Читать книгу Mentiras creíbles y verdades exageradas - Enrique Sueiro Villafranca - Страница 26
Desinformación y consumo de noticias en España
ОглавлениеLa desinformación supone un peligro grave para cualquier sociedad con aspiración de ciudadanía libre. Las tendencias del consumo informativo en España no son muy halagüeñas, como revela el informe Digital News Report79 de 2021. Este decálogo refleja una situación en la que fenómenos como la Leyenda Negra y otros prejuicios sibilinos tienen más posibilidades de cuajar y contaminar:
1. Débil confianza en las noticias. Solo el 36 % declara fiarse de la información en general.
2. El 67 % se siente preocupado por la desinformación. España es el país con mayor porcentaje (42 %) de preocupación por los bulos creados por políticos.
3. Aumenta el desinterés por la información. Los interesados bajaron del 84 % (2016) al 67 % (2021), y al 53 % entre los menores de treinta y cinco años.
4. Débil aumento del pago por noticias (12 %) y desplome del periodismo impreso. El 67 % no pagó nada por estar informado.
5. Jóvenes, ingresos bajos y extremos ideológicos se sienten peor reflejados. Las mujeres se ven casi tan bien representadas como los hombres en los medios.
6. Referentes informativos: solo los medios locales o regionales han crecido en difusión.
7. Facebook (39 %), WhatsApp (35 %) y YouTube (21 %) son las principales plataformas para consumir noticias.
8. Los algoritmos dominan el acceso a la información y el 78 % se informa a través del móvil.
9. Madurez del podcast (el 38 % los escucha regularmente) y de los vídeos informativos (casi dos de cada tres los siguen).
10. Por una parte, se desea el ideal de periodismo: plural (76 %), neutral (70 %) y ecuánime (62 %). Por otra, España es de los países donde más se considera que no debe darse cobertura a aquellas partes que estiman que tienen un argumento más débil (25 % frente al 15 % en Europa o EE.UU.).
La desinformación fomenta la Leyenda Negra y otros prejuicios. A ella se refiere Jean-François Revel cuando compara el ataque al líder mundial de cada momento, España en el siglo XVI y EE.UU. en el XXI. El intelectual francés recuerda que la mayoría de las acusaciones son falsas y a veces absurdas: abundan las informaciones para contradecirlas. Sin embargo, la gestión reputacional resulta ardua porque las resistencias son tenaces. El argumento de su libro La obsesión antiamericana80 serviría para otro titulable La obsesión antiespañola. En su opinión, el antiamericanismo se sostiene en un perverso deseo de permanecer desinformado. Aunque los datos verificables sobre EE.UU. están accesibles en gran medida, quedan sistemáticamente apartados por un deseo irracional de creer que ese país es responsable de todo el mal mundial. La dinámica es semejante a la imagen falsa sobre España.81