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4. Sobre el entrenamiento en la pubertad

4.1. El entrenamiento de infantiles (12-14 años de edad)

Apariencia corporal

–Crecimiento acelerado de la estructura ósea

–Desequilibrio corporal entre el tronco y las extremidades

Formas de comportamiento típicas de la edad

–Problemas de coordinación, perturbación de las habilidades motoras

–Inicio de la maduración sexual

–Inseguridad psíquica general

–Pérdida de la confianza en sí mismo

–Sensibilidad acentuada

–Carácter desequilibrado, con oscilaciones frecuentes del estado anímico

–Orientación egocéntrica del pensamiento y la sensibilidad

–Pulsión intensa por el reconocimiento y la consideración

–Relación incómoda con los adultos, inseguridad respecto de los papeles sociales

ENTRENAMIENT O DE PROFUNDIZACIÓN:

(véase pág. 38)

—Época de profundización y perfeccionamiento—

Contenidos del entrenamiento

–Repetición de fundamentos tácticos generales: carrera libre, distribución del espacio, juego de conjunto, comportamiento en el uno contra uno

–Ampliación de los conocimientos tácticos (experiencias de juego) y del comportamiento táctico: cambio de posición, formas de combinación

Formas del entrenamiento

–Partidillos con directrices tácticas

–Formas de juego que motiven

–Juegos de patio y carreras (juegos de motivación)

Contenidos del entrenamiento

Con la aparición de los cambios de la maduración y crecimiento puberales comienza para el joven su fase de desarrollo más difícil. El crecimiento longitudinal acelerado conlleva durante un período problemas serios en el ámbito de la coordinación (técnica). Por ello, el aprendizaje básico de las habilidades técnicas debe estar concluido por entero antes de que comience esta etapa crítica del desarrollo. La mejora y el perfeccionamiento en el manejo del balón continúan y se completan poco a poco mediante la intervención activa del contrario, el estrechamiento del espacio de juego y la consiguiente reducción del tiempo de la acción.

Las tareas tácticas en ataque y en defensa (jugar sin balón) deparan al joven menos problemas de coordinación durante esta etapa de inseguridad psíquica general. El juego sin balón, esto es, las capacidades tácticas y de desplazamiento (no sometidas directamente a los problemas de movimiento originados por el crecimiento), es un factor que contribuye al éxito en no escasa medida, sobre todo en grupos de juego numerosos.

El aprovechamiento de la totalidad del espacio de juego, el desmarque, la capacidad de ofrecerse y el comportamiento defensivo individual y en táctica de grupo exigen visión de conjunto y perspicacia, disposición para la carrera, comprensión del juego y buenas dotes de observación. Estos objetivos del aprendizaje se pueden alcanzar perfectamente en medio de los problemas técnicos transitorios derivados del crecimiento.

Con la utilización de mayores espacios de juego, pero también con medidas de presión temporal, que permiten seguir estabilizando y mejorando las capacidades adquiridas (espacios de acción más estrechos, contrarios activos y en mayor número) se eleva el listón de las exigencias planteadas a la condición física del jugador. Un trabajo intencionalmente dirigido a las capacidades físicas básicas (véase al respecto pág. 86, “Entrenamiento de rendimiento” a partir de los 17 años de edad) no tiene mucho sentido si las formas de entrenamiento elegidas tienen, por su duración e intensidad, un efecto colateral de trabajo de condición física. En esta fase formativa, las tareas intencionales de condición física significan necesariamente una pérdida de tiempo para el desarrollo de las capacidades técnicas, tácticas y sociales de grupo. El factor de la condición física sólo debería situarse en el punto de mira del entrenamiento si los jugadores están capacitados para utilizar y aplicar en el juego sus capacidades, de forma planificada y controlada, también con presión de tiempo (véase pág. 86, “Entrenamiento de rendimiento”, sperfeccionamiento contra la fatiga).

Formas de entrenamiento

Los elementos tácticos propios del buen comportamiento de juego se pueden aprender y mejorar intuitivamente en su aplicación situacional dentro de los partidillos. Aumentan el tamaño de los terrenos de juego y el número de jugadores, pero las diferentes tareas se plantean aún en un nivel de fácil realización. De este modo, los problemas con el balón derivados del desarrollo corporal no ejercen un estímulo tan decisivo sobre el éxito del comportamiento de juego del individuo. En el centro de toda la actividad se sitúa el gusto por el juego. Una valoración amable del marcador contrarresta la falta de confianza en sí mismos de los chicos que no han ganado el partido, pero han obtenido y experimentado éxitos de cara al gol. Precisamente, en esta época de inseguridad psíquica general un resultado de 8–7 es siempre más “valioso” y más apetecible para todos los jugadores participantes que un 1–0.

Las formas de juego no prevén equipos fijos y, por tanto, tampoco un resultado, sino únicamente el objetivo de juego prescrito (p. ej., mantener el balón en las propias filas en 3 contra 1 en un espacio delimitado). Si asociamos estas formas y otras igualmente sencillas, por lo general de menor intensidad de carrera, al objetivo del tiro a puerta (p. ej., 3 contra 1 alrededor de una portería), estas formas de entrenamiento complementarias, de fácil visualización, incorporan un elemento de motivación, de gran ayuda para el joven en una etapa de la vida anímicamente inestable.

Todo entrenamiento debería incluir momentos divertidos. Los juegos de motivación, así como los de patio y carreras adquieren una especial importancia en esta fase del crecimiento, caracterizada por estados anímicos poco equilibrados, hipersensibles y cambiantes. Las palabras de aliento y las oportunidades para actuar con libertad de movimientos aminoran con frecuencia los estados depresivos de los jóvenes.


Figura 8. El balón mueve a los niños y favorece un desarrollo saludable.

Los juegos de motivación se diferencian de los de la etapa escolar por el planteamiento de la tarea. Las tareas de juego con elementos técnicos no parecen muy apropiadas, dados los problemas de coordinación originados por el crecimiento longitudinal. Parece más lógico que estos juegos de distensión planteen tareas de fuerza y atléticas en general. Como el fútbol somete la musculatura del abdomen y de las piernas a un trabajo más intenso que la musculatura de tórax y brazos, desarrollándola por tanto en mayor medida, los juegos de motivación con tareas de recepción y lanzamiento originan una ventajosa compensación.

Un ejemplo sería el juego de dos grupos de igual número en un espacio limitado, en el cual los jugadores de un equipo intentan impedir que un balón medicinal pase a manos de los contrarios, estando prohibido correr con el balón en las manos. Otro sería el sencillo juego de uno contra uno en la postura de hacer planchas, en el que se trata de tirar de la mano de apoyo del contrario de forma que éste caiga sobre el vientre, y que desarrolla y fortalece la musculatura del brazo y del hombro de una forma motivadora.

Finalmente, no deberíamos olvidar que en el fútbol la fuerza necesaria para el uno contra uno, un lance en el que el contacto corporal está permitido por las reglas de juego y a la orden del día, depende en buena medida del entrenamiento físico general efectuado sobre el tronco.

4.2. El entrenamiento de cadetes (14–16 años de edad)

Apariencia corporal

–Crecimiento acelerado de la musculatura y de los órganos

–Recuperación del equilibrio corporal entre estatura y perímetro

Formas de comportamiento típicas de la edad

–Mejoran las capacidades de coordinación

–Aumento del rendimiento en el ámbito de la fuerza

–Recuperación del equilibrio y la estabilidad psíquicos

–Aumentan la confianza en uno mismo y la asertividad

–Formas de pensar y entender más próximas a la realidad

–Comprensión para el entorno, con conciencia de los problemas

–Acciones razonables

–Examen crítico de las exigencias planteadas y de las relaciones que se dan en el grupo

ENTRENAMIENT O DE PROFUNDIZACIÓN II:

(véase pág. 38)

—Época de profundización y perfeccionamiento—

Contenidos del entrenamiento

–Herramientas y formas de comportamiento tácticas: fundamentos, comportamiento en el uno contra uno, técnica y táctica de las tareas posicionales, cambio de ritmo, conservación de la pelota, cambio de juego, situaciones típicas, crear espacio, aprovechar el espacio

Formas del entrenamiento

–Partidillos

–Formas de juego

–Formas de ejercicio próximas al juego

–Juegos de entrenamiento

–Juegos de motivación y ajenos al fútbol

Contenidos del entrenamiento

Con el crecimiento acelerado del perímetro muscular disminuyen las dificultades en el ámbito de la coordinación (habilidad motora, técnica) debidas al crecimiento longitudinal. Los movimientos de los jóvenes se producen de forma notoriamente más dinámica, creándose así las condiciones para dominar herramientas y formas de comportamiento tácticas más difíciles y dependientes en mayor medida de las habilidades técnicas (p. ej., la pared). Las formas de combinación, el perfeccionamiento y la ampliación del comportamiento en el uno contra uno en ataque y en defensa y las nociones tácticas dentro de las diferentes posiciones del equipo se transmiten con mayor facilidad en los planos teórico y práctico. El creciente interés por temas objetivos propio de esta segunda fase del desarrollo puberal ofrece ahora una base duradera para la enseñanza teórica. Las situaciones habituales, como el córner o el libre directo en ataque y en defensa, pasan también a primer plano en el entrenamiento, al igual que los comportamientos tácticos más específicos (p. ej., cambio de juego, creación y aprovechamiento de espacio, contraataque), cuya puesta en práctica requiere un alto nivel de experiencia y comprensión del juego, seguridad en sí mismo y equilibrio psíquico.

Dentro de estas diversas tareas tácticas, las destrezas técnicas se perfeccionan y profundizan en el marco de los fundamentos adquiridos.

Formas de entrenamiento

El elemento central del entrenamiento, también en esta fase del desarrollo con su creciente redondeo de las formas corporales, sigue siendo el partidillo, con formas organizativas y tareas de juego ampliadas. El joven supera el pensamiento egocéntrico propio de la edad del crecimiento acelerado. Ahora dirige su interés a problemas objetivos y al comportamiento de los compañeros. Le resulta más fácil comprender objetivos tácticos y traducirlos en un comportamiento planificado en medio de la competición, también dentro de grupos de juego mayores.

En los llamados partidos de entrenamiento, esto es, partidos con equipos más o menos completos durante el entrenamiento, el adolescente aprende a utilizar sus puntos fuertes y cualidades específicas de la forma más eficaz posible para el éxito del equipo. La valoración más realista de sí mismo, determinada por su desarrollo, le allana el camino para una especialización progresiva en tareas de equipo determinadas y en las posiciones asociadas a ellas.

Dado que el joven comprende ahora suficientemente las relaciones tácticas y la necesidad de su entrenamiento, pueden incorporarse todas las formas de juego como variación frente a los partidillos. No obstante, se ha de tener en cuenta que en las formas de juego sin resultado clasificatorio el joven puede desentenderse con más facilidad, involucrarse menos sin que resulte visible, y con ello alejarse de las situaciones de competición disminuyendo su desgaste físico.

La mayor capacidad de concentración respecto de la 1ª fase puberal permite ahora trabajar y mejorar acciones complicadas en formas de ejercicio complementarias próximas al juego.

La variación y la relajación la procuramos, como hasta ahora, mediante juegos de patio y carreras y juegos de activación apropiados. La creciente estabilidad psíquica y el aumento de la confianza en sí mismo, con la asertividad ligada a ella, despiertan ahora en el jugador en curso de maduración el interés por las tareas de atención y observación, extraídas del fútbol, que contienen estos juegos. Así, en lugar del grito de “negro” o “blanco” en el conocido juego de atrapar homónimo, son ahora situaciones propias del fútbol las que deciden quién atrapa y quién huye: p. ej., acierto o fallo en un tiro a portería; regate contra un contrario sobre una línea o la superación del contrario en un lance de uno contra uno por un balón de cabeza. Se pueden desarrollar tareas similares, planteadas a las habilidades motoras generales, con la ayuda de otras modalidades deportivas (p. ej., tenis-fútbol, voleibol o baloncesto con remate de cabeza final sobre una portería).

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