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1. Entrenamiento infantil y juvenil como entrenamiento de base y de profundización

1.1. Aspectos introductorios

El entrenamiento infantil y juvenil configura el fundamento para el posible alto rendimiento deportivo posterior.

El objetivo del entrenamiento infantil y juvenil es un desarrollo y asentamiento óptimos de todos los factores motores, cognitivos, psíquicos y sociales que determinan el posterior alto rendimiento.

El contenido, la dificultad y la configuración del entrenamiento en las edades infantil y juvenil deben adecuarse a las posibilidades de rendimiento en el estado de desarrollo individual.

En las edades infantil y juvenil se crean las condiciones para el alto rendimiento en la posterior edad adulta (edad del alto rendimiento). El entrenamiento en estos años de desarrollo y asentamiento humano ha de crear los fundamentos de capacidades motoras, cognitivas, psíquicas y sociales de la forma más variada y polifacética posible. Y es necesidad imperiosa, para optimizar el desarrollo y asentamiento de estas capacidades y el desarrollo de la personalidad en su conjunto, hacer frente con decisión al cambio del entorno actual, claramente perjudicial, con unas condiciones de aprendizaje nuevas, modificadas, que favorezcan el desarrollo del niño. Cuanto más profundo y variado sea el asentamiento de todas las fuerzas importantes para el alto rendimiento, tanto mayores serán los rendimientos duraderos obtenibles posteriormente, en la edad del alto rendimiento. Las carencias o déficit en el llamado entrenamiento de base limitan posteriormente el rendimiento y no son recuperables, por lo menos no de forma completa. Así, en nuestros días resulta imprescindible conceder tiempo y margen a la capacidad general de juego y a la adquisición de virtudes sociales y esquemas de valores, fundamentales para jugar con éxito en un equipo de fútbol y también para la vida cotidiana en etapas posteriores. Los grupos de juego más allá de la modalidad deportiva, ya en la edad preescolar, y un rechazo firme, en el entrenamiento infantil y juvenil, de la forma de pensar de nuestra época, orientada hacia el resultado, deberían erigirse como pilares fundamentales de una posible carrera deportiva posterior, dadas las circunstancias de una sociedad industrial que fomenta el individualismo, es hostil al movimiento y da muy pocas oportunidades.

Los contenidos, el grado de dificultad de las diferentes tareas de entrenamiento y la configuración del entrenamiento infantil y juvenil en su conjunto deben adecuarse al estado de desarrollo en cada momento, condicionado por la edad. Por ello, el conocimiento de todos los procesos del desarrollo, con sus diferentes rasgos de comportamiento en cada etapa, junto a la capacidad pedagógica de transmitir contenidos y esquemas de valores adecuados a la edad, constituyen el requisito irrenunciable de la configuración de todo entrenamiento responsable y exitoso en las edades infantil y juvenil.

1.2. La organización del entrenamiento a largo plazo

Las indicaciones de edad se han de tomar sólo como cifras orientativas.

Las etapas de formación básica han de verse como independientes en cierta medida de la edad, y dependientes del desarrollo y de las capacidades.

El progreso y el aumento de intensidad del entrenamiento debería consolidar, refinar y ampliar las capacidades aprendidas, haciéndolas más rápidas y aplicables en situaciones más complejas, en un terreno de juego mayor y adecuadas a la relación competitiva con el contrario.

Decimos que un jugador está entrenado en tareas y objetivos de la etapa formativa inmediatamente superior cuando ha adquirido y tiene a su disposición las capacidades y conocimientos exigidos en la etapa formativa en que se encuentra.

En general, la formación deportiva de un joven tiene lugar en diferentes y sucesivas etapas de formación:

1.Formación de base 5-8 años de edad aprox.
2.Entrenamiento de base 8-12 años
3.Entrenamiento de profundización (nivel I) 12…
Entrenamiento de profundización (nivel II) … 16 años
4.Entrenamiento de rendimiento a partir de 17 años

Dado que el proceso del desarrollo de niños y jóvenes transcurre con diferencias individuales en función de la edad, la división de estas etapas formativas por grupos de edad tendrán sólo un carácter orientativo básico, con solapamientos frecuentes de sus límites. Lo decisivo para la ubicación y la continuidad de un joven en el marco de estas divisiones deberá ser su proceso individual de desarrollo y de aprendizaje. Por ello, los contenidos y objetivos de las diferentes etapas de formación en las distintas modalidades describirán, junto a aspectos básicos, también las exigencias propias de la modalidad en cuestión. Para el entrenamiento de fútbol se deberían plantear, de acuerdo con los procesos naturales del desarrollo, los siguientes objetivos en cada una de las etapas formativas:

FORMACIÓN DE BASE:

(5–8 años de edad aprox.)

— Tiempo para la familiarización mediante la actividad —

–Acumular y elaborar experiencias básicas de movimiento y de juego (coordinación general, toque al balón)

–Valorar las situaciones (espacio y tiempo)

–Conocimiento de valores del grupo social y familiarización con ellos (p. ej., disposición a ayudar, jerarquía, dirección, tomar la iniciativa)

–Consolidar la capacidad de decisión

ENTRENAMIENTO DE BASE:

(8–12 años aprox.)

— Tiempo para establecer normas propias de la situación mediante métodos de entrenamiento —

–Estabilización y ampliación de las capacidades y experiencias básicas mediante sesiones de aprendizaje y ayudas

–Inicio de la organización sistemática del entrenamiento, orientada a obtener unas condiciones de aprendizaje acordes con la etapa de desarrollo y especialmente favorables para las capacidades propias del “buen fútbol”

ENTRENAMIENTO DE PROFUNDIZACIÓN I Y II:

(12–16 años aprox.)

— Tiempo de profundización y perfeccionamiento —

–Perfeccionar las capacidades de coordinación y aplicación más rápida, con presión de tiempo y dependiendo de la situación, de destrezas técnicas y capacidades tácticas (limitación espacial y juego del contrario)

–Desarrollar y asentar formas de actividad y acciones de juego más complejas (grupos de mayor número; posibilidades y dependencias de decisión más variadas; mayores márgenes de juego)

–Aprovechar de acuerdo con la actividad márgenes de juego mayores

ENTRENAMIENTO DE RENDIMIENT O:

(a partir de 17 años aprox.)

— Tiempo del asentamiento y la estabilización de la condición física —

–Adquirir y perfeccionar contra la fatiga incipiente las capacidades tácticas individuales, de grupo y de equipo adquiridas (aplicación de las destrezas técnicas)

–Asentamiento de la condición física

Las distintas capacidades de un hombre en todos los terrenos, también para el juego del fútbol, se adquieren y se consolidan con especial facilidad, velocidad e intensidad en diferentes fases de edad, sobre la base de unas condiciones particularmente favorables de desarrollo, esto es, de aprendizaje. Para ello, se requiere que las oportunidades de aprendizaje de que disponen niños y jóvenes sean suficientes, adecuadas y variadas. Los objetivos del entrenamiento deben por tanto orientarse, según los años, hacia estas condiciones de aprendizaje propicias que se dan en las distintas etapas del desarrollo. Un control riguroso de las capacidades individuales ya adquiridas por sus jugadores permite al entrenador de fútbol base organizar sus objetivos de entrenamiento sobre la base de dichas capacidades. Este control no debería consistir en un examen de determinadas secuencias motoras, sino en la observación del tipo y calidad de las acciones de juego de cada uno, para poder plantear las correspondientes tareas de entrenamiento, adecuadas al estado de desarrollo y rendimiento. Esta “revisión de la capacidad” se ha de efectuar más bien en los ámbitos del control de la actividad muscular y ocular, de la percepción temporal y espacial, de la relación con el propio cuerpo (“experiencia de una parte o de todo el cuerpo”), de los rendimientos de coordinación complejos y de la capacidad y experiencia de juego del individuo. En el marco de este tipo de análisis del estado de rendimiento momentáneo de un jugador joven, las respuestas a las siguientes preguntas –a modo de ejemplo– pueden dar pistas para clasificar al jugador en uno de los niveles de formación básicos:

Control ocular:

“¿Observa el jugador su entorno cuando tiene el balón?”

“¿En qué medida está asentado el control del tiempo del jugador durante los balones aéreos largos?”

Percepción temporal:

“¿Calcula correctamente el jugador la velocidad del balón y del contrario?” Percepción espacial:

“¿Engloba el jugador espacios de juego grandes en la propia acción de juego?” Coordinación:

“El toque del jugador con el balón, ¿tiene lugar de forma controlada bajo presión de tiempo?”

Experiencia del cuerpo:

“Después de caer al suelo, ¿se pone el jugador rápidamente de pie, con los ojos y el cuerpo listos para el juego?”

Experiencia de juego:

“¿Reconoce el jugador la situación de juego correcta y rápidamente, y actúa con la correspondiente reflexión (siguiendo el plan o la táctica)?”

Capacidad de juego:

“Con sus acciones de juego, ¿piensa el jugador con uno o varios pases de antelación?” (p. ej., ¿qué hace inmediatamente después de pasar el balón?).

Los contenidos y medidas de entrenamiento en cada nivel formativo se establecen según las condiciones particulares de aprendizaje para cada capacidad, deducidas a partir del desarrollo natural del niño y del joven. Así, el niño debería vivir su incorporación al juego a partir de la edad preescolar (4 años de edad aprox.) con el desarrollo y el asentamiento de experiencias motoras y de juego (capacidad de juego) en sus primeros 3-4 años de fútbol. La capacidad y experiencia de juego constituyen los fundamentos del jugador de fútbol creativo y con iniciativa autónoma en la edad del rendimiento. Las capacidades de coordinación y de técnica de juego, y con ellas el comportamiento táctico individual y de grupo, se aprenden con especial velocidad e intensidad a partir de los 9 años de edad y hasta el inicio de los cambios de la pubertad. El entrenador garantiza que haya una diferencia decisiva entre la formación básica y el entrenamiento de base. Dirigiendo, en el entrenamiento de base, el asentamiento y perfeccionamiento sistemáticos de las capacidades técnicas y tácticas adquiridas “por propia iniciativa”, asegura al niño, en sus primeros años de fútbol, una formación de base en la que puede realizar sus experiencias propias y vivir el juego del fútbol –y el mundo de fantasía que éste trae consigo– como algo “sin consecuencias”. La acción y el resultado no acarrean consecuencias del mundo de los adultos (p. ej., la valoración del triunfo; reacción ante un fracaso, etc.). El entrenador observa, pero no interviene corrigiendo ni dirige en función de un objetivo. Dado que la motivación para la mejora del rendimiento, y muchas capacidades y cualidades decisivas para el rendimiento se construyen y asientan a partir de esta época de fútbol “despreocupado”, la “invasión” precoz del adulto en el juego del niño y en su mundo de vivencias tendría unos efectos limitadores, perjudiciales a largo plazo, sobre el desarrollo de la personalidad y, por tanto, de la capacidad de rendimiento deportivo. Las capacidades de la condición física no aparecen en primer plano, de forma entrenable, hasta las edades juveniles tardías.

La introducción del joven futbolista en las exigencias técnicas, tácticas y de condición física propias del deporte de rendimiento en la edad adulta se realiza, con el apoyo de las condiciones de aprendizaje propias de esta etapa del desarrollo, con pequeños pasos, mediante el cambio de los factores espaciales y temporales, esto es, del entorno del jugador, y en último término también de los factores de la condición física.

Los espacios de juego y entrenamiento se reducen o se añaden, se activan contrarios para incrementar la presión de tiempo y se aumentan, en la etapa de la transición biológica hacia la edad adulta, también los tiempos de carga (aplicación controlada de capacidades con fatiga progresiva). Entendido de esta manera el principio, tanto el benjamín como el cadete de 16 años ejercitarán la consecución de un gol después de un regate, y tanto el jugador de 12 años como el juvenil de 17 años entrenarán la pared con un compañero. La diferencia en el entrenamiento radica en las condiciones (márgenes, presión de tiempo, entorno) en las que hay que realizar cada tarea de entrenamiento. Con la modificación de estas condiciones se va llevando al jugador progresivamente –en función de sus capacidades– al nivel de competición del fútbol de alto rendimiento. En este proceso metodológico, planificado a largo plazo, se ha de procurar que el “resultado” de las habilidades técnicas, esto es, la precisión adquirida y la habilidad en su aplicación, no desaparezcan en ningún caso bajo estas condiciones modificadas.

En los siguientes capítulos prácticos se escogerán las formas de entrenamiento sobre la base de este esquema de formación, estructurado a largo plazo y adecuado a la etapa del desarrollo del niño y del joven. En este sentido, el partidillo reviste una importancia fundamental para el entrenamiento de niños y jóvenes.


Figura 6. Juego “sin consecuencias” del fútbol por parte de los niños.

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