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Eros y Tánatos
ОглавлениеAunque la teoría psicoanalítica de Sigmund Freud ha sido muy cuestionada y hoy se considera superada por no tratarse de una verdadera ciencia con base biológica, es justo reconocer que buena parte del pensamiento del célebre neurólogo vienés, se non è vero, è ben pensato. Una de las ideas fundamentales de Freud fue la coexistencia en cada individuo de dos pulsiones o impulsos básicos contrapuestos, el de la vida y el de la muerte, que bautizó con los nombres de dos personajes de la mitología griega, Eros, dios del amor sensual, y Tánatos, personificación de la muerte.
Para Freud, Eros es el instinto que dirige la conducta humana hacia la supervivencia, tanto individual como de la especie, a través de la atracción sexual que garantiza la reproducción y por tanto la perpetuación de la vida, el ser. Tánatos, por el contrario, es el instinto que conduce a la destrucción del ser humano, a la muerte propia (suicidio) o de otro (homicidio), el no ser. Ambos impulsos innatos conviven en cada individuo y en cualquier momento pueden tomar las riendas de su destino. Si es Tánatos, infundiéndole los sentimientos negativos (odio, pena, frustración, culpa, celos, desesperación) que envenenan la mente y nublan el alma y si es Eros, los positivos (felicidad, alegría, empatía, amor, gratitud, compasión) que las iluminan.
Dado que el teatro es un espejo de la vida y que la ópera es una modalidad de teatro, es lógico que la mayoría de las historias de las que se ocupa oscilen entre estos polos opuestos de amor y odio, de vida y muerte, de Eros y Tánatos. Cuando Eros se impone en la trama la ópera será una comedia o aún siendo seria tendrá un lieto fine, pero si gana Tánatos inevitablemente sobrevendrá la tragedia.
Esquemáticamente, los sentimientos que conducen a los personajes hacia el triunfo de uno de ambos extremos son los siguientes:
1. Triunfo de Eros: a través del amor, la compasión, la generosidad, la bondad, etc.
2. Triunfo de Tánatos: por medio del odio, la envidia, la infidelidad, traición o deslealtad, los celos, la ambición, el deseo sexual ilícito, la desesperación, la opresión o el fanatismo, político o religioso.