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¿quién habla en mi cabeza? Algunas preguntas esenciales para comprender el fenómeno ¿Cómo funciona el parásito mental?
ОглавлениеHay algo que debes saber de inmediato: todas las personas procesamos la información intelectual a través del diálogo interno, pero esto no implica necesariamente algo perjudicial para nosotros. El problema es que en nuestra sociedad, ese diálogo se ha vuelto tan desbordado, desgastante y tóxico, que se ha convertido en el obstáculo más importante para la concreción de nuestros proyectos de crecimiento.
Dado que las personas no somos un conjunto de compartimentos estancos, cualquier fuga de energía en un área (por ejemplo, la mente), repercute negativamente en las otras: nuestro estado emocional, nuestra salud y hasta nuestras perspectivas de crecimiento.
Te daré algunos ejemplos para que veas cómo funciona:
Carlos es un joven empleado. Sale de la oficina del director habiendo recibido una crítica injusta o un reclamo que no correspondía. Sin embargo, no ha podido expresar claramente su situación. Entonces, mientras camina resignado, la voz que tiene en su cabeza le dice “Deberías haberle dicho que se vaya al infierno”. Minutos después, mientras regresa a su cubículo, esa misma voz en su cabeza le dice “Todos en la oficina te están mirando y saben que te acaban de destruir”. Más tarde, en el trayecto de regreso a su casa, esa misma voz le dice “Nunca vas a llegar a nada”. Con el correr de los días Carlos se sentirá triste, agitado o deprimido, y físicamente agotado. Quizás piense que es por su alimentación o su ritmo de trabajo, pero de lo que se trata es de ese parásito acosador y martirizante que no deja su mente en paz.
Otro ejemplo:
Una mujer de unos 50 años decide volver a intentar el camino del amor luego de que transcurriera una década desde su divorcio. Durante ese lapso, se ha dedicado exclusivamente a criar a sus hijos y mantenerse vigente en su trabajo, lo cual le ha demandado mucha energía. Se lanza, entonces a una nueva etapa, haciendo espacio para el romance, pero sus primeros encuentros con el sexo opuesto no resultan como esperaba. La voz en su cabeza no deja de repetirle: “Es que estás vieja”, o “Ya no hay hombres”, o “Deberías dejar estas frivolidades y ocuparte de lo que es importante”. Aun cuando se encontrara frente a frente con el hombre perfecto para ella, probablemente no se daría cuenta. Su parásito mental no se lo permitirá.
El parásito mental es una voz que expresa –a través de frases clave e imágenes mentales– ciertas creencias acerca de ti mismo y del mundo. Dado que se manifiesta en forma de diálogo, podemos llegar a percibirlo como una pseudo-identidad, un “otro yo” que vive en nuestra cabeza.
Cuando sueñas con algo maravilloso que quieres lograr y de pronto surgen cadenas de ideas pesimistas al respecto, que finalmente te convencen de que no vale la pena el proyecto, eso es una manifestación del parásito. Cuando te encuentras enredado en fabulaciones acerca de aquello que pudo haber sucedido o que puede llegar a suceder, y esto te llena de temor o preocupación –y aunque lo intentas no logras salir del circuito– ahí tienes a tu parásito. Cuando te sientes compelido a consumir algo en exceso aun sabiendo que te daña, eso es el parásito. Cuando tu pensamiento no se detiene, incluso cuando intentas dormir, eso es tu parásito.
El parásito es algo que no nos hace bien. Impugna nuestro crecimiento personal conduciéndonos a la errónea creencia de que nunca alcanzaremos el éxito, o nos empuja a acciones temerarias sólo para demostrarle algo al mundo. Nos aleja del presente conduciéndonos a fantasías negativas acerca de un doloroso pasado o un inquietante futuro. Propicia, si se le permite dominarnos el tiempo suficiente, enfermedades físicas. Nos empuja a vincularnos con personas abusivas o nos lleva al borde de la autodestrucción. En síntesis, nos aleja de la posibilidad de ser felices.