos un tesoro de información.

No se encontraba en la partida de caza el teniente Williams Foster. Había llamado quince minutos antes comunicando que llegaría algo tarde. Un amigo se había accidentado y él lo acompañaba al hospital.

La reunión a puertas cerradas, en un ambiente a prueba de espionaje electrónico y del otro, comenzó con las palabras del comandante:

—He leído y estudiado detalladamente cada uno de sus informes. Todos estarán de acuerdo en un punto: la clave de esta investigación es la identidad del piloto. Con plena seguridad, el piloto era Juan Carlos García Torres, más conocido en todo el ambiente por “el Águila”. Lo confirman sus facciones, huellas digitales, las iniciales de su crucifijo, su casco y su eterna campera de cuero. Además del dibujo electrónico del computador. No quedan dudas al respecto. Tuve la primera corazonada de que se trataba de él cuando los marinos me dijeron que traía un casco con un águila pintada. Era su emblema y su orgullo era volar como ellas. También sabemos que fue ejecutado por una bomba de Torpex colocada detrás de su asiento y accionada por un micro-circuito muy sofisticado. Silencioso y con una seguridad altísima. Puede ser programado a la centésima de segundo.

Si antes creía estar ante una fisura en las relaciones entre los narcos, ahora que sabemos que el ejecutado ha sido nada menos que el Águila, creo que esa fisura pasó a ser una grieta. Quizás todo esto nos permita encontrar alguna forma de darle un golpe al narcotráfico. Los problemas de los narcos revelan sus puntos flojos. Allí debemos golpear. Hemos detectado que tienen por lo menos un problema. Creo que es un deber ineludible profundizar esta investigación.

Parker miró a sus compañeros sin hablar. Todos conocían a García Torres, alias “el Águila”. El mejor piloto para vuelos normales, anormales y acrobáticos que tenían los narcos. Su sangre de hielo y su conocimiento de los aviones hicieron de él una leyenda en Venezuela y Colombia. Era un ídolo que se ganaba su fama todos los días...

Además... lo más importante. Era el íntimo amigo y secretario del nuevo director general del enorme grupo económico formado por la unión de los Cárteles de Cali y Medellín. Una empresa todopoderosa que manejaba miles de millones de dólares y que no tenía nombre...

Pasaban los minutos y todas esas inteligencias superiores, entrenadas en el análisis de operaciones propias y ajenas, permanecían en silencio. Cada cual masticando la información y sacando las primeras conclusiones antes de hablar. Era su método... El cerebro antes que la lengua.

El comandante ordenó al teniente Kant traer su expediente. –Busca todo lo que tenemos del Águila.

Kant entró unos minutos después con una voluminosa carpeta. La dejó frente a Parker y se sentó al monitor del computador. Digitó los códigos de acceso a la base de datos específicos que la DEA almacenaba durante años de cada narcotraficante conocido o sospechoso.

—Comenzaremos desde el principio. Actualicemos los datos que tenemos desde la unificación de los Cárteles. Conozcamos algo más de su actual presidente. Veamos qué información hemos reunido del Águila. Tengo el presentimiento de que esto será un hueso sabroso para los perros sabuesos.

La computadora, hábilmente operada por el teniente Kant, entraba datos concisos y abundantes. Mucha información era conocida por ellos, pero era bueno completarla con las novedades que todos los días se incluían en los archivos del enorme monstruo electrónico de la DEA desde cientos de terminales de todo el mundo.

En fecha desconocida, probablemente en la primavera de 1988, se concreta en Río de Janeiro la unificación de los Cárteles de la droga de Cali y Medellín.

Al frente del Cártel de Cali está el doctor Jaime Hinojosa Fuentes.

Personalidad: Estudió la carrera de Abogacía en Bogotá. Edad: 65 años. Nacionalidad: colombiano. De Cali. Muy inteligente y con fama de astuto y despiadado. Tiene contactos con la mafia norteamericana. Es implacable con sus enemigos. Fue detenido en Colombia y liberado por falta de pruebas o por exceso de dinero...

Sus captores y jueces desaparecieron sin dejar huellas. El fiscal acusador voló con su casa y su familia en una explosión nocturna.

Dispone de una red de información y un ejército mercenario a su servicio. Trafica en un sesenta por ciento hacia Norteamérica y en un cuarenta por ciento hacia Europa. Odia a los sajones.

Es querido por su pueblo, hace grandes donativos y construye escuelas y hospitales, que llevan su nombre.

Tiene comprados parte del poder judicial y policial.

Vive en una estancia cerca de La Palmira, al noreste de Cali.

Controla el cuarenta por ciento de la droga colombiana.

Al frente del Cártel de Medellín está el señor Pedro Bucci Burgos, sucesor de Pablo Escobar.

Personalidad: Nació en Medellín, de una familia campesina. No tiene estudios superiores. Hombre de acción, impulsivo y muy violento. Llegó al poder a fuerza de tiros y coraje. Edad: 54 años.

Es más temido que respetado por el Cártel de Cali. No se lleva bien con la mafia norteamericana. Tiene el mayor poder económico y militar.

Muy querido por su pueblo y su gente. Es generoso con todos los necesitados que estén de su lado. Gusta cazar en la selva. Es reconocida su valentía. Va al frente de su gente cuando hay problemas. Nunca se esconde, ni cuando lo busca la DEA. La rechazó a tiros y reforzó sus defensas con políticos que impidieron que fuera molestado otra vez.

Vive en una estancia cerca de Medellín.

La unificación de los Cárteles llevada a cabo en Río de Janeiro, Brasil, fue realizada por los siguientes motivos: Unir fuerzas de ambos Cárteles ante la persecución de la DEA y los gobiernos sudamericanos presionados por los Estados Unidos bajo la administración Bush. Si querían créditos debían colaborar con la DEA desde Argentina a Colombia. Esta persecución afectó sobre todo al Cártel de Medellín. Su jefe, Pablo Escobar, fue detenido. Escapó comprando a sus custodios. Pero la DEA lo perseguía tanto que tuvo que pasar su mando al señor Pedro Bucci.

Los motivos que detectamos son: Buscar eficiencia ante la crisis sufrida. Evitar la competencia. Unificar el precio de la droga. Controlar y luchar contra la difusión de drogas asiáticas, que reducirían su mercado. Lavar los narcodólares por nuevos sistemas diferentes. Evitar los Bancos tipo BCCI y los que divulgan información por investigaciones o situaciones fraudulentas. Hacer una empresa moderna y sólida en todos los frentes.

Para evitar roces entre los Cárteles, eligieron un presidente general atípico. No debía pertenecer a Cali ni a Medellín. Debía ser un profesional al estilo de los que manejaban la Ford o la General Motors. Un manager con estudios y capacidad para dirigir como CEO esa empresa.

Lo encontraron: el doctor Miguel Ocampo Freedman. No pertenecía a ninguna de las familias y era colombiano. Su padre, de ascendencia latina, y su madre, judía. Conjunción de sangres muy complementarias para sus funciones: temperamento latino y habilidad judía en los negocios. Un latino puro nunca es un buen comerciante.

Master en economía de la Universidad de Harvard con las mejores calificaciones. Experto en Comercio Internacional y Marketing. Trabajó en la Bolsa de Valores de Wall Street para importantes empresas de New York. Ambicioso de dinero y poder. Una luz en los negocios. Dominaba perfectamente el inglés americano, conocía las costumbres de ambos países. Tenía resentimientos contra Norteamérica por el motivo de siempre: no era tratado de igual a igual. Siendo un latino era blanco de discriminación racial.

—Tenemos grabada su frase favorita –dijo Kant–: “Me gusta ver a esos seres que se creen superiores babeando y perdidos con un poquito de nuestra coca. Con ella nos devolverán el dinero que nos roban y vengaremos a nuestro pueblo del mundo rico que nos explota. Será justicia”. Tiene un resentimiento muy profundo contra los Estados Unidos y el primer mundo basado en la injusticia mundial. Recuerda a menudo las frases de Indira Gandhi: “América siempre traicionó a mi padre. Abandonó a la India. Sólo piensa en ella y nada comprende del mundo”... También utiliza la expresión de Kurt Waldheim cuando era Secretario de las Naciones Unidas: “Cuidado con la desesperación del tercer mundo. De ellos puede salir el caos mundial”.

El nuevo jefe de la droga no había llegado al poder a fuerza de tiros ni se había ganado el puesto por su salvajismo. Esta vez los narcos fueron muy astutos. Colocaron en el mando un capitán que conocía los mares del Marketing y cómo capear las tormentas financieras. El mejor profesional que cumplía los requisitos básicos, y que además era colombiano. Y sin escrúpulo alguno.

La presencia del doctor Ocampo frente al enorme grupo económico fue sentida inmediatamente. Se terminaron los problemas internos. Modernizó las fábricas de cocaína “a la americana”: la más alta tecnología en todo el proceso dio la máxima calidad lograda hasta ese momento. El control de calidad fue la base de su plan. Se basaba en sus estudios. La National Science Foundation de los Estados Unidos determinaba que el factor de crecimiento se debía a la innovación tecnológica. Él la aplicaba.

La comercialización fue al estilo “japonés”: planes de publicidad subliminales. Presentación excelente, en las formas más vistosas y llamativas. Vendía la droga fraccionada en sus propias plantas, en sobres con forma de mariposas, barcos, mujeres, animales de las series de Walt Disney y otros ya famosos. Papeles dorados y plateados. Letras con hologramas láser que certificaran su procedencia. Envases de una dosis, de diez o de veinte dosis, cerrados al vacío que decían: “Calidad garantizada. Envasado en origen”. Otros con el kit de aplicación incluido. Horóscopos de la suerte y mil formas de enganchar clientes por las buenas o por las malas. Dentro de algunos sobres, catalogados como de lujo, se podía encontrar una especie de lotería por la que se reintegraban fuertes sumas de dinero.

Su imaginación no tenía límites.

Proporcionó mezclas suaves, medias, fuertes y extrafuertes. Parecía que vendía café o champagne. Pero lograba vender, sin reclamos, drogas “suaves” que no eran otra cosa que diluidas, al precio de las puras.

Las ganancias aumentaron geométricamente. Un río de dinero corría entre sus manos. Era el manager más importante del mundo en ese aspecto. El director general de una empresa que no cotizaba en bolsa. Ni tenía acciones. Ni pagaba impuestos. Una empresa que legalmente no existía. Una empresa sin nombre...

Demostró su capacidad al organizar a los plantadores de coca en Perú y Bolivia: les mejoró las tierras con abonos adecuados a cada zona. Utilizó la ingeniería genética para aumentar la calidad de los cocales, buscando mayor concentración de alcaloides. Garantizó la compra de toda la producción de coca de Bolivia, Perú y las otras plantaciones menores.

Era famoso por el cumplimiento a rajatabla de sus promesas y sus pagos al contado en dólares billete. Siempre pagaba más de lo pactado, pero exigía lealtad plena. De lo contrario, pasaporte al infierno. En un período que él llamó de limpieza, desaparecieron todos los revoltosos.

Comenzaba con el doctor Ocampo una era de esplendor para los Cárteles.

Se transformó en un personaje sutil. Inaccesible. Con los mejores contactos al más alto nivel en los Estados Unidos y Latinoamérica. En su mansión comían y dormían muchos presidentes y sus ministros. Todos regresaban muy contentos con sus discretos regalos de alto valor.

El doctor Ocampo cada día pisaba más firme. Sus únicos enemigos declarados eran los agentes de la DEA. Desde la llegada del doctor, como era conocido en su ambiente, se cerraron muchos caminos de información. Todo se hizo difícil de ver y de probar. Era un genio que no dejaba cabos sueltos.

—Allí tenemos pintado a nuestro enemigo número uno –dijo el comandante Parker–. Es como Goliat. Invencible. Debemos encontrar un David que lo venza de un hondazo...

Cazador de narcos

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