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¿Todos lo sufrimos?

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Todos experimentamos un diálogo mental, con diversos niveles de presión o desequilibrio. Algunas personas han aprendido a reconocer cuándo la voz que escuchan en su mente es la voz del parásito, y no permiten que éste consuma su energía y cancele sus oportunidades. Sin embargo, en el tiempo que llevo trabajando este tema, debo aceptar que son muy pocos los que aseguran estar libres del flagelo. La mayoría de las personas lucha diariamente para desembarazarse de sus ataduras.

Muchas personas registran un ir y venir del parásito en sus vidas. Durante breves lapsos, quizás en momentos ideales de bienestar o conexión, sienten que han superado el problema. No obstante, el parásito sobrevive a esos fugaces paraísos mentales, esperando agazapado a que se abra la brecha, -una duda, un contratiempo, una desilusión- para volver a atacar. Y, cuando lo hace, lo hace con fuerza, por eso es necesario tener listas las herramientas adecuadas para detener sus efectos.

Su regreso es esperable, ya que –como todo en el Universo– nuestro parásito mental requiere energía para sobrevivir. Toma esa energía –sobre todo- de la atención que le damos a sus frases y los estados emocionales en los que nos hunde. Dispone de una serie de trucos para obtener esa atención, por ejemplo, exagerar o distorsionar los datos que recibimos, obsesionarnos con pequeñeces o hacernos perder de vista las oportunidades que se presentan.

Existen siete estrategias generales que utiliza para dominar esa atención. Estas siete estrategias se diferencian por el contexto de infancia en el que se construyó el parásito e incluyen diversidad de trucos y trampas que te mostraremos a lo largo de este libro. De todas formas es importante destacar que no es posible predecir a partir de un escenario de infancia cómo se presentará un parásito mental. Diferentes personas responden en forma diferente a los estímulos, desafíos y condiciones de su infancia. Muchos factores individuales entran en juego, sobre todo la sensibilidad particular de cada ser a su circunstancia. Somos únicos.

Sin embargo, el modelo general es útil para enmarcar las situaciones que vamos viviendo en relación con nuestro parásito. Identificar cuál es la estrategia dominante en tu caso te resultará entonces muy práctico para contrarrestar sus efectos nocivos. Al conocer su patrón de comportamiento habitual podrás anticiparte a sus resultados. Al reconocer adecuadamente sus estrategias, podrás aplicar las herramientas específicas y descubrir el sentido profundo detrás de él.

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