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SOBRE LA FORTUNA (II)

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Las acusaciones que se hacen por parte de los hombres [1] contra la Fortuna yo las consideraría como los mayores elogios que se pueden hacer a su favor. Por ejemplo, los cambios inciertos de los asuntos se los atribuyen los hombres a ella, y si fracasan en las cosas que emprenden inadvertidamente, creen que han sido despojados de ellas por la Fortuna; como si ella, si quisiera, pudiera conseguirlo todo. Podrías, pues, escuchar cómo la acusan los campesinos, los comerciantes y los ricos por razones de dinero, los hombres hermosos por defectos en su cuerpo, Pantea 1 por su marido, Creso 2 por su hijo, Astiages 3 por su derrota y Polícrates 4 por su apresamiento. También los persas reprochaban a la Fortuna después de la muerte de Ciro 5 , lo mismo que los macedonios después de la muerte de Alejandro.

[2] Los hombres llegan a echar en cara a la Fortuna algunos de sus padecimientos: Medea su pasión amorosa 6 , Midas su plegaria 7 , Fedra su calumnia 8 , Alcmeón que anduviera errante 9 , Orestes que enloqueciera. Os voy a contar también un cierto relato chipriota, si queréis. El género de vida de los antiguos produjo también mujeres famosas: Rodogune, la guerrera 10 ; Semíramis, la reina 11 ; Safo, la poetisa 12 ; Timandra 13 , la hermosa. Igualmente, en Chipre hubo también una Demónasa 14 , mujer a la vez política y legisladora. Dio [3] tres leyes a los chipriotas: que la mujer adúltera fuera rapada y se prostituyera. Su propia hija cometió adulterio, se le rapó la cabellera según la ley, y se la dedicó a la prostitución. Que el suicida fuera arrojado sin recibir sepultura era la segunda ley de Demónasa. La tercera prohibía que se matara a un buey de labor. De los dos hijos varones que tenía, uno murió por haber matado un buey; y al otro, que se suicidó, [4] lo dejó insepulto. Durante cierto tiempo, perseveró firme sin sus hijos y legislando; pero habiendo visto mugir a una vaca junto a un ternero que se estaba muriendo, y habiendo reconocido su propia desgracia en aquel caso, fundió bronce y saltó sobre él. Y hubo allí una torre antigua con una estatua de bronce sumergida en bronce para seguridad de la estatua y para memoria del suceso. Cerca, en una columna, había una inscripción:

Sabia fui, pero en todo desafortunada 15 .

¡Ea, pues! Que la Fortuna no sea condenada sin su comparecencia, [5] ni temamos el estrépito de sus acusadores. Pues quizás ella misma nos ayude en algo para hablar bien. En primer lugar, da la impresión de que los artistas han puesto de manifiesto el poder de la Fortuna en la forma en que está representada. En primer lugar, está como dispuesta para su tarea; luego, con su mano derecha sujeta un timón y, como cualquiera podría confirmarlo, está viajando por mar. ¿Qué quiere decir esto? ¿Acaso porque los navegantes necesitan más que nadie de la Fortuna, o porque dirige nuestra vida como una gran nave y protege a todos los que van a bordo? ¿A los asirios hasta que llegaron los lujos de Sardanápalo 16 , a los medos hasta la educación de Ciro 17 , a los persas hasta su travesía 18 , a los atenienses hasta la toma de la ciudad 9 , a Creso hasta la visita de Solón? 20 .

[6] Era Edipo al principio un varón afortunado 21 .

Ahora bien, la Fortuna, tratando de darle el don de no sufrir nada, le concedió la ignorancia, lo que era lo mismo que no sufrir. Después, a la vez que cesó su buena suerte, empezó también a conocer 22 . Pero yo denomino buena suerte incluso a su ceguera 23 . Que Gelo se fije en sus hijos 24 , y también Cidipe 25 y Eolo 26 , y cualquier otro padre que haya sido afortunado. En cuando a Edipo, por su ceguera

se evitará visiones vergonzosas 27 .

Con la otra mano la diosa sostiene frutos selectos, prestos [7] para el consumo, indicando la cantidad de bienes que ella proporciona. Por lo tanto, esto vendría a ser una Edad de Oro 28 y unas Islas de los Bienaventurados que producían espontáneamente alimentos, y el cuerno de Heracles 29 y la vida de los Cíclopes 30 , porque a los que se esfuerzan en la vida les sobreviene en adelante la abundancia de bienes. Tántalo fue perezoso en su vejez. Por eso, era feliz hasta los labios, y afortunado solamente con los ojos 31 . Pues todas aquellas cosas que codiciaba, el lago, los frutos, la comida y la bebida, se desvanecieron por obra de la Fortuna, como por un golpe de viento.

[8] La Fortuna ha recibido muchas denominaciones entre los hombres. Por su imparcialidad ha sido llamada Némesis; por su incertidumbre, Esperanza; lo que tiene de inevitable, Destino; lo que tiene de justo, Ley. Es, en realidad, una divinidad de muchos nombres y muchas formas. A ella le han puesto también los campesinos el nombre de Deméter; los pastores, el de Pan; los marinos, el de Leucotea; los timoneles, el de Dioscuros 32 .

Fácilmente quebranta al eminente, y al oscuro acrecienta, fácilmente endereza al torcido y humilla al altanero 33 .

[9] Pues así era Zeus cuando sujetaba con la mano derecha su arma 34 , y con la izquierda el cetro, porque a los hombres guerreros les da también la realeza.

Además, Eurípides reprende al marinero

que pretende atravesar a destiempo las olas del ancho mar 35 ;

y por lo que sigue le censura diciendo:

se animan a sí mismos con esperanzas menguadas.

[10] Oh hijo de Mnesarquides, eras ciertamente un poeta, pero no un sabio. Pues los marinos no encomiendan su vida ni a la pez, ni a las cuerdas, ni los salva un madero de pino de tres dedos de ancho, sino que la encomiendan a un asunto seguro e importante, la Fortuna. La riqueza es frágil si no la acompaña la Fortuna, la amistad es insegura si la Fortuna no la ayuda. Ella es la que salva al enfermo que está en las últimas, al que está nadando en el mar, a Agamenón en sus mil naves, a Odiseo arrastrado sobre la balsa. ¿Qué temes, [11] cobarde? ¿Tienes miedo de la extensión del mar? Poseidón te verá, convocará a los vientos, tomará el tridente y agitará todos los huracanes; pero no te matará, pues la Fortuna no quiere.

Así, tras padecer muchos males, vaga ahora por el ponto, hasta que te reúnas con los hombres, nutridos por Zeus 36 .

¡Palabra de un dios vencido por la Fortuna!

Ella fue la que condujo al principio desde Atenas a Eubea 37 [12] a la antigua raza de vuestros antepasados, los autóctonos y primeros de los atenienses, que se glorían de tener por madre a la tierra, a Deméter como nodriza y a Atenea como epónima y aliada. Pero cuando a los que residían allí ni el mar podía agradarles ni la tierra alimentarlos, y como no soportaban tampoco la vergüenza de la situación, convertidos en isleños en vez de continentales, la Fortuna les aconsejó por segunda vez una solución mejor. Porque Eubea es [13] verdaderamente magnífica. Pero ¿quién de vosotros podía soportar el habitar una tierra escabrosa, vivir junto a un mar tan estrecho, aguantando tantos cambios de la situación, más numerosos que los cambios en la corriente del Euripo? 38 . De vez en cuando teníais que soportar a los beocios, y la insensibilidad de los tebanos 39 , después a los atenienses que os trataban no ya como hijos sino como esclavos. Por eso, os trajo y os estableció aquí la Fortuna, la cual con una mano maneja y dirige la navegación, y con la otra da y otorga frutos en abundancia 40 .

Ahora bien, resulta difícil expresar mi opinión sobre el [14] resto de los detalles. Pero yo, oh Fortuna —pues posiblemente se podrían dirigir a ti con justicia estas palabras—, si alguien me levantara en vilo y me llevara en volandas sobre los lomos de Pegaso 41 o los carros alados de Pélope 42 , ofreciéndome la tierra entera y sus ciudades, no elegiría el lujo de los lidios, ni la frugalidad del Ática 43 , ni la penuria de los lacedemonios, ni Crotona ni Síbaris 44 porque no se fatigan, ni los escitas porque no cultivan la tierra 45 , ni los egipcios porque la cultivan para otros 46 .

Ni a Libia, donde a los corderos en seguida les brotan los cuernos 47 , [15]

para felicidad de los pastores. Ni a Tebas de Egipto

que tiene cien puertas, y por cada una de ellas doscientos varones salen con caballos y con carros 48 ,

una vida para palafreneros y porteros.

Una vez vi en Delos un árbol tal junto al altar de Apolo 49 .

No me satisface un altar cuando no tengo que ofrecer sacrificios, no me satisfacen unos árboles que no pueden alimentarme.

Áspera, pero buena criadora de jóvenes 50 ;

pero ésta no es áspera, aunque sí criadora de jóvenes 51 .

Ciudad de Atenas, dueña y señora de todas 52 . [16]

Hombre, no digas eso, pues los atenienses ya no son dueños.

Qué hermoso parece también tu arsenal.

Pero después de lo del Helesponto y Lisandro 53 , es feo.

Pero el Pireo es hermoso.

Porque todavía lo miras con sus murallas 54 .

¿Qué otra ciudad poseía tales bosques?

Pues los tenía, pero ha quedado arrasada, como una mujer que se rapa en tiempo de desgracias.

Y de clima, según se dice, está en lugar favorable 55 .

¿Pero cómo, si unos sufren epidemias y enfermedades, y la mayor parte de ellos perece por los vientos antes que por los enemigos? 56 .

[17] Que nadie se enfade porque recuerdo así a sus antepasados. Pues no podríamos alcanzar los primeros puestos sino compitiendo con los mejores. Más aún, un soldado antiguo se enorgullecía de ser más valiente que su padre 57 , y a los padres atenienses tampoco les resultaba vergonzoso ser superados por sus hijos. Pues siendo inferiores en sus propios méritos, tendrán parte en el vuestro. ¿Cómo, pues, no ibais a dar gracias por todo esto a la Fortuna no sólo por la estirpe, porque sois griegos, sino por el cambio, porque de pobres os hicisteis ricos? Sócrates, por ejemplo, se consideraba feliz tanto por ser un animal racional como por ser ateniense. Y [18] Diógenes el cínico, de forma grosera y totalmente descortés, se gloriaba contra la Fortuna, de que aunque había lanzado contra él como blanco no pocos dardos, no había podido alcanzarle. No puedo soportar a un filósofo tan insolente. No mientas, pues, contra la Fortuna; no te alcanza con sus disparos porque no quiere. Pero cuando la Fortuna quiere, le resulta fácil en cualquier parte. Y no quiero recurrir a aquellas concisas expresiones lacónicas 58 : esclavos de los persas, Dioniso en Corinto 59 , la condena de Sócrates, el destierro de Jenofonte 60 , la muerte de Ferécides 61 , la felicidad de Anaxarco 62 . Sin embargo, ¿con cuántos disparos no alcanzó este mismo blanco tan difícil? 63 . Te envió al destierro; te llevó a Atenas; te hizo huésped de Antístenes 64 ; te vendió para ser llevado a Creta. Pero si un bastón, unas alforjas y una vida frugal y sencilla te hacen caer en la vanidad, da también por esto gracias a la Fortuna, pues por la Fortuna te dedicas a la filosofía.

[19] Hubo también un Timoteo 65 , general ateniense, que fue afortunado en todo y que no soportaba ser objeto de burlas. En una ocasión, se insolentó contra la Fortuna, y empezó a sufrir desgracias. ¿Quién hubiera podido esperar que un barbero mandaría sobre los indios, que un pastor sería rey de los lidios 66 , que una mujer tendría el gobierno de Asia 67 , que una túnica y una mujer matarían a Heracles 68 , y a Alejandro un esclavo y una copa? 69 . Tiene la Fortuna en sí misma de manera muy notable el espíritu de la realeza, y a los que se enaltecen al margen de la naturaleza los aniquila. En efecto, Alejandro realizó muchas cosas atrevidas: no [20] soportaba que se le llamara hijo de Filipo; mentía contra Zeus 70 ; despreciaba a los Dioscuros; ultrajaba a Dionisos y, sin embargo, disfrutaba abundantemente de los dones de este dios. Dio muerte incluso a Clito su salvador, a Filotas el hermoso, al anciano Parmenión y a su maestro Calístenes; a Aristóteles estuvo a punto, y la de Antípatro la preparó 71 . Por todo esto, la Fortuna le obligó a reconocer, cuando aún vivía, que era un hombre. Pues estando herido, dijo a sus [21] amigos: «Pero esto que corre no es ícor, sino sangre auténtica» 72 . Y a la hora de su muerte reconoció totalmente que la Fortuna era en verdad algo grande e invencible. En fin, aquel que había escapado de los hoplitas tebanos, de la caballería tesalia, de los tiradores etolios, de los tracios portadores de cuchillos, de los belicosos persas, de la raza inexpugnable de los medos, de montañas enormes, de ríos infranqueables, de Darío, de Poro y de otros muchos pueblos y reyes, estando en Babilonia, sin batalla ni heridas, aquel soldado murió.

¿Qué debemos decir de los que heredaron su imperio o [22] de los que llegaron después de ellos y de sus jactanciosas denominaciones: Rayos, Sitiadores de ciudades, Águilas, Dioses? 73 . De ellos, a uno la muerte lo puso en evidencia; otro descubrió que la Fortuna era muy superior a él, aun cuando la considerara banal; Demetrio, el Sitiador de ciudades, hecho prisionero, murió vergonzosamente por el vino y las borracheras sitiado por la Fortuna 74 . ¿Por qué, pues, los tiranos se enorgullecen de sus murallas? ¿Por qué Anfión 75 canta, Deyoces 76 se fatiga, Semíramis construye? ¿Por qué Apolo trabaja a sueldo? 77 . ¿Por qué Meles da la vuelta a la muralla en compañía del león? 78 . Pues Ciro acabará por dominar a los Medos, Zópiro a los babilonios 79 , un mardo a Sardes 80 y el caballo a Troya.

[23] En efecto, como alguien ha dicho 81 , la Fortuna es determinante, mejor dicho, lo es todo. Ella encontró a Píndaro abandonado en Beocia, a Télefo en Arcadia y a los reyes de los romanos en Italia. A Píndaro le envió abejas 82 ; a los reyes romanos, pastores 83 ; a Télefo, una cierva 84 ; y a Ciro o un perro o una mujer 85 . Eumenes era hijo de un carretero y, sin embargo, llegó a ser rey 86 ; Heracles fue hijo de Alejandro, pero no fue rey 87 ; su cuerpo, insepulto, fue llevado a Olimpia 88 , la cual después de guardarle duelo, murió también ella, la madre de un dios. La madre de Darío no sólo se [24] arrodilló ante Alejandro, sino, lo que era más infamante, ante Hefestión 89 . ¿Y qué decir del rey de los libios? ¿No saqueó quinientas ciudades de los romanos? Y levantándose la túnica, ¿no la mostró a sus ciudadanos llena de anillos de sello romanos, de los que tenía como despojo uno por cada enemigo que había matado? 90 . Y con todo, aunque realizó todas estas cosas, murió de forma deshonrosa después de haber mantenido en vano muchos altercados con la Fortuna 91 .

[25] Por eso, me parece que los hombres encomiendan a la Fortuna todos sus asuntos importantes, cuando reparten por sorteo las magistraturas y los cargos de general; los hermanos reparten también así su patrimonio. En consecuencia, también Polinices, si hubiera reflexionado correctamente, tenía que haber sorteado el reino con su hermano; pero ahora, no sólo murió él, sino que también destruyó a su hermano al encomendar el asunto a la edad y no a la Fortuna 92 .

[26] Echad suertes ahora unos y otros a ver a quién le toca; pues ese ayudará a los aqueos de hermosas grebas 93

Y el así elegido resultó provechoso. En cambio, Héctor fue vencido porque confió en opiniones, no en la Fortuna.

Pues yacen dos toneles en los umbrales de Zeus 94 .

Allí están los tesoros para los hombres al cuidado de los dioses. La Fortuna es la que los administra por sorteo: al orador y al general, al pobre y al rico, al anciano y al joven 95 . A Creso le da oro, a Candaules una mujer 96 , a Peleo [27] una espada 97 , a Néstor un escudo 98 , a Pterelao una cabellera rubia 99 , a Niso una trenza de púrpura 100 , a Alcibíades hermosura, a Sócrates prudencia, a Arístides justicia, a los lacedemonios tierra, a los atenienses mar. Además alternativamente se lo quita a unos y se lo da a otros. Y tengo la impresión de que la vida de los hombres, en sus cambios de cada día, en nada se distingue de una procesión 101 .


1 Pantea era esposa del rey de Susa, Abradatas, y fue hecha cautiva por Ciro el Grande. Su marido murió a manos de Ciro, y Pantea se suicidó sobre la tumba de su marido. Jenofonte nos comunica muchas noticias sobre ella, que era la mujer más bella de Asia. Pero nunca dice que Pantea acusara a la Fortuna de su suerte.

2 Creso, rey proverbialmente rico, lo fue de Lidia desde el 561 hasta el 546. Había recibido un oráculo sobre la futura muerte de su hijo Atis por una punta de hierro. Pretendió apartarlo del destino, que al final se cumplió durante una cacería. Su involuntario homicida se suicidó sobre su tumba. Cf. HERÓD ., I 34-45.

3 Astiages, último rey de los medos, fue destronado por Ciro (HERÓD ., I 107-130), el hijo de una hija de Astiages según había anunciado el oráculo.

4 Polícrates fue tirano de Samos desde el 540 al 522 a. C. Poseyó una potente flota que fue dueña del Egeo, y firmó pactos con Amasis de Egipto. Su corte fue centro de artistas y poetas. A Polícrates se deben el famoso templo de Hera en Samos y el Acueducto. Cayó en una trampa que le tendió el sátrapa Orestes, quien lo desolló vivo y lo crucificó (HERÓD ., III 120-125).

5 Ciro, aunque advertido por un sueño, quiso someter el país de los masagetas. Pero fue derrotado y muerto por el ejército masageta dirigido por la reina Tómiris (cf. HERÓD ., I 205-214).

6 Medea, enamorada de Jasón, uno de los argonautas, fue luego repudiada por él, lo que provocó en ella un amargo resentimiento que la llevó a sacrificar a sus propios hijos.

7 La insensata plegaria de Midas consistió en pedir que todo lo que tocara se convirtiera en oro. El resultado provocó su ruina.

8 Fedra, enamorada de su hijastro Hipólito, le acusó falsamente de quererla corromper, con lo que provocó la muerte del inocente joven.

9 Tanto Orestes como Alcmeón fueron perseguidos por las Furias por haber matado a sus propias madres.

10 Rodogune era hermana de Mitradates 1 (o Arsaces VI), rey de los partos. Cuando capturó a Demetrio Nicator en el 138 a. C., le dio a su propia hermana por esposa.

11 Reina mítica de los asirios, a la que se atribuye la edificación de las murallas de Nínive y de Babilonia.

12 Safo de Lesbos, la gran representante del género lírico. Literalmente, Dión la denomina la «música», como autora de poemas destinados a ser cantados.

13 Probablemente, se trata de una de las amigas de Alcibíades, la que recogió el cadáver del héroe, muerto en su propia casa en enfrentamiento con los bárbaros (PLUT ., Alcibíades 39).

14 Es la única noticia que tenemos de una Demónasa en Chipre.

15 A. NAUCK , Trag. Graec. Fragm ., Adesp. 124.

16 Cf. lo dicho sobre este rey en el discurso LXII 5-6.

17 Ciro fue, en efecto, el destructor del imperio medo al expulsar a Astiages de Ecbatana en el año 550 a. C.

18 Se refiere a la travesía del mar para invadir Grecia en las Guerras Médicas.

19 Al final de la Guerra del Peloponeso.

20 Se refiere Dión a la visita que hizo Solón a Creso en Sardes, en la que el lidio quedó defraudado porque Solón no le consideró como el hombre más feliz (cf. HERÓD ., 1 29-33).

21 NAUCK , Trag. Graec. Fragm ., EURÍPIDES , frag. 157.

22 Edipo fue feliz mientras ignoró que había matado a su padre y se había casado con su madre. Cuando empezó a conocer la verdad de su vida, acabó también su buena fortuna.

23 Edipo, cuando se enteró de su triste destino, se sacó los ojos. Con ello, dice Dión, se ahorró muchas visiones desagradables.

24 Gelo fue el personaje que Solón juzgó el hombre más feliz del mundo, en respuesta a la pregunta de Creso. Fue un ateniense que tuvo muchos y bellos hijos en una ciudad próspera. Murió gloriosamente combatiendo por su patria en Eleusis, posiblemente en la guerra por la posesión de Salamina (cf. HERÓD ., I 30).

25 Los hijos de Cídipe fueron Cleobis y Bitón, los segundos en felicidad según el juicio de Solón (HERÓD ., I 31). Cídipe era sacerdotisa de Hera en Argos. Tenía necesidad de entrar en el santuario en su carro. Pero al no llegar a tiempo los bueyes, sus hijos tomaron el carro y recorrieron los 45 estadios portando a su madre. Cídipe pidió para los hijos una recompensa, y la diosa les envió la muerte en el santuario.

26 Eolo Hipótada moraba en la isla flotante Eolia. Tuvo seis hijos y seis hijas, que disfrutaron de una vida totalmente afortunada (cf. Odis . X 2-12).

27 A. NAUCK , Trag. Graec. Fragm ., Adesp. 125.

28 HESÍODO (Trabajos y Días 109-126) habla de la Edad de Oro en el contexto del mito de las edades del mundo.

29 Es el Cuerno de Amaltea o de la abundancia, del que habla DIÓN en el discurso LXIII 7.

30 De la vida, tranquila y despreocupada de los Cíclopes, habla la Odisea IX 106-111.

31 Una vez más Dión reinterpreta el mito. Según la versión tradicional, Tántalo fue castigado por haber violado los secretos de los dioses y robado néctar y ambrosía. Para Dión, el castigo fue debido a su pereza. No podía apagar su sed porque el agua le llegaba sólo hasta los labios. Y no podía comer porque los frutos se retiraban cuando alargaba la mano para cogerlos. Era, pues, feliz sólo hasta los labios y con la vista.

32 Todas éstas son divinidades epónimas y tutelares de las mencionadas denominaciones.

33 HESÍODO , Trab . 6-7.

34 El arma de Zeus es el rayo.

35 Cf., para este verso y el siguiente, NAUCK , Trag. Grace. Fragm ., EURÍPIDES , frag. 921.

36 Odisea V 377-378. Son palabras pronunciadas por Poseidón cuando Odiseo, destruida su balsa por las olas, trataba de sobrevivir al naufragio.

37 Es la gran isla que se extiende a lo largo de las costas de Beocia. Separada del continente por el estrecho de Euripo, fue ocupada por Atenas ya en el s. VI a. C. Sus montañas y valles ofrecían una rica opción para los pastos del ganado, que no tenía posibilidades en las estrechas y secas tierras del Ática.

38 El Euripo es el estrecho que separa Eubea del continente. Por su situación geográfica y la orientación del NO al SE, los cambios de la corriente son frecuentes en la zona. Con ellos compara Dión los riesgos de cambio en la situación social de la isla.

39 Beocia, en efecto, quedaba al otro lado del Euripo, en cuya orilla de la parte de Eubea se asentaba Calcis, una de las dos principales ciudades de la gran isla. Por otra parte, la fama de la estupidez de los tebanos era paradigmática en la historia y literatura griegas.

40 Alusión a la representación de la diosa Fortuna, que portaba en una mano un remo, y en otra el cuerno de la abundancia.

41 El caballo alado Pegaso era hijo del dios del mar Poseidón.

42 Hijo de Tántalo y padre de Atreo y Tiestes. Casado con Hipodamia, reinó en el Peloponeso, que de él tomó la denominación.

43 De la que presumía Pericles según TUCÍDIDES , II 40.

44 Crotona y Síbaris son dos colonias griegas del sur de Italia, que conocieron una gran prosperidad y mantuvieron una rivalidad que fue en el fondo la que las llevó a la ruina.

45 Los escitas, como los demás nómadas, no cultivaban la tierra.

46 Egipto, desde los tiempos bíblicos, era conocido por su rica agricultura, meta de muchos pueblos vecinos menos afortunados.

47 Odisea IV 85.

48 Ilíada IX 383-384.

49 Odisea VI 162. Suplimos la palabra «árbol» que falta en la cita de Dión, pero que aparece en el verso siguiente de la Odisea, referido a un retoño de palma.

50 Odisea IX 27. Odiseo habla refiriéndose a su patria Ítaca.

51 H. LAMAR CROSBY , cree que Dión habla de Nápoles, lugar en el que probablemente pronunció esta alocución.

52 TII . KOCK , Com. Att. Fragm ., Adesp. 340. Se cree que éstos y los cuatro siguientes podrían pertenecer a la obra de ÉUPOLIS , Demes .

53 Alusión a la batalla de Egospótamos, en los Dardanelos, en la que el almirante espartano Lisandro destruyó la armada ateniense, con lo que terminó la guerra del Peloponeso (año 404 a. C.).

54 Las murallas de Atenas y del Pireo fueron destruidas por orden de Esparta al final de la guerra.

55 La cita lleva una gran carga de ironía.

56 Posiblemente, Dión se refiere a la peste de Atenas, tan vívidamente descrita por TUCÍDIDES (II 47-52).

57 De ello se gloriaba Esténelo, hijo de Capaneo, en la Ilíada IV 405-410. Y es lo que Héctor auguraba para su hijo en Ilíada VI 479.

58 Con estas expresiones lacónicas, pone Dión de relieve los errores de la Fortuna, sucesos paradójicos de desgracias que cayeron sobre personajes honorables, o de éxitos de hombres indignos.

59 Dionisio el Joven (397-344 a. C.), hijo del tirano de Siracusa Dionisio el Viejo, a pesar de ser inteligente y honrado, fue desterrado por Timoleón a Corinto.

60 Jenofonte fue desterrado por su particular amistad con Ciro, quien apoyó a Esparta en la Guerra del Peloponeso (cf. Anábasis III 1, 5)

61 De Ferécides nos cuenta PLUTARCO (Pelópidas 21) que lo mataron los lacedemonios para cumplir un oráculo y que su piel es celosamente custodiada por los reyes de Esparta.

62 De Anaxarco, filósofo de la escuela de Demócrito, admirado por Alejandro Magno, nos habla Dión en el discurso XXXVII 45. Llamado «el feliz», tuvo un final desgraciado.

63 El difícil blanco es el mismo Diógenes. Se refiere aquí Dión a los aciertos que la Fortuna tuvo con el original personaje.

64 Antístenes (444-366 a. C.), fundador de la escuela cínica, nació en Atenas, fue discípulo de Sócrates y maestro de Diógenes.

65 Timoteo de Atenas (s. IV a. C.), hijo de Conón, fue el organizador de la Segunda Liga marítima de Atenas. Víctima de intrigas, se refugió en Eubea, donde murió.

66 Giges, rey de Lidia (685-657 a. C.), era servidor del rey Candaules. Presumiendo éste de poseer la mujer más hermosa, hizo que Giges la contemplara desnuda. La reina, ofendida, tramó la muerte del rey a manos de Giges, que tomó a la reina por esposa y reinó sobre los lidios. Fue el primer lidio que atacó las colonias griegas de Asia Menor. Cf. HERÓD ., I 9-14 y PLATÓN , Rep . 359 c- 360 a).

67 Semíramis de Babilonia.

68 La historia de la muerte de Heracles está narrada en SÓFOCLES , Traquinias . Dión trata el tema en el discurso LX.

69 PLUTARCO recoge las tradiciones sobre la muerte de Alejandro en Alejandro 75-76. Aunque insiste en que la causa de su muerte fue la fiebre, también refiere que Alejandro bebió vino abundantemente, incluso para apagar la sed que le producía la fiebre.

70 Se cuenta que Olimpia, su madre, dijo a Alejandro que su verdadero padre era Zeus. Y el sacerdote de Amón en Egipto le saludó llamándole «hijo de Zeus», lo que agradó en gran manera al macedonio.

71 PLUTARCO (Alej . 48-55) describe todos estos tristes sucesos. Alejandro acabó por matar a sus propios generales. A Parmenión, padre de Filotas, lo mató cuando el héroe partió hacia Oriente por temor a su extraordinario influjo y prestigio.

72 Refiere la anécdota PLUTARCO (Alej . 28). El ícor era el licor sutil que corría por las venas de los dioses como consecuencia de su alimentación con néctar y ambrosía.

73 Estas cuatro denominaciones se refieren: la primera (Rayo) a Ptolomeo Soter o a Seleuco II; las otras tres a Demetrio, Pirro y a Antíoco II respectivamente.

74 Demetrio (336-283 a. C.), hijo de Antígono I de Macedonia, pasó a la Historia con el título de Poliorcetes, a causa de la ingeniosa invención de máquinas de asalto. Invadido su reino por Pirro y Lisímaco, se refugió en Asia, donde murió prisionero de Seleuco I.

75 Era hijo de Zeus. Con su hermano Zeto construyó las murallas de Tebas. Para ello pulsó la lira con tanto primor que las piedras solas se colocaban en los muros.

76 En un país donde reinaba la injusticia, se esforzó en juzgar con rectitud e imparcialidad, con lo que logró ser elegido rey de los medos, dando así principio a su imperio (HERÓD ., I 96-100).

77 Aunque lo hizo en varias ocasiones, es paradigmático su trabajo al servicio de Laomedonte para construir las murallas de Troya.

78 Meles era rey de Sardes. Una de sus concubinas dio a luz un león. Y un oráculo dijo que las murallas de Sardes serían inexpugnables si les daba la vuelta con el león. Él lo hizo por donde la ciudad era más accesible, pero omitió hacerlo por la ciudadela por considerarla imposible de conquistar. Por allí lanzó Ciro el asalto (cf. HERÓD ., I 84).

79 Zópiro, hijo de Megabizo, conquistó, en efecto, Babilonia para Darío. Una de sus mulas parió, lo que fue interpretado como el presagio expresado por los mismos babilonios. Cf. HERÓD ., III 153-158.

80 Los mardos constituían una tribu nómada entre los persas (HERÓD ., I 125; cf. también I 84).

81 Ese «alguien» es DEMÓSTENES (Olintíaca II 22).

82 En efecto, una tradición, recogida por Focio, contaba que unas abejas depositaron miel en la boca de Píndaro mientras dormía en el monte Helicón.

83 Alude a la historia de Rómulo y Remo.

84 Télefo, hijo de Heracles y de Augea, fue abandonado en el monte Partenio y recogido por unos pastores.

85 Una mujer, cuyo nombre era Cino en griego y Spako («perro») en medo, fue la que salvó de la muerte a Ciro, a quien su abuelo Astiages quería hacer perecer para salvar su reino contra lo dispuesto por el oráculo (HERÓD ., I 110-113).

86 Eumenes (361-317 a. C.), en efecto era hijo de un pobre carretero, dice PLUTARCO (Eumenes 1). Según el mismo PLUTARCO , Eumenes fue sátrapa, no rey, de Capadocia y de Paflagonia (Eumenes 3).

87 Este Heracles fue hijo de Alejandro y de Barsine, la primera mujer a quien amó en Asia. Más adelante la entregó como esposa a Eumenes. Fue muerto por Poliperconte (cf. DIODORO , 20, 280).

88 Olimpia, esposa de Filipo y madre de Alejandro, era abuela de este Heracles. Decía que su hijo Alejandro era hijo, no de Filipo, sino de Zeus.

89 Uno de los generales de Alejandro.

90 Dión se refiere, con toda probabilidad, a Aníbal. Sin embargo, según TITO LIVIO (XXIII 12), fue su hermano Magón el que protagonizó la anécdota de los anillos.

91 Con toda probabilidad, Dión está pensando en Aníbal.

92 Eteocles y Polinices, hijos de Edipo, rey de Tebas, pelearon por la posesión del reino. Ambos acabaron matándose mutuamente. Para Polinices primaba su primogenitura, cuando, según Dión, tenía que haber encomendado el tema a la Fortuna. La leyenda está tratada por ESQUILO en Los siete contra Tebas .

93 Ilíada VII 171-172. Palabras pronunciadas por Néstor a la hora de elegir al héroe que combatiría con Héctor. La suerte cayó entonces sobre Ayante.

94 Ilíada XXIV 527. En uno de ellos están los bienes; en el otro, los males. Zeus los reparte a los hombres como él quiere.

95 En El gran teatro del mundo , de Calderón, es Dios el que reparte los papeles que han de desempeñar los actores del teatro. Aquí, es la Fortuna.

96 Cf. la nota 65.

97 Fabricada y ofrecida por Hefesto.

98 El escudo de Néstor, todo de oro, incluidas las abrazaderas, era un objetivo de Héctor, según el relato de la Ilíada VIII 192-193.

99 Nieto de Poseidón, fue hecho inmortal por el don de una trenza de oro. Cf. APOLODORO , Biblioteca II 4, 5.

100 Niso, rey de Mégara, estaba en guerra con Minos de Creta. Su hija Escila enamorada de Minos, cortó a su padre la trenza de púrpura a sabiendas de que con ello le quitaba la vida y arruinaba a su patria. Cf. OVID ., Metam . VIII y APOLOD ., Biblioteca III 15, 8.

101 El discurso parece inacabado por la forma abrupta en que termina. La comparación de la vida de los hombres con una procesión queda sin el esperado desarrollo.

Discursos LXI-LXXX

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