Читать книгу Constelaciones familiares y bipolaridad - Eduardo H. Grecco - Страница 8
Introducción
ОглавлениеHabrá cosas que nos pasan y no se viven, y por ende no se aprende de ellas, dando como resultado que el suceso no se transformará en experiencia.
Luis Chiozza
El mensaje que deseo compartir con ustedes, en esta ocasión, es parte de la experiencia de trabajo con las personas llamadas bipolares y la visión de la enfermedad y la salud que esta tarea me ha llevado a desarrollar a lo largo del tiempo. Perspectiva que considera a la bipolaridad no sólo como una manifestación clínica y un emergente familiar sino, además, como una búsqueda espiritual por un sendero equivocado.
Basta enfocar la mirada sobre la fenomenología clínica para descubrir la semejanza que existe entre expresiones bipolares y místicas. Argumento que hoy se sustenta desde un lugar tan distante a nuestra praxis como lo es la neurociencia, que señala la convergencia de los procesos que dan lugar a la producción creativa, mística y bipolar.
Al usar el término espiritualidad no me refiero a nada religioso, sino a algo más abisal y primigenio: la ambición humana de que en su existencia haya sentido. Y el sentido sólo se encuentra sintiendo; es una experiencia cardíaca. Pero ocurre que a pesar de su llamativa afectividad, la bipolaridad no es un fogueo emotivo extremo sino, por el contario, un disfraz dogmático del propio sentir, que impide a la persona un contacto genuino con su auténtica vivencia.
Entre el éxtasis sin fe de la manía, y la noche oscura sin para qué de la melancolía, se percibe la desesperada ansiedad del alma bipolar por encontrar la conexión con el Ser interior que ha perdido. Y ese Ser, su Eje Interior, ella debe comparecer a rescatarlo del sitio en donde se oculta: su espacio genealógico, su mundo constelar, su esfera parental. Ese pozo de vacuidad de tiempo que se ha producido en su existencia al haber aceptado pagar, sin cuestionarlo, una deuda firmada por un ancestro o asumiendo y sosteniendo un padecer, como tributo indispensable para alcanzar el merecimiento de pertenecer a una específica tribu parental. Esta dimensión perdida y sepultada en el ayer, ha tragado su quietud, su oscilar pausado, y la ha arrojado como una piedra contra un metal: saca chispas, hace ruido, pero no forja, es crisol de nada.
Sin embargo, la misma red vincular familiar es la que puede devolverle el equilibrio, la capacidad de integrar polaridades; permitirle cruzar la orilla del desamparo que la inunda y arribar al cobijo que anhela. Hundida en su desesperado sufrir, ella está intentando –de un modo fallido– corregir un enredo pasado, cancelar un pendiente silenciado, reconciliar a Caín y Abel, Jacob e Isaac, mostrar la premura de develar un secreto de muerte, gritar lo que por generaciones se ha callado, encubrir, con el desgarro de su padecer, talentos de ancestros desperdiciados, injusticias, exclusiones…
Claro está que una tarea es explicar la bipolaridad, y otra muy distinta, comprenderla. Explicaciones sobran, comprensiones faltan. Y el primer paso para entender una pizca del mundo bipolar es reconocer su naturaleza esencialmente humana. Que la bipolaridad desdichada es el descarrío de un modo complejo del funcionar natural de los seres humanos, un desvío, no sólo personal, sino familiar y colectivo.
No estoy muy seguro de haber podido plasmar, en este libro, el diseño interior que concibo como el rumbo que deberíamos seguir para brindar, tal vez, no una sanación de este padecer, pero sí su reivindicación como experiencia. Tengo la certeza de que ninguna teoría cura y, ya ven, aquí estoy dibujando una. Pero al releer lo escrito me doy cuenta de que no se trata tanto de un texto científico, o un manual sobre la bipolaridad, como del relato de un viaje extraño y singular en torno de mi actividad terapéutica. Una actividad muy parecida a la de un tejedor, que en su telar entrelaza los diversos hilos de una biografía hasta formar, con retazos de diversos colores, una trama plena de intenciones.
He vivido lo suficiente como para darme cuenta de que aquello que uno fragua con sus pensamientos, es semilla que toma tiempo en fructificar. Pero la vida no desecha nada; con todo crea. Este imaginario me da cierta tranquilidad de espíritu acerca del destino de lo que he aprendido sobre el padecer bipolar. No espero que permanezca, pero sí deseo compartirlo, y tener la posibilidad de dar a conocer que el mundo que concibo sobre este tema es fuente de dicha en mi vida. Es por eso mi gratitud para pacientes, lectores y editores.
Un comentario final. La visión constelar familiar que utilizo en la práctica clínica, presente en este libro, no pertenece al campo sistémico, aunque toma algunos elementos de él. Más bien, es un enfoque transversal que parte de la visión psicodinámica, y se adereza con mucho de bioenergética y psicología transpersonal. Asimismo, este recurso terapéutico no es un territorio privativo en mi labor clínica, pero durante años he colaborado en intervenciones familiares aplicadas a la bipolaridad, experiencia que intento transmitir aquí. Por otra parte, en mis libros anteriores sobre el espectro bipolar se encuentran desarrollados, extensamente, las miradas teóricas, terapéuticas y clínicas que sustento en relación con este padecer. El lector podrá encontrar en ellos la posibilidad de ampliar aspectos aquí puntualizados, que por la propia naturaleza del presente texto sólo se mencionan de modo breve.
EDUARDO H. GRECCO
México, enero de 2015