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III. El siglo XX: concentración y capitalización

En las últimas décadas del siglo XIX y primeras del nuevo siglo, numerosos molinos se vieron obligados a cerrar, generalmente, los más aislados y alejados de los mercados y aprovisionamiento de materias primas. Aunque los emplazamientos inadecuados no fueron el único inconveniente, también las exigencias de grandes inversiones de capital -el valor de las nuevas fábricas multiplicaba el de los viejos molinos- desbordó las posibilidades de muchos empresarios. Durante el proceso de mecanización, la actividad papelera concluyó en el 60% de las localidades valencianas, de forma que, al alcanzar el punto de inflexión la crisis de la industria papelera, hacia 1918, sólo permanecían en activo el 27% de los molinos que lo estaban en 1883. Por lo tanto, la crisis finisecular implicó alteraciones patentes y significativas en la localización espacial tradicional.

En la provincia de Castellón, se extinguió la industria papelera histórica, la emplazada en las cuencas de los ríos Mijares y Palancia. En la provincia de Valencia, desaparecieron por completo núcleos con un gran arraigo, éste sería el caso de los establecidos en la cuenca del Sellent (Anna, Chella, Estuveny) y, otros molinos aislados, como los de Yátova, Real de Montroi o Algemesí (los tres en la cuenca del Magro). Sin embargo, en otras localidades sin tradición papelera, se establecieron nuevos molinos, es el caso de Requena, Alberic, Alboraia y Aielo de Malferit. La industria papelera alicantina resistió bien la crisis, aún así, desaparecieron núcleos históricos, como Tibi o Alcocer y otros, como Elda, quedaron muy afectados. No obstante, se consolidaron los principales núcleos existentes y nuevas localidades, como Elche o Sant Vicent del Raspeig se incorporaron al mapa papelero.

Botella Gómez concluye su análisis sobre la crisis finisecular de esta manera: “Ciertos núcleos papeleros de larga tradición se extinguen rozando el siglo, mientras otros, con una localización a veces comparable, se adaptan al nuevo momento. Desde luego, la opción por el litoral es clara y, en este sentido, cuanto más hacia el interior del país el mantenimiento de esta industria iba a suponer costes más elevados. Pero dentro de este principio general, son las zonas económicamente más desarrolladas las que tendrán mayores posibilidades de reconversión.”63 En última instancia, la consecuencia más visible del proceso de mecanización fue una mayor concentración papelera, tanto espacialmente como por el tamaño de las empresas, con fábricas de mayor envergadura, emplazadas bien en las zonas más industrializadas, bien en el litoral, localización más favorable por la cercanía a los mercados y centros de aprovisionamiento de materias primas y recursos energéticos (la mayor parte del carbón mineral llegaba vía marítima).

3.1. La industria papelera valenciana en la primera mitad del siglo XX

A principios del siglo XX, en el ámbito valenciano, se había instalado una treintena de máquinas continuas (y alguna picardo)64. Antes de comenzar la Gran Guerra, su número se había estabilizado en 25, pero a consecuencia del impacto de la contienda europea, llegó a reducirse a 7 máquinas, en 1916. Las autoridades reconocían que al disminuir la exportación de naranjas, “no trabajan las serrerías mecánicas, las fábricas de papel de seda y los talleres de timbrado, pudiendo calcularse en mucho miles de trabajadores de ambos sexos, los que holgarán forzosamente, caso de no resolverse el problema, y constituyendo un caso de gravedad esta situación65. En 1918, el sector se había recuperado, alcanzando las 25 máquinas. Francisco Moltó, en su ponencia titulada «La industria Valenciana», presentada al III Congreso Nacional de Economía Nacional de 1918, reconocía, como municipios papeleros, además del gran núcleo alicantino, con 8 localidades papeleras, a València (7 fábricas), Ontinyent (3), Buñol (2) y Alberic (1), que en total sumaban 13 fábricas en la provincia de Valencia66. En Castellón, la propia capital con 2, Burriana, 1, Castellnou, 1, Rossell, 1 y Soneja, 1; en total 6 fábricas. En los años 1922-3, el sector papelero, ya en franca expansión, había alcanzado las 36 máquinas planas67 que, sobre todo, se emplazaba en las provincias de Alicante y Valencia.

La industria papelera castellonense apenas tenía alguna relevancia a principios de siglo, pues sólo continuaban los focos de Rossell y, en el Palancia, Castellnovo y Soneja. Sin embargo, reanudada la exportación de naranjas, nuevas fábricas papeleras iniciaron su actividad en la Plana, concretamente, en Burriana, Vila-real y la propia capital, apuntando la tendencia del sector a abandonar el interior e instalarse cerca del litoral.

Nada menos que seis fábricas de papel se establecieron en la ciudad de Valencia en sólo trece años, los que van desde 1903 a 1916, que se sumaron a la fábrica de papel continuo de Penyarroja y a la de cartón del Camino Viejo de Benimaclet. De esta forma, la ciudad de Valencia se había transformado en una importante concentración, con siete establecimientos papeleros. La tendencia de las papeleras a ubicarse -o trasladarse- en las grandes ciudades y sus alrededores continuó profundizándose, así, en Catarroja, Alboraia, Alfara del Patriarca y, más tarde, Mislata se instalaron nuevas empresas. En 1943, ascendían ya a 12 las fábricas localizadas en la ciudad de Valencia, de ellas, 7 habían optado por la máquina plana (con 9 unidades) y 2 por la redonda. Deberíamos considerar también una fábrica de cartón y otra de papel de estraza. Buñol, a partir de los años 20, recuperó los niveles alcanzados en 1885, de forma que, en la década de los 30, ya se cifraban en siete las fábricas de papel que se hallaban en funcionamiento, en las que se obtenía papel de barba, estrazas, cartones, papel continuo, sedas y manilas68. En la primera mitad del siglo, se configuró el eje papelero Alzira-Xàtiva, que incluía a Villanueva de Castellón y Benifaió. La industria papelera de Alzira se originó, en los años 30, en relación con la exportación de naranjas, al instalarse una fábrica de sedas y manilas, propiedad de la Federación de Exportadores de Naranjas. La industria papelera setabense alcanzó un hito en el año 1932, cuando Gregorio Molina, papelero de Banyeres, estableció la «Papelera San Jorge».

La cuenca del Serpis mantenía su preeminencia, concentrando numerosas fábricas de papel, en varias localidades papeleras, como Alcoi, Cocentaina, Banyeres, Muro, Alqueria, Lorcha, Potries y Villalonga (estas dos últimas en La Safor, Valencia). La alta especialización en papel de fumar dejó paso a una mayor diversidad, en la que la elaboración de papel de seda para envolver naranjas ocupó un lugar relevante. En Banyeres, la fabricación de papel paja y papelote69 sustituyó a la tradicional de papel de fumar. En 1900, la industria papelera de Alcoi se componía de 6 fábricas de papel continuo, con 7 máquinas planas, que elaboraban papel de fumar y sedas, y 28 talleres de libritos70. En 1913, ya se cifraban en 14 las máquinas continuas71. También las fábricas de Cocentaina optaron por mecanizarse, adquiriendo dos de ellas máquinas planas. Sin embargo, la continuidad de la actividad papelera no fue posible ni en Alcocer de Planes ni en Ibi; por el contrario, continuaba en Elda, al mismo tiempo que Elche se incorporaba al mapa papelero.

En la década de los 30, algunas empresas papeleras, para alcanzar niveles aceptables de competitividad, se vieron obligadas a fusionarse. La industria valenciana del papel dio un salto cualitativo con la constitución, en el año 1935, de «Papeleras Reunidas, S.A.», producto de la fusión de nueve empresas papeleras alcoyanas (Mataix y Payá Miralles, sin embargo, no se integraron en «Papeleras Reunidas, S.A.»). La fusión se saldó con la formación de una gran empresa que comprendía siete fábricas, con 14 máquinas continuas de papel y una de cartón, que producían papeles de fumar, sedas y manilas, biblias, impresión, estracilla, cartulinas y cartoncillos, etc.72 Además, incluían cuatro talleres de libritos de fumar, una imprenta y una litografía. También se dieron otros procesos de fusión de papeleras valencianas. Por fusión de «Papelera del Turia» -Catarroja- y «Papelera del Ebro» nació, en 1932, «La Papelera del Grao S.A.» (Alboraia)73, que, más tarde, se integró en «La Papelera Española, S.A.». El mismo proceso siguió la fábrica «El Cañar» de Villanueva de Castellón74 que, posteriormente, se dedicó exclusivamente al manipulado del papel.

3.2. De la recuperación a la crisis

La Guerra Civil implicó una terrible ruptura en el proceso de modernización de la industria papelera. Hasta la década de los 50, no se alcanzaron los niveles de producción anteriores a la contienda pero, aun así, generalmente, empleando una tecnología obsoleta. De hecho, el aislamiento internacional – al imposibilitar el aprovisionamiento de pastas- favoreció a los núcleos papeleros tradicionales, como el valenciano. Por lo tanto, la recuperación del sector papelero se basó más en el aprovechamiento de una coyuntura favorable que en una verdadera renovación tecnológica, lo que no excluye la introducción constante de innovaciones. El sector papelero valenciano se especializó en papeles de poco gramaje, papel de fumar, sedas, manilas, biblias, aunque producía también papeles de embalaje, estracillas, cartulinas, cartoncillos, cartón, etc., pero con el desarrollo de la economía española, el protagonismo adquirido por el cartón se fue acentuando progresivamente. Al finalizar el segundo tercio del siglo XX, la Comunidad Valenciana concentraba el 13,47% de la capacidad productiva del estado español, por detrás de Cataluña (33,49%) y el País Vasco (43,21%)75. No obstante, el mercado interior absorbía la mayor parte de la producción de papel –que se destinaba, básicamente, a las imprentas- y cartón, que se empleaba en el embalaje. En todo caso, al variar las condiciones, con la incipiente liberalización de la economía, el sector se resintió, amagando la crisis.

En Castellón, la industria papelera quedó relegada a cuatro municipios, en concreto, Soneja, Rossell, Borriana y Vila-real. La ciudad de Valencia, se convirtió en el principal núcleo papelero, con 12 fábricas de papel (en 1958), a las que habría que añadir las de sus proximidades, al mismo tiempo que se recuperaba por completo el núcleo de Buñol. El eje Alzira-Xàtiva pasó a ocupar un lugar relevante; mientras en la primera localidad, continuaba «PAPENSA» y varias fábricas de cartón, en la segunda, la fábrica de Gregorio Molina, «Papelera San Jorge» se transformó en una gran empresa. No obstante, el núcleo papelero emblemático continuaba siendo el de Alcoi-Cocentaina. La empresa más importante del sector, «Papeleras Reunidas, S.A.», con las primeras medidas liberalizadoras que contemplaba el Plan de Estabilización, manifestó cierto estancamiento técnico y empresarial. Los problemas de «Papeleras Reunidas, S.A.», ya a principios de los 60, se tradujeron en una grave crisis, que llevó al cierre de varias factorías. En este contexto, Desiderio Mataix Doménech -después, «Papelera del Serpis SA»- diversificó su producción que incluía desde manilas y sedas hasta estrazas. En l´Alqueria, se ubicaba la empresa de Sobrinos de Abad Santonja, integrada en «Papeleras Reunidas, S.A.». Banyeres contaba con 4 empresas, pertenecientes a Victoriano Belda, Evelio Mataiz, Mora y Cía y «Papeleras Reunidas, S.A.» (con dos fábricas, «La Innovadora»y «Blanco y Negro»). En Cocentaina, «Papeleras Reunidas, S.A.» poseía dos factorías («Algars» y «Serelles»), destacando también «Industrias Merín». En L´Orxa, estaba en activo la fábrica de Emilio Raduán, que confeccionaba papeles de fumar, sedas y manilas. Además, en la provincia de Alicante, desde mediados de siglo, surgieron nuevos focos, como Elx y Sant Vicent del Rapeig, a los que más tarde se sumó Dolores, todos centrados en el cartón.

Las empresas papeleras, durante los años de expansión, no sólo desaprovecharon la oportunidad de recapitalizarse con los beneficios obtenidos, sino que, además, fueron perdiendo mercado exterior, cerrando vías necesarias en el futuro76. El alza espectacular de los costes energéticos y los cambios en la demanda tradicional desencadenaron la crisis de los 70 que, sin embargo, respondía a causas estructurales. Gran parte de las empresas papeleras valencianas presentaban una serie de características que las hacían poco competitivas y muy vulnerables, en primer lugar, su reducida dimensión empresarial que implicaba graves problemas de financiación y, por lo tanto, dificultades para renovar máquinas obsoletas; en segundo lugar, la pervivencia de localizaciones tradicionales, lo que dificultaba el acceso a las materias primas y a los mercados. Un factor agravante sería su gran dispersión y el escaso grado de integración de los establecimientos. Todo ello, se puso claramente de manifiesto, al disminuir las medidas proteccionistas en las décadas siguientes y, especialmente, con la entrada en la Comunidad Económica Europea. En consecuencia, un número importante de empresas papeleras valencianas no pudo superar la crisis del último cuarto del siglo XX77.

En el año 1978, la Comunidad Valenciana sumaba 41 empresas papeleras y del cartón, 5 en la provincia de Castellón, 29 en la de Valencia y 7 en la de Alicante, que se localizaban en el gran eje industrial de la Comunidad Valenciana. Si comparamos estos datos con los anteriores –tal y como se observa en la siguiente tabla- se aprecia la tendencia regresiva del sector, que se agudizó en las décadas siguientes. Algunas comarcas papeleras tradicionales, como el Alcoià-Comtat, Ontinyent-Bocairent y la Hoya de Buñol sufrieron el fuerte impacto de la crisis. Por el contrario, otras zonas con menor tradición devinieron importantes núcleos papeleros, contándose entre ellas la Plana de Castelló, L´Horta de Valencia, Alzira-Xàtiva, Gandia, Sant Vicent del Raspeig y Elx.


Durante la crisis, se produjo una creciente participación del capital extranjero78 y un mayor proceso de concentración, aun así, la baja capitalización implicaba unreducido potencial productivo de las empresas. Los pasivos que arrastra la industria papelera valenciana continúan siendo, básicamente, el predominio de la pequeña y mediana empresa, la pequeña dimensión media de factorías y el endeudamiento de algunas empresas. También debemos considerar el déficit de materias primas, puesto que la industria papelera valenciana mantiene una gran dependencia del exterior. Las mayores empresas utilizan pasta mecánica y, sobre todo, pasta química, que, en gran medida, se importa del extranjero; sólo algunas pequeñas empresas -ha sido tradicionalmente el caso de Buñol- elaboran papel reciclado que, en parte, también se importa79. Entre los principales países abastecedores de materias primas, se encuentran Portugal, USA, Canadá, Finlandia, Suecia y Noruega. Gandia se configuró como el principal puerto de aprovisionamiento de materias primas para las fábricas de papel y cartón, circunstancia que explica su relevancia en el sector.

La industria papelera valenciana, a partir de los condicionantes citados, debe enfrentarse a retos insoslayables, al mismo tiempo que debe hacer frente a la competencia del papel nacional y extranjero. Mientras los grandes fabricantes dominan el mercado de los papeles de gran consumo, las pequeñas empresas se especializan en la fabricación de papeles especiales con gran valor añadido, así, algunas pequeñas empresas fabrican papeles poco corrientes, cuya demanda está asegurada. Operar en un nicho del sector papelero poco sensible a las oscilaciones de la demanda o del precio de la materia prima se ha revelado como una buena estrategia. También ha dado buenos resultados la manipulación de la mayor parte de su propio papel, con lo que se obtiene mayores beneficios y no se depende tanto de las oscilaciones del mercado. Otra opción, a la que han recurrido algunos fabricantes para hacer frente a las crisis de demanda, consiste en elaborar diferentes tipos de papel, única forma de contrarrestar la inestabilidad del mercado papelero, pero esta opción imposibilita las economías de escala y obliga a inmovilizar mayor capital en existencias.

3.3. La apuesta valenciana: el cartón

La localización preferente de la industria papelera valenciana seguía tres grandes líneas: la proximidad a los grandes núcleos urbanos, las zonas muy industrializadas y el litoral80. En las áreas metropolitanas, próximas a los mercados, se han instalado numerosos talleres y fábricas de manipulados del papel y, sobre todo, de cartones. El desarrollo del cartón está en relación con el envase de productos industriales -zapatos, textiles, azulejos, etc.- y del campo, tanto frutas como hortalizas. La apertura de fábricas de cartón en Betxí ha reforzado a La Plana como una importante concentración papelera, gracias a la expansión de la industria azulejera. La industria papelera alicantina está orientada tanto a las necesidades de la industria del calzado como a las del mercado metropolitano. El potencial papelero de Valencia y otros municipios de L´Horta está en relación directa con el mercado del área metropolitana, de ahí el peso de las fábricas dedicadas a la manipulación del papel y, sobre todo, del cartón. En el área metropolitana de Valencia, la concentración papelera se completa con la instalación más reciente de las fábricas de cartón en Paterna, Quart, Torrent, Beniparell, etc. Alzira, Xàtiva y Gandia se han especializado en la fabricación de todo tipo de envases y empaquetados, fieles a sus orígenes.

En la Comunidad Valenciana, las últimas décadas del siglo XX, han implicado cambios de consideración en el sector papelero, al mismo tiempo que se ha ido especializando en la fabricación y manipulado del cartón. Mientras en los núcleos históricos iban cerrando numerosas empresas, una tras otra, en la proximidad de las ciudades proliferaban empresas, muchas de ellas de reciente creación, centradas en el manipulado de papel y el cartón. Con la desaparición de la industria papelera de Alcoi y el cierre de la mayor parte de las empresas de la Hoya de Buñol, la industria papelera se localiza casi totalmente en el litoral, con la única excepción de Ontinyent, donde están activas diversas fábricas de cartonajes, aquellas que fueron capaces de adaptarse a las necesidades de la industria textil. El nuevo mapa papelero de la Comunidad Valenciana es fruto tanto de la crisis del papel como de la expansión del cartón. En el Ranking de las mil primeras empresas de la Comunidad Valenciana, en el año 2004, aparecían las siguientes: en primer lugar, con el número 91 por resultados, «Cartonajes Bernabeu S.A.» (Ontinyent), le seguían «Rafael Hinojosa S.A.» (Xàtiva), «Cartonajes La Plana S.L.», «Cartonajes Vegabaja S.A.», «Papelería de la Alquería S.L.», «Cartones Ondulados Levantinos S.A.», «La Clariana S.A.», «Suministros industriales de cartón y envases S.A., «Río Verde Cartón S.A.» (que cerró al poco tiempo) y «Cartonajes Mora S.A.»


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