Читать книгу Lo mejor de Franz Kafka - Franz Kafka - Страница 22
Anotaciones en los diarios de Kafka referentes a El proceso
Оглавление«Josef K, el hijo de un rico comerciante, se dirigió una noche, después de una gran disputa con su padre —el padre le había reprochado su vida licenciosa y le había exigido que cambiase de vida—, hacia la casa de comercio, situada en las cercanías del puerto, sin ninguna intención definida, inseguro y cansado. El guardián ante la puerta se inclinó profundamente. Josef le miró fugazmente sin saludarle. "Estas personas mudas y subordinadas hacen todo lo que se espera de ellas —pensó—. Si pienso que me observa con mirada impertinente, así lo hace en realidad". Y se volvió de nuevo hacia el guardián de la puerta sin saludar. Éste se volvió a su vez hacia la calle y contempló el cielo cubierto» (29 de julio de 1914).
«Comencé con tantas esperanzas y ahora rechazado por las tres historias, hoy más que nunca. Tal vez sea conveniente trabajar en la historia rusa después del Proceso. En esta ridícula esperanza, que sólo se apoya en una fantasía maquinal, comienzo de nuevo el Proceso. No fue del todo en vano» (21 de agosto de 1914).
«Fracaso al intentar terminar el capítulo, otro ya comenzado no podré continuarlo tan bien, mientras que aquella vez, por la noche, me habría sido posible. No puedo abandonarme, estoy completamente solo» (29 de agosto de 1914).
«Frío y vacío. Siento demasiado los límites de mi capacidad, que, cuando no estoy plenamente concentrado, se estrechan» (30 de agosto de 1914).
«Un completo desamparo, apenas 2 páginas escritas. Hoy he estado muy cansado, aunque he dormido bien. Pero sé que no puedo doblegarme si quiero llegar a la gran libertad que tal vez me espera más allá de los padecimientos más bajos de mi actividad literaria, tan nimia a causa de mi forma de vida» (1 de septiembre de 1914).
«Otra vez sólo 2 páginas. Al principió pensé que la tristeza provocada por las derrotas austríacas y el miedo ante el futuro (un miedo que me parece al mismo tiempo ridículo e infame) me impedirían seguir escribiendo. No ha sido así, sólo una abulia que me asalta una y otra vez y que tengo que superar continuamente. Para la tristeza hay tiempo suficiente cuando no escribo» (13 de septiembre de 1914).
«He tomado una semana de vacaciones para dar un impulso a la novela. He fracasado, estoy en la noche del miércoles, el lunes se acaban las vacaciones. He escrito poco y débil» (7 de octubre de 1914).
«14 días, en parte un buen trabajo, comprensión completa de mi situación» (15 de octubre de 1914).
«Desde hace 4 días no he trabajado apenas nada, alguna hora y un par de líneas, pero he dormido mejor, los dolores de cabeza prácticamente han desaparecido por esta razón» (21 de octubre de 1914).
«Paralización casi completa del trabajo. Lo que he escrito no parece espontáneo, sino el reflejo de un buen trabajo realizado con anterioridad» (25 de octubre de 1914).
«Ayer, después de un largo espacio de tiempo, avancé un buen trecho, hoy de nuevo casi nada, los 14 días de vacaciones se han perdido prácticamente del todo» (1 de noviembre de 1914).
«A causa del miedo al dolor de cabeza, que ya ha comenzado, como he dormido poco por la noche, no he trabajado nada, en parte también porque temo estropear un pasaje soportable escrito ayer. El cuarto día desde agosto en el que no he escrito nada» (3 de noviembre de 1914).
«No puedo seguir escribiendo. He llegado al límite definitivo en el que tendré que permanecer otra vez muchos años, luego comenzaré, a lo mejor, otra historia, que probablemente también quedará inconclusa. Este destino me persigue. También estoy frío y confuso, sólo me ha quedado el amor senil a la completa tranquilidad. Y como un animal cualquiera apartado del hombre vuelvo a balancear el cuello y quisiera intentar conseguir de nuevo a F durante el tiempo intermedio. Realmente lo volveré a intentar, si las náuseas que me causo a mí mismo no me lo impiden» (30 de noviembre de 1914).
«( ...) Seguir trabajando como sea. Triste de que hoy no sea posible, pues estoy cansado y padezco dolores de cabeza, ya los tuve por la mañana, como una premonición, en la oficina. Seguir trabajando como sea, tiene que ser posible a pesar del insomnio y de la oficina» (2 de diciembre de 1914).
«Ayer, y por primera vez desde hace mucho tiempo, con la capacidad para realizar un buen trabajo. Sin embargo, sólo he escrito la primera página del capítulo de la madre. Puesto que no había dormido en dos noches, padecí ya desde por la mañana dolores de cabeza y tenía demasiado miedo al día siguiente. Otra vez he comprobado que todo lo escrito fragmentariamente y no a lo largo de la mayor parte de la noche (o durante toda ella) es de escaso valor y que estoy condenado a esa calidad inferior debido a mis condiciones de vida» (8 de diciembre de 1914).
«En vez de trabajar (sólo he escrito una página —exégesis de la leyenda—), he leído los capítulos concluidos y los he encontrado en parte buenos. Siempre con la conciencia de que tendré que pagar todo sentimiento de satisfacción o de felicidad, como el que por ejemplo tengo frente a la leyenda, y, además, para no disfrutar jamás de descanso, lo tendré que pagar con posterioridad» (13 de diciembre de 1914).
«El trabajo se arrastra lamentablemente, tal vez en el lugar más importante, donde hubiera sido necesaria una buena noche» (14 de diciembre de 1914).
«No he trabajado nada» (15 de diciembre de 1914).
«He trabajado desde agosto, en general bastante y bien, pero ni en el primer sentido ni en el segundo hasta los límites de mi capacidad, como debería haber sido, sobre todo considerando que mi capacidad, según todos los indicios (insomnio, dolores de cabeza, insuficiencia cardíaca), no durará mucho. He trabajado en algunos textos incompletos: El proceso, Recuerdos del Kaldabahn, Un maestro rural, El ayudante del fiscal y pequeños inicios. Completado sólo: En la colonia penitenciaria y un capítulo de El ausente, ambos durante los 14 días de vacaciones. No sé por qué hago este repaso, no es propio de mí» (31 de diciembre de 1914).
«He resistido los muchos deseos de comenzar una nueva historia. Todo es inútil. No puedo seguir escribiendo las historias durante las noches, se interrumpen y se pierden, como con El ayudante del fiscal» (4 de enero de 1915).
«He dejado provisionalmente Un maestro rural y El ayudante del fiscal, pero también incapaz de continuar El proceso» (6 de enero de 1914).
«También se lo he leído a ella (Felice), las frases irrumpían repugnantes y confusas, ninguna conexión con la oyente, que yacía en el canapé con los ojos cerrados y muda. Una tibia solicitud para llevarse el manuscrito y copiarlo. Gran atención a la historia del centinela y buena observación. En ese momento comprendí la importancia de la historia, también ella la comprendió correctamente, luego hicimos algunos burdos comentarios acerca de ella, yo comencé» (24 de enero de 1915)