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16 / 100 EL PADRE DANIEL, EL «PATER»

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Hubo un tiempo en el que en los clubes de fútbol había un capellán. En algunos todavía existe. Sí, un cura que decía una misa al empezar la temporada, bendecía el estadio, casaba a los jugadores o bautizaba a sus hijos. Incluso, si el entrenador era muy creyente, la mañana del partido decía misa. Así era, aunque hoy parezca increíble.

En nuestro equipo, en su día el «pater» fue Pablo Serrano Villafañe, don Pablo, quien había sido capellán en un tercio de requetés, ¡casi nada!, durante la Guerra Civil y párroco del barrio de Peñagrande Lacoma, según recuerdan Miguel San Román y «Petón» en su obra Blanco ni el orujo (ed. Córner), y que, entre otras ceremonias, oficiaba en las bodas de los jugadores de los años sesenta. El día 7 de diciembre de 1958 se puso la primera piedra del entonces nuevo campo colchonero y allí estaba don Pablo, un leonés de Sahagún, para bendecir el que ocho años después sería el coliseo rojiblanco hasta 2017: el estadio del Manzanares, nombre oficial del Calderón en sus primeros años.

Más tarde, y durante mucho tiempo en el Atlético, el capellán se llamó Daniel, el padre Daniel, tan del Atleti que hasta se parecía a Luis Aragonés, de quien celebró su funeral en febrero de 2014.

Vinculado al club desde su juventud, Daniel Antolín Hernáiz se hizo socio en 1974 y tenía el número de abonado 1.215 hasta que un accidente de tráfico en su pueblo natal, Pineda de la Sierra (Burgos), se lo llevó el 21 de septiembre de 2018. Uno de sus últimos actos públicos, la bendición del Metropolitano en 2017.

Un hombre bondadoso, que reconocía que no rezaba para que los otros equipos perdieran o bajasen de categoría, pero sí para que ganase su Atleti. A veces, Dios escuchaba sus plegarias, otras no, aunque no hay duda de que es atlético.

Me quedo con unas palabras suyas con motivo de los dos añitos en Segunda, entre el año 2000 y el 2002: «el descenso fue un gran sufrimiento para todo el que tenga un sentimiento atlético. Pero, como siempre hemos tenido el lema de que el dolor purifica, nosotros ya estamos purificados». Por cierto, al padre Daniel no le hacía ninguna gracia lo de «un añito en el infierno» (lema publicitario con el que el Atlético afrontó su primer curso en Segunda) porque, según la teología, del infierno no se sale.

«El que va al infierno», recordó, «no sale de ahí». Afortunadamente, salimos.

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