Читать книгу Los Mozart, Tal Como Eran (Volumen 1) - Diego Minoia - Страница 13
Оглавлениеpreferidos a él respecto a los puestos que ambicionaba. En cuanto a la fe, las invocaciones sobre Dios y su voluntad con las que llena sus cartas parecen a veces una repetición un tanto habitual, más que una fe ferviente de aceptación de lo que la sociedad esperaba de un buen cristiano. El hecho de que, con motivo de la curación de una enfermedad pero también para propiciar el buen resultado de una de las composiciones de Wolfgang, diera instrucciones para que se celebrara un cierto número de misas de pago parece más una actitud utilitaria (ciertamente común en aquellos tiempos y aún hoy en día) que un acto sincero de fe.
¿Habrían bastado las oraciones personales y no delegadas a otros para lograr el objetivo y entonces, por qué se celebraron las misas en las iglesias de Salzburgo cuando podría haberlo hecho en los lugares donde estaba, al menos cuando estaba en regiones católicas? ¿Podría haber sido también una forma de mostrar su religiosidad a sus conciudadanos? En cuanto a su hábito no cristiano de decir mentiras o adornar la realidad en su propio beneficio, hay muchos hechos reales sobre su vida, como por ejemplo cuando le quitó a sus hijos uno o dos años durante sus presentaciones como "niños prodigio" o cuando se presentó en el extranjero como Maestro de capilla cuando sólo era un suplente.
Un último ejemplo nos muestra cómo, desde joven, Leopold no parecía ver problema alguno en mentir o torcer la realidad en su beneficio cuando sus conveniencias así lo sugerían. Fue en 1747, Leopold tenía 28 años y tuvo que pedir al Ayuntamiento de Augsburgo la renovación de su ciudadanía (los que se mudaban tenían que renovar este permiso cada tres años) y el permiso para residir en Salzburgo y casarse (aunque en realidad ya se había casado antes de enviar la solicitud y sin el permiso de su madre, lo cual no se lo perdonaría) mientras mantenía la ciudadanía de su ciudad natal.
Pues bien, en su petición, dice una serie de mentiras afirmando que su padre seguía vivo (cuando este ya había fallecido), que lo había enviado recientemente a Salzburgo para continuar sus estudios en la Universidad Benedictina (mientras que en Salzburgo había ido allí diez años antes, por su propia voluntad y en contra de los deseos de su madre, y ya había interrumpido sus estudios). También se jacta de las recomendaciones del Tribunal Arzobispal Principesco (de las cuales carecía) y afirma que se casó con la hija de un ciudadano rico (mientras que su esposa, como hemos visto, venía de una familia lejos de ser rica). Pero también este aspecto de la mentira y la manipulación de la realidad se discutirá más adelante sobre la base de lo que surge del epistolario.
Para completar la presentación de Leopold Mozart, sin embargo, no podemos olvidar el interés que mostraba por la cultura. Durante sus viajes no perdió la oportunidad de visitar monumentos, museos, obras de arte en palacios privados, de lo cual dejó rastros en su correspondencia (la Capilla Sixtina en Roma, los cuadros de Rubens en Bruselas, etc.). También se interesó por el progreso científico de su época, manteniéndose al día tanto asistiendo a las demostraciones experimentales ofrecidas por la Universidad de Salzburgo a los cortesanos como comprando instrumentos como el microscopio. La farmacología también le interesó, tanto que solía llevar en sus viajes toda una serie de polvos y recetas para el tratamiento de las dolencias más extendidas, tratándose a sí mismo y a sus hijos al menos hasta que la gravedad de la enfermedad requería la intervención de un "medicus"". Si no podía intervenir directamente en el tratamiento, lo hacía por carta, como cuando se dirigía por docenas de líneas para indicar a Wolfgang (en ese momento en Munich con su madre) cómo tratar el catarro.
El músico
Aunque la formación musical de Leopold parece bastante sólida desde el punto de vista instrumental gracias a sus estudios de juventud en los colegios jesuitas de Augsburgo, su ciudad natal, no nos muestra ninguna asistencia con profesores de composición, excepto con su amigo y mentor Johann Ernst Eberlin (organista de la Corte desde 1727 y, desde 1749, también maestro de capilla). Este hecho sugiere un curso principalmente autodidacta, quizás bajo la supervisión ocasional de Eberlin y el consejo de algunos amigos o conocidos en los círculos musicales de Salzburgo. La autodidáctica se practicaba ampliamente en esa época: Antonio Lolli, que al parecer también recorrió Salzburgo, era un violinista autodidacta, pero ello no impidió que, durante su vida, se le considerara uno de los virtuosos del instrumento, obteniendo puestos prestigiosos y bien remunerados (por ejemplo, como violinista de la Corte de Stuttgart tenía un salario anual de 2.000 florines, aumentado a 2.500). En 1750 Leopold Mozart, como él mismo recuerda en una carta a su hija en 1750, como violinista de la Orquesta de la Corte y profesor de instrumento de los chicos del coro de la Catedral, recibía un salario de 29 florines y 30 Kreutzer al mes, unos 360 florines al año. Y esta "tradición" de virtuosos autodidactas no se detiene en Lolli, porque unas décadas más tarde encontraremos al "virtuoso" por excelencia del violín, Niccolò Paganini, que también es esencialmente autodidacta tanto para el violín como para la guitarra.
Ciertamente, herramientas de aprendizaje muy útiles para Leopold Mozart, como para todos los demás músicos de la época, fueron los manuscritos de compositores activos solicitados por Leopold a sus corresponsales no sólo en Salzburgo sino también en otros lugares. ¿Debemos quizás recordar las partituras de los conciertos de Antonio Vivaldi que Johann Sebastian Bach transcribió para estudiarlas y, gracias también a esos estudios, alcanzar las alturas musicales de los 6 Conciertos de Brandenburgo? El hábito de obtener (más o menos legalmente) par-