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DÍA 32 Tranquilidad. Respirar hondo. Continuar…

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Las primeras bocanadas de aire por la mañana me embriagan de energía matutina, entregada con gentileza por el sol. Los primeros rayos de luz que expele revitalizan cada una de las moléculas con que está hecho mi cuerpo. El ejercicio de llenar los pulmones a su máxima capacidad para luego soltar el aire me hace recordar que aún estoy con vida... Eso es bueno, supongo.

Me encuentro preparado para salir y enfrentar el nuevo día. Uno lleno de sorpresas e incertidumbres, desconocido, pero similar a los anteriores. Un día con sorpresas, pero al mismo tiempo con rutinarias imágenes que se pasean constantemente a mi alrededor.

Cada paso dado me permite sentir el crujir de la tierra bajo mis pies y mientras avanzo, dejo parte de mí atrás. Pasan las horas y el reloj no se detiene. Miro en retrospectiva y observo la larga hilera de huellas que dibujaron en el suelo con cada pisada. Respiro hondo y continúo...

La travesía es larga, pero no imposible.

Un día en la vida

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