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Origen y esencia del Estado enemigo

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Los primeros pueblos primitivos no tenían Estado y vivían, se podría decir, en anarquía. No pude sorprender que no hubiera Estado. En aquella situación de extrema pobreza en la cual el ser humano vivía en la más básica subsistencia, prácticamente no había medios económicos o, en realidad, había muy pocos medios económicos y, en consecuencia, no podía haber Estado. La existencia de este exige un piso mínimo de medios económicos, es decir, al menos un umbral básico de generación de riqueza, ya que no se puede confiscar, robar la riqueza que no existe, ni tampoco “sirve” esclavizar gente que no produce. En otros términos, no puede haber Estado donde no hay nada para confiscar, ni robar. Es decir, ningún Estado puede emerger sin que previamente se haya desarrollado una cantidad mínima de objetos que sirvan para la necesidad humana. Y el hilo causal es uno solo: primero se generan los medios económicos, luego aparece el Estado y los medios políticos. Primero se genera la riqueza, y luego aparece un grupo de bandidos que invaden, confiscan, roban y explotan a su vencidos, convirtiéndolos en sus esclavos para que produzcan para ellos. En pocas palabras, sería un grave error intelectual invertir la causalidad y pensar que se vivía primitivamente y en la pobreza porque no había Estado. Es un error intelectual porque el Estado no genera ninguna riqueza, sino que la roba y la confisca de los medios económicos, por lo cual los medios económicos y la generación de riqueza son previos al Estado. También sería un error pensar que la anarquía era lo que mantenía al ser humano en la subsistencia y en estado primitivo. Esto se visualiza claramente cuando logramos despojarnos de la idea equivocada sobre anarquía que nos enseñaron en el adoctrinamiento de la educación pública (ver “La educación pública: el más aceitado mecanismo de dominación”) y entendemos qué significa en realidad este concepto. La anarquía (ver “Hacia una sociedad libre”) son hombres y mujeres organizados por medio tan solo de los medios económicos, con lo cual es un sistema que estimula la generación de riqueza. En anarquía lo que no hay son medios políticos, es decir, no hay confiscación y explotación de unos (muchos) por otros (pocos). En anarquía no hay una clase parasitaria que no produce ni genera riqueza y que solo vive como rémoras de los productores. De hecho, en aquellas tribus primitivas que vivían en anarquía todos los hombres adultos disfrutaban de los mismos derechos. Podría haber habido jefes, que en general eran personas de mayor edad, con lo cual dicha posición respondía al mayor conocimiento adquirido con el paso del tiempo, lo cual daba lugar a un respeto espontáneo y voluntario de los demás para con él. Aunque dichos jefes tribales no tenían en realidad medios para imponer, sino que su voluntad o sus consejos eran recibidos voluntariamente por los otros miembros de la tribu o clan. O sea, nadie estaba obligado a obedecerlo o seguir sus órdenes, es decir, no había ninguna autoridad que gobernase sobre el resto.

El Estado surgió cuando los pastores nómades, que eran más violentos, invaden a los campesinos sedentarios, que eran más pacíficos y se dedicaban a la agricultura. Estos campesinos, que dependían de su trabajo y de su esfuerzo agrícola, vivían apegados a la tierra, su fuente de subsistencia. Obviamente, no eran belicosos, ni conocían el arte de la guerra, ya que la violencia no les proporcionaba más riqueza (conocida por ellos), ni mejoraba su calidad de vida. Es que el campesino no podía llevarse de otro campesino nada que ya no tuviera. Al ser una economía primitiva de subsistencia, no había comercio, ni capacidad para mantener lo producido por la tierra largo tiempo sin pudrirse. Cada campesino utilizaba solo la porción de tierra que necesitaba, y no había interés de trabajar más que aquella porción de tierra que ya trabaja. De hecho, había tierra libre y ociosa. Por consiguiente, se entiende que aquel campesinado no tenía ni intención, ni formación, ni posibilidad de subyugar en forma violenta a ningún habitante cercano. En consecuencia, fueron fácilmente invadidos, confiscados, robados y hechos esclavos por los pastores nómades, que los pusieron a trabajar y a generar riqueza para ellos, convirtiéndolos en esclavos. De hecho, dada su dócil idiosincrasia, los invadidos, confiscados y robados fueron fácilmente convertidos a la esclavitud, ya que casi inmediatamente aprendieron a preservar su vida bajo el yugo de la casta política invasora. Y es en este momento, con la aparición y luego la consolidación de la esclavitud, cuando termina dándose forma final y completa al Estado. En este sentido, hay que tener claro que el Estado implica un círculo que empieza en la invasión, avanza con la confiscación y el robo y termina cerrándose con la creación de la esclavitud, es decir, la aparición de la sistemática y constante explotación de unos (invadidos y esclavizados) por otros (invasores y explotadores).

En definitiva, el Estado ha surgido a partir de la dominación de un grupo de hombres sobre otro conjunto de personas, y su justificación no es otra que la explotación económica de los dominados en beneficio de los dominantes. En este sentido, solo comprendiendo que los seres humanos tenemos dos únicas formas (trabajar o robar) de hacernos de los medios (instrumentos) para alcanzar nuestros fines (objetivos) de sobrevivir, vivir, progresar y desarrollarnos, podemos comprender qué es el Estado y qué implicancias tiene su existencia. El Estado es violencia física, coacción, explotación y transferencia de riqueza desde los explotados (medios económicos), que la generan, hacia los explotadores (medios políticos), que viven parasitariamente de los primeros sin producir nada para sus prójimos. Los medios económicos son pacíficos, voluntarios y enriquecen a todos los que viven de ellos. Por el contrario, los medios políticos enriquecen solo a los ladrones que se organizan para saquear sistemáticamente desde el Estado y empobrecer a los explotados, a quienes se les sustrae, por medio de la fuerza y la violencia, la riqueza que generan. Y el problema es que los medios económicos exigen esfuerzo y trabajo, mientras que los medios políticos son parasitarios. Es decir, es mucho más fácil y cómodo vivir de los medios políticos que hacerlo de los medios económicos. Y esto último es un problema, ya que siempre existirá la tentación de pasarse del bando ético (medios económicos) al bando inmoral. Como decía Albert Nock: “Debido a que la gente tiende a actuar con el menor esfuerzo posible, en la búsqueda de sus fines preferirán siempre los medios políticos antes que los económicos, un rasgo que ha producido el moderno corporativismo estatal”.(11)

En este marco y, como muy bien explica Franz Oppenheimer, el Estado podría definirse “como la organización de una única clase que domina sobre todas las otras. Una organización como tal solo puede darse de una forma: mediante la conquista y el sometimiento de grupos étnicos por parte de un grupo dominante”.(12) Esta característica se ha mantenido invariable a lo largo de toda la historia. La dominación, explotación, confiscación y robo de muchos a manos de pocos se ha ido sofisticando, haciéndose más velada y oculta, pero, paradójicamente, incrementándose con el paso del tiempo. Primero, el Estado y su inherente violencia fueron tan solo un Estado terrestre organizado en un territorio delimitado. Posteriormente, se pasó del Estado terrestre al Estado feudal. Luego, el Estado empezó a avanzar sobre la administración de justicia y comenzó a alejarse sistemáticamente del derecho natural y a dictar su propia legislación, creando el derecho positivo. Los medios políticos avanzaron en forma creciente sobre la esfera jurídica, aumentando su poder y el yugo sobre los explotados. Más tarde, el creciente avance del Estado sobre la creación de la legislación, sumado a su marcha sobre la vigilancia del cumplimiento de dichas normas creadas por él mismo y la obtención del monopolio de la administración de justicia, terminaron dando lugar al Estado absolutista de las monarquías que sobrevivieron, para citar dos ejemplos, hasta 1688 en Inglaterra y 1789 en Francia. Posteriormente, a partir de las ideas del liberalismo clásico, el Estado absolutista fue derrocado y surgió el Estado constitucional.

En la actualidad, el estado constitucional tiene como forma de gobierno la democracia universal representativa o las monarquías parlamentarias. Sin embargo, más allá de las mutaciones de tipo o forma de explotación, la esencia del Estado sigue manteniéndose e incluso aumenta con el paso del tiempo; por eso es que sigue habiendo explotación de muchos (medios económicos) a manos de pocos (medios políticos); caso contrario, el Estado habría dejado de existir. El punto es que más allá de la mutación estatal, la administración, la creación de leyes, la vigilancia del cumplimiento de las leyes (seguridad), el castigo de su incumplimiento (administración de justicia), la defensa nacional y la política internacional continúan siendo un Estado que surge a partir de la fuerza física y la violencia. Así, hoy en día nada ha cambiado y el Estado, al igual que a lo largo de toda la historia, sigue alimentando la única y verdadera grieta que existe entre los seres humanos. Por un lado, las personas que viven de los medios económicos produciendo bienes y servicios que sus prójimos eligen voluntariamente en el libre mercado, generándose la riqueza, y, por el otro, los individuos que viven de los medios económicos, es decir, que viven sin producir nada, sino que tan solo se dedican a confiscar y robar el producido del esfuerzo ajeno.

En este marco, hay que entender que el Estado, ya sea terrestre, feudal, mercantilista, monárquico, monárquico absolutista, republicano o monárquico parlamentario, siempre y en todos los lugares es una organización de los medios políticos, lo cual implica lisa y llanamente sacar todo el dinero posible a alguna clase de ciudadanos para dárselo a otro grupo de ciudadanos. Y hay que advertir que aquellos que piensan que las constituciones escritas y la división y los frenos y contrapesos entre poderes pueden proteger al individuo de la violencia y el saqueo del Estado se aferran a la mayor utopía sin fundamento de la historia de la humanidad, cuando es el propio Estado, a través de su Corte Suprema, el que tiene que juzgar si su propia acción es legítima o ilegítima. Parafraseando a Herbert Spencer,(13) estamos en condiciones de afirmar que el Estado está engendrado por y para la agresión y la violencia.

La revolución de la libertad

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