Читать книгу Discursos LXI-LXXX - Dión de Prusa - Страница 6
INTRODUCCIÓN
ОглавлениеUna vez más, recurre Dión a las obras y personajes de Homero para desarrollar sus dotes literarias. En este discurso, corresponde el turno a un personaje de los más tempranos en el poema de Homero: Criseida. La primera escena de la Ilíada nos pone ante la reclamación de Crises, sacerdote de Apolo y padre de una cautiva, a quien viene a rescatar armado con las ínfulas del dios y portando los preceptivos rescates. El rechazo de Agamenón provoca la ira del dios, la peste, la discusión de los griegos y, en definitiva, la cólera de Aquiles que da origen al poema homérico.
Dión traza el perfil de la personalidad de Criseida, basando su juicio en las palabras del mismo Agamenón. Criseida no tenía nada que envidiar a la misma Clitemestra, esposa del Atrida. Más aún, toda su conducta, prudente, moderada, inteligente, la recomienda como un personaje digno de un rey. Digna de ser amada por el generalísimo de los griegos, pero con dignidad sobrada para comprender que ha llegado el momento de una separación que, para ella, va a ser también una liberación.
Si Briseida abandonaba la tienda de Aquiles con tristeza, Criseida se va del lado de Agamenón sin un mohín de contrariedad. Ello demuestra que la joven estaba de acuerdo con la gestión de su padre. Diez años habían sido suficientes para conocer al personaje, tan egoísta y arrogante como nos lo describe Homero y lo presentan sus hechos. Las intimidades de la convivencia la habían hecho conocer las interioridades de una familia, tocada por el dedo de la desgracia. Criseida no hubiera caído en los desastres que pusieron punto final a las hazañas de Agamenón Atrida. Quizá consciente de los sucesos que se avecinaban, prefirió alejarse de la fuente de las desdichas, aunque tuviera que echar mano de la autoridad moral de su padre Crises.
La figura de Criseida no ha merecido de los autores griegos ningún tratamiento dramático, aunque su problema humano tenía contenidos más que suficientes para ello. Dión lo aborda y lo trata con la originalidad que pone siempre en sus estudios histórico-literarios. De Criseida no se nos conserva ninguna palabra concreta. Todo son conjeturas o, a lo más, gestos. Pero son suficientes para trazar la personalidad de la que, al menos en teoría y en leyenda, pudo haber sido la reina de Micenas.