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La medición y el tratamiento de la diabetes

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Si pasas a ser diabético, tus síntomas pueden incluir una mayor sed, fatiga, visión borrosa, hambre aunque comas más de lo normal, micción frecuente, cortes o contusiones que tardan en sanar u hormigueo, dolor o entumecimiento en las manos o los pies. Pero es posible que no percibas ningún síntoma. Muchas personas descubren que están en riesgo de tener diabetes o que ya la tienen después de hacerse un análisis de sangre.

Los médicos acuden a varias pruebas para determinar si alguien tiene diabetes, pero hablaré de dos en concreto porque muchos de mis clientes se someten a ellas con regularidad, y muchos ven que sus resultados mejoran drásticamente después de probar a ayunar.

La primera es la A1c. Este sencillo análisis de sangre mide qué porcentaje de hemoglobina (una proteína transportadora de oxígeno que se encuentra en los glóbulos rojos) está cubierta de azúcar. La prueba A1c mide los niveles promedio de azúcar en sangre durante dos o tres meses, por lo que una comida rica en carbohidratos no tiene por qué afectar a los resultados. Las personas que no tienen diabetes presentan niveles bajos en la A1c, de entre el 4 y el 5,6 %. Si tus niveles están entre el 5,7 y el 6,4 %, estás en riesgo de padecer diabetes; eres un individuo prediabético, como suele decirse. Y si tus niveles son superiores al 6,5 %, tienes diabetes tipo 2.

La otra prueba se llama glucosa plasmática en ayunas. Mide el nivel de glucosa en sangre en un punto en el tiempo, y se administra tras haber ayunado durante ocho horas, generalmente por la mañana. Un resultado alto, indicativo de diabetes, es cualquiera que se sitúe por encima de los 126 mg/dl. El nivel prediabético se encuentra entre los 100 y los 125 mg/dl, y cualquier resultado inferior a los 100 mg/dl se considera normal.

Si los resultados de tu prueba se ubican en el rango prediabético, deberás efectuar modificaciones en tu ingesta alimentaria y, tal vez, plantearte tomar algunos de los fármacos de los que hablaré a continuación. Pero no pienses en la diabetes solamente a la hora de esforzarte en mejorar tu salud. Los niveles medios en la prueba A1c o en la glucosa en ayunas también indican que estás en riesgo de padecer una enfermedad cardíaca, un accidente cerebrovascular, dificultades cognitivas o resistencia a la insulina (una enfermedad en la que el cuerpo no responde bien a la insulina e incrementa la cantidad de azúcar en sangre).

Además de la pérdida de peso, el ejercicio y las modificaciones dietéticas (generalmente, hay que pasar a llevar una dieta baja en azúcar y carbohidratos), el tratamiento más habitual para la diabetes es la prescripción de ciertos medicamentos. La metformina es el fármaco de entrada para el tratamiento de la diabetes; limita la cantidad de glucógeno que el hígado convierte en glucosa, y ayuda al cuerpo a usar la insulina de manera más productiva. Otros medicamentos, como las sulfonilureas, ayudan al cuerpo a producir más insulina o a volverse más sensible a ella, a excretar glucosa en la orina o a ralentizar la digestión. Por lo general, el último recurso para el tratamiento de la diabetes es la insulina, administrada por inyección subcutánea.

Sin embargo, es desalentador, por decirlo suavemente, que la comunidad médica no recomiende el ayuno, ya que este ayuda a controlar la insulina en mayor medida que cualquier fármaco o cambio dietético. La diabetes tipo 2 es esencialmente una enfermedad en la que hay un exceso de azúcar y demasiada insulina. Y ¿qué es lo que reduce tanto el azúcar como la insulina? El ayuno. Cuando la insulina está bajo control, el nivel de azúcar en sangre permanece bajo control, el peso se estabiliza o disminuye, y el riesgo de padecer problemas de salud crónicos desciende.

El ayuno como estilo de vida

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