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Capítulo 9 Se necesitan publicaciones de calidad con el mensaje
ОглавлениеHacer circular libros con la verdad presente.–Dedíquese más tiempo a la publicación y circulación de los libros que contienen la verdad presente. Llámese la atención a los libros que se espacian en la fe práctica y la piedad, así como a los que tratan de la palabra profética. Se ha de educar a la gente para que lea la segura palabra profética a la luz de los oráculos vivos. Necesita saber que se están cumpliendo las señales de los tiempos.
Dios es el único que puede dar éxito tanto en la preparación como en la circulación de nuestras publicaciones. Si con fe sostenemos sus principios, él cooperará con nosotros al colocar los libros en las manos de aquellos a quienes beneficiarán. Debemos orar por el Espíritu Santo, confiar en él y creer en él. La oración humilde y ferviente hará más para promover la circulación de nuestros libros que todos los costosos adornos del mundo (JT 3:158, 159).
Artículos que honren la religión en la familia.–Dedíquense nuestros periódicos a la publicación de un material vivo y serio. Rebose cada artículo de pensamientos prácticos, elevadores y ennoblecedores, pensamientos que darán al lector ayuda, luz y fuerza. Debe honrarse como nunca antes la religión y la santidad en la familia. Si hubo un pueblo que necesitase andar ante Dios como Enoc, es el pueblo adventista del séptimo día ahora, que debe demostrar su sinceridad por sus palabras puras, limpias y llenas de simpatía, ternura y amor.
Hay momentos en que son necesarias las palabras de reprensión y de reproche. A los que han salido del camino recto se les debe despertar para que vean su peligro. Debe dárseles un mensaje que los saque del letargo que encadena sus sentidos. Debe producirse una renovación moral, de lo contrario las almas perecerán en sus pecados. Déjese penetrar hasta el corazón el mensaje de verdad, como una espada aguda y de dos filos. Háganse llamamientos que despierten a los negligentes, y hagan volver a Dios a los espíritus extraviados en la insensatez.
Debe atraerse poderosamente la atención de la gente. Nuestro mensaje es sabor de vida para vida o de muerte para muerte. Están en la balanza los destinos de las personas. Hay multitudes en el valle de la decisión. Debe oírse una voz que clame: “Si Jehová es Dios, seguidle; y si Baal, id en pos de él” (1 Rey. 18:21).
Al mismo tiempo, en ninguna circunstancia deben publicarse cosas provenientes de un espíritu duro y denunciador. No haya en nuestros periódicos estocadas ni críticas amargas o sarcasmos mordaces. Satanás ha logrado casi expulsar del mundo la verdad de Dios, y se deleita cuando sus profesos defensores dan la impresión de no estar bajo la influencia de la verdad que subyuga y santifica el alma.
Los que escriben en nuestros periódicos deben espaciarse lo menos posible en las objeciones o los argumentos de los opositores. En toda nuestra obra debemos hacer frente a la mentira con la verdad. Expóngase la verdad por encima de todas las sugerencias personales, alusiones o insultos. Negociemos únicamente con la moneda del cielo. Hagamos uso solamente de aquello que lleva la imagen y la inscripción de Dios. Hagamos penetrar la verdad, nueva y convincente, para minar y suprimir el error.
Dios quiere que seamos siempre serenos y tolerantes. Cualquiera que sea la conducta seguida por los demás, debemos representar a Cristo, obrando como obraría él en circunstancias similares. El poder de nuestro Salvador no estribaba en una enérgica andanada de palabras agudas. Fue su bondad, su espíritu abnegado y humilde lo que hizo de él un conquistador de corazones. El secreto de nuestro éxito estriba en revelar el mismo espíritu.
La unidad.–Los que hablan a la gente en nuestros periódicos deben conservar la unidad entre sí. Nada debe encontrarse en nuestros periódicos que sepa a disensión. Satanás trata siempre de provocar la disensión, porque sabe muy bien que por este medio puede contrarrestar muy eficazmente la obra de Dios. No debemos favorecer sus designios. La oración de Cristo en favor de sus discípulos fue: “Para que todos sean una cosa; como tú, oh Padre, en mí, y yo en ti, que también ellos sean en nosotros una cosa; para que el mundo crea que tú me enviaste” (Juan 17:21). Todos los que trabajan verdaderamente para Dios obrarán en armonía con esta oración...
Casos e incidentes de la vida.–Los directores de nuestros periódicos necesitan la cooperación de nuestros obreros del campo y de nuestros hermanos lejanos y cercanos. En nuestros periódicos deben hallarse comunicaciones de los obreros de todas partes del mundo; artículos que relaten casos de incidentes de la vida. No necesitamos novelas, pero en la vida diaria hay incidentes verídicos que si se relatan en artículos cortos y con palabras sencillas, resultarán más fascinantes que las novelas, al mismo tiempo que proporcionarán inestimable ayuda para la experiencia cristiana y la obra misionera práctica. Necesitamos oír la verdad, la verdad sólida, de parte de hombres, mujeres y jóvenes consagrados.
Ustedes que aman a Dios y guardan en su memoria preciosos detalles de experiencia y las realidades vivas de la vida eterna, enciendan la llama del amor y de la luz en los corazones del pueblo de Dios. Ayúdenlos a resolver los problemas de la vida.
Los artículos que se dirigen a miles de lectores deben revelar que hay en sus autores pureza, elevación y santificación del cuerpo, el alma y el espíritu. La pluma debe usarse bajo el control del Espíritu Santo, como medio de sembrar semilla para la vida eterna. Dedíquese el espacio de nuestros periódicos a asuntos de valor real. Acumulen en ellos asuntos rebosantes de intereses eternos. Dios nos invita a subir al monte para conversar con él, y, cuando por fe contemplemos al Invisible, nuestras palabras serán de veras un sabor de vida para vida.
Publicaciones que tratan de Daniel y el Apocalipsis.–Tengan todos más que enseñar, escribir y publicar acerca de las cosas que se han de cumplir ahora y que conciernen al bienestar eterno de las almas. Den alimento a su tiempo a ancianos y jóvenes, a santos y pecadores. Preséntese sin dilación todo lo que pueda decirse para despertar a la iglesia de su somnolencia. No se pierda tiempo en las cosas que no son esenciales y que no tienen relación con las necesidades actuales de la gente. Léanse los primeros tres versículos del Apocalipsis y véase qué obra se recomienda a los que aseveran creer en la Palabra de Dios: [se cita Apoc. 1:1-3] (JT 3:155-158).
Los libros de Daniel y el Apocalipsis debieran ser publicados en un solo tomo. Podrían añadirse unas pocas explicaciones de ciertas partes, pero no estoy segura de que serían necesarias.
Esta es la sugerencia que le hice al Pr. Haskell y dio como resultado el libro que él publicó. Pero este libro no alcanza a cubrir la necesidad.22 Mi idea era que los dos libros se encuadernaran juntos, el Apocalipsis después de Daniel, como un libro que da más luz sobre los temas tratados en Daniel. El objetivo es colocar estos libros juntos, mostrando que ambos se refieren a los mismos temas.
Ha de proclamarse un mensaje que despierte a las iglesias. Ha de hacerse todo esfuerzo para dar la luz, no sólo a nuestro pueblo, sino al mundo. Se me ha instruido en el sentido de que las profecías de Daniel y el Apocalipsis deben imprimirse en libros pequeños, con las explicaciones necesarias, y deben enviarse al mundo entero. Nuestros mismos hermanos necesitan que se les presente la luz con más claridad (TM 117).
Libros de texto para niños y adolescentes.–¿Por qué las lecciones que los niños aprenden no podrían ser puras, elevadoras y ennoblecedoras? ¿Acaso no es posible que se escriban libros exentos de toda clase de errores? ¿No hay entre los adventistas del séptimo día talento suficiente para escribir libros que contengan las sencillas lecciones del Antiguo Testamento y el Nuevo Testamento?23 (Manuscrito 5, 1890).
Ningún libro de naturaleza dudosa para los jóvenes.–¿Por qué nuestro pueblo depende, para instruir a sus hijos, de libros que contienen graves errores? Cuando los niños preguntan por el significado de esas historias, que son tan contrarias a lo que se les ha enseñado, los padres contestan que no son verdaderas, y sin embargo siguen proporcionándoles esos libros... Al parecer nadie comprende que las ideas presentadas en esos libros descarrían a los niños, y que las historias imaginarias, novelas y fábulas que se ponen a su alcance y que alimentan sus mentes generan gusto y despiertan apetito por las cosas irreales de la vida.
Ya que tenemos abundancia de lo que es real y lo que es divino, ¿por qué no nutrimos la mente de los hijos con esta clase de alimento? Los libros que contienen una perversión de la verdad y que descarrían las mentes en desarrollo, nunca debieran ponerse al alcance de los niños y adolescentes; y los que tienen mentes maduras serían mucho más puros, fuertes y más nobles si no tuvieran nada que ver con ellos (Manuscrito 5, 1890).
Cuidado con publicar teorías falsas.–Puedo ver claramente que si todos los que creen que están calificados para escribir libros siguieran los dictados de su imaginación y los hicieran publicar, e insistieran en que nuestras casas editoras los recomendaran, habría abundancia de malezas sembradas en nuestro mundo...
Mientras haya imprentas y casas editoras, se ofrecerán asuntos incorrectos para que se publiquen, y se imprimirán libros para hacerlos circular entre la gente.
Si no se ejerciera vigilancia contra las historias indebidas, nuestras propias casas editoras se convertirían en agentes para la diseminación de teorías falsas. Algunos escritores hacen un mundo de uno o dos asuntos teóricos, que otros no consideran importantes, y, como resultado, el escritor piensa que se menosprecian sus ideas.
Hace dos o tres días recibí una carta de alguien que profesa ser observador del sábado en California, y que se siente muy herido porque la Pacific Press no respeta sus manuscritos y no acepta la luz que él desea presentar al mundo.
Habrá abundancia de dioses y de señores que lucharán porque se los reconozca; pero si las personas con esa preocupación de inundar el mundo con algo original anduvieran humildemente delante de Dios, con mansedumbre y contrición de espíritu, el Señor las reconocería y les daría la gracia de su Santo Espíritu para que hagan, de acuerdo con su capacidad, precisamente la obra que Dios quisiera que ellos llevaran a cabo (Carta 49, 1894).
Necesidad de diversidad en los escritos.–El Señor dio su Palabra en la forma como él quería que se presentara. La dio por medio de diferentes escritores, cada uno con su propia individualidad, aun cuando relatara la misma historia que otro. Sus mensajes se encuentran reunidos en un Libro, y son como los testimonios presentados en una reunión social. No describen las cosas con el mismo estilo. Cada uno tiene una experiencia individual, y esta diversidad amplía el conocimiento que se extrae para satisfacer las necesidades de diversas mentes. Los pensamientos expresados no son uniformes, como si se hubieran fundido en un molde de hierro. Esta clase de uniformidad habría producido una pérdida de gracia y elegante belleza.
No debemos suponer que tenemos que hablar de las mismas cosas, haciendo las mismas representaciones con idénticas palabras; y sin embargo debe haber unidad en la diversidad. Los diferentes testimonios se unen para constituir un todo, como los libros de la Biblia se han reunido y publicado bajo una misma portada... No es necesario que alguien se esfuerce por lograr que lo que procede de su mente sea por entero diferente de lo que sale de la mente de otra persona. Pero debe ir en la dirección que el Espíritu del Señor señale; entonces habrá diferentes ilustraciones y distintas formas de presentación que interesarán e instruirán a diversas mentes (Carta 53, 1900).
Unidad en la diversidad.–El Creador de todas las ideas puede impresionar las diversas mentes con el mismo pensamiento, pero cada uno puede expresarlo en forma diferente, aunque sin contradicción. El hecho de que exista esta diferencia no debe hacernos vacilar ni confundirnos. No es común que dos personas capten la verdad y la expresen de idéntico modo. Cada una se espacia en aspectos particulares, según los estime de acuerdo con su constitución y educación. La luz del sol que ilumina distintos objetos les da matices diferentes (Carta 53, 1900).
Nuestra obra consiste en proclamar el mensaje del tercer ángel. Se necesitan hombres que comprendan la verdad que se debe proclamar, que saben cuál es el material que debe salir de nuestras casas editoras. Debemos adherirnos firmemente a la verdad para este tiempo, y buscar en toda forma posible trabar las ruedas del carro de Satanás.