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2. EL RELOJ SINCRONÍSTICO

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Desde la sincronicidad, la vida no es fruto de causas sino de sentidos que se asocian entre sí. Es decir, las relaciones que se establecen entre los sucesos, personas o cosas, no son obra de agentes causales, sino de misteriosas conexiones atemporales, en donde la convergencia de significados es lo que cuenta.

Hace unos años, durante un seminario cuyo tema central giraba en torno al enfoque alquímico e iniciático de la psicoterapia, sucedió un evento singular. El día antes de finalizar, al filo del anochecer, centraba la enseñanza sobre el hecho terapéutico de que los procesos de descubrimiento interior ayudan a ver, de modo más nítido, la malla de nuestra historia, y que de ese modo, en el cristal de la vida las palabras esclarecedoras, interpretaciones, revelaciones e insight, asisten a las personas en su labor de adquirir claridad y ver mejor tras esos cristales.

Insistía en que, tal vez, esos cristales, que son una elección del alma para llevarnos a aprender determinadas lecciones de la vida, nunca se van a disolver, que jamás las personas van desistir de tener cristales, pero que no es lo mismo ver la realidad por medio de un cristal sucio o empañado, que a través de otro límpido y despejado; que cuanto más transparentes sean los cristales –más libres de creencias, apegos, modelos e influencias ajenas–, más cerca está la persona de verse y ver el mundo tal cual es.

La mañana siguiente, durante el cierre del curso, en el preciso instante en que retomaba esa misma idea y la desplegaba, un hombre, desde el exterior, iniciaba su labor de limpiar la ventana del fondo del aula. Entre ambos eventos, que sucedían en un entorno temporal de simultaneidad, no existía nexo material alguno. La asociación entre ellos no era de naturaleza causa-efecto, sino de significado. Independientes cada uno de ellos en su génesis, entrelazados sin embargo por el nudo de una fuerza simbólica concurrente. Jung designa esta coincidencia no causal como fenómeno sincronístico.

Ahora bien, tanto la sincronicidad como la causalidad son leyes del universo que funcionan de modo constante. Así, en cada instante, aunque no se piense en ello, la ley de la gravedad funciona con independencia de si la conciencia la registra o no. Las cuatro grandes leyes causales existen y existieron, aun antes de que los hombres pudieran formularlas. La ley de la gravedad era un orden real antes de la caída reveladora de una manzana ante los ojos de Newton.

Del mismo modo, la sincronicidad también opera de un modo permanente; pero al igual que la causalidad, no siempre los seres humanos alcanzan conciencia de su accionar. Sin embargo, tal vez con ella exista una cierta resistencia a considerar su validez, a pesar de los testimonios reiterados sobre su presencia y eficacia.

Esto se debe no sólo a la naturaleza del campo de experiencia en donde se enmarca, sino al hecho de que la sincronicidad es una fuerza de cambio. La causalidad, la gravedad, por ejemplo, nos afectan, pero la sincronicidad nos empuja a la transformación personal. La primera conmociona, la segunda conmueve. Y ya conocemos la repulsa de los seres humanos para abrirse al cambio interior.

Todo lo dicho se liga con una particularidad propia de la sincronicidad: la sensibilidad. ¿Qué significa? Que si la persona no registra las sincronicidades que aparecen a su paso, la percepción de este lenguaje de la naturaleza se torna más difícil de aflorar, y cada vez se reconoce menos su presencia en la vida. Por el contrario, a medida que la conciencia se va abriendo y dejando guiar por la sincronicidad, aparece con más fuerza, pero si no es escuchada se aleja de la existencia.

Llevando este concepto al desarrollo del proceso enfermar-curar, cobra sentido la afirmación, tan reiterada por Jung, acerca de que la sincronicidad es, por una parte, guía que reorienta a la persona en la noche oscura del alma, cuando abandona las seguridades de la conciencia y la razón, y por otra, el timón que la dirige hacia donde le corresponde ir a ella, como la ballena a Jonás.

¿Cómo se logra que la sincronicidad adquiera tal rol? Trabajando en los pequeños detalles la vida cotidiana y dejando que la gracia del alma se derrame sobre la conciencia.

Constelaciones familiares y bipolaridad

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