Читать книгу Un día en la vida - Emmanuel S. Funes - Страница 28

DÍA 22 La muerte ha tenido muchas representaciones históricas a lo largo del tiempo. Siempre como el verdugo que te llevará al más allá, a ese lugar que desconocemos, pero al que todos llegaremos. La muerte es irónica, todo el mundo está deseoso de ver qué hay después de ella, pero para alcanzar su suave abrigo, un precio muy alto debe ser pagado, el que nadie está dispuesto a asumir, que significa el final de la vida como la conocemos, el término de nuestra rutina y los deseos de un capítulo que puede haber sido muy extenso, o muy corto, efímero… La muerte es solo un peldaño más. Marca el inicio de los nuevos rumbos desconocidos del alma, el viaje intergaláctico de la consciencia.

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Es difícil afirmar con palabras cuál es el destino posterior a la muerte. Esa incertidumbre, terminado el camino, es lo que alimenta la curiosidad del ser por conocer qué hay después de que nuestro cuerpo físico se apague. ¿Qué se encuentra más allá? ¿Qué hay después de que tus ojos se cierran, tu corazón se apaga y la máquina deja de funcionar? Puede ser el cielo o el infierno, la reencarnación, un viaje infinito por el universo; puede ser oscuro, solo oscuridad. La idea del paraíso se alimenta desde la intención de alcanzar la plenitud. Se toma del sentimiento de poca pertenencia hacia nosotros mismos, donde lo que realmente prima es la obediencia y el actuar en base a esta. Esperar la vida para alcanzar la muerte no es el camino. Ese pensamiento nos lleva a no disfrutar el presente y obedecer las normativas que, en teoría, nos llevarán al más allá (al lado “bueno”), sin considerar que en esta vida tenemos la libertad de la opción, podemos tomar las decisiones que queramos y cuando queramos. No podemos limitarnos por el hecho de morir o de no ser tan buena persona como para merecer “el cielo”. Creo que el momento en que todo se termina debe ser una maravilla sensorial interna que no entendemos aún. Todos llegaremos en su momento y, cuando pase, recuerda este momento y relájate. No te preocupes de tus familiares, ellos entenderán tu partida. No llores porque la vida se termina, el camino recién comienza. No sientas culpa por lo hecho, cuando la única solución es aprender y mirar al futuro, por más desconocido que sea.

Un día en la vida

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