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CONCLUSIONES

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Como dijo la revista Semana (17/11/2018),

Llegó la hora de la verdad. A pesar de que la comisión no tomará caso por caso, apenas unos cuantos, los más representativos, servirán para explicar patrones y no solo situaciones. Cuesta arriba arranca la búsqueda del origen de la guerra y su posterior degradación. Si bien el mayor desafío, desde su nacimiento, ha sido ganar legitimidad en un contexto polarizado, ahora los comisionados se enfrentan a la limitación que implica un recorte de recursos –apenas recibirán 83.676 millones de los 130.000 que solicitaron para funcionar– y la incertidumbre de un posconflicto cada vez más violento.

No obstante, la Comisión para el Esclarecimiento de la Verdad tiene el ejemplo de la experiencia internacional con más de tres décadas y 30 comisiones que han desarrollado su mandato en diferentes países. Una eficiente ejecución de la Comisión podrá ser una valiosa herramienta para garantizar el derecho a la verdad y reforzar el derecho a la justicia. Su implementación posibilitará superar prejuicios y miedos escondidos durante décadas de constante conflicto, así como desarrollar relaciones de tolerancia, respeto y confianza entre los diferentes actores del mismo. “Su trabajo necesita como complemento, o incluso como requisito, un esfuerzo de reconciliación nacional. El informe que emane de sus entrañas puede servir justamente a ese propósito. Por el contrario, si termina por alentar en el país la división entre quienes consideran que en la guerra hubo un solo demonio y quienes creen que hubo muchos, sería alimentar nuevamente la espiral de la violencia” (Semana, 08/04/2017).

Por otro lado, se debe tener en cuenta lo que dijo Gonzalo Sánchez, ahora exdirector del Centro Nacional de Memoria Histórica, el 1.º de agosto de 2018: “La memoria corre paralela al escenario del conflicto armado y también al escenario de construcción de la paz. La memoria constituye uno de los campos de lucha que en tiempos de transición, como los que vivimos, se pone en el centro del debate público” (CNMH, 2018).

Se abre así la posibilidad de iniciar un camino similar al de muchas comisiones establecidas en América Latina y en otras regiones del mundo azotadas por conflictos armados internos o tránsitos de dictadura a democracia. Debe señalarse sin embargo lo que es obvio: a diferencia de los demás escenarios, el contexto colombiano resulta atípico por cuanto el conflicto armado no ha finalizado, situación que puede representar, en su ejecución, barreras de seguridad, desconfianza e intentos de deslegitimar la labor de sacar a la luz la verdad. Diferentes factores mantienen en vilo el proceso de paz y en otras instancias continúan las acciones del Ejército de Liberación Nacional, crecen las bandas emergentes y las constituidas por quienes no se acogieron al proceso con las FARC, pululan el narcotráfico y diversas economías ilegales y, en fin, la garantía de una paz estable y duradera no depende únicamente de lo acordado con el principal grupo insurgente del país, ahora convertido en partido político. Por lo demás, es vital el ambiente político para la paz y la verdad y sobre esto, “se ha dado un tenaz antagonismo contra este proceso. Los opositores afirmaron con vehemencia que si los guerrilleros no son juzgados en términos del derecho penal vigente habrá impunidad. Sobre la Comisión de la Verdad (CV), han aseverado que su objetivo no es reconstruir la verdad de lo ocurrido con ocasión del conflicto armado, sino hacer una cacería de brujas” (Cortés Rodas, 06/11/2018).

Por último, la incorporación del enfoque diferencial y transversal en el Acuerdo Final para la Terminación del Conflicto y la Construcción de una Paz Estable y Duradera es considerada uno de los aspectos de mayor importancia en la ejecución de la Comisión. Esto la diferencia de otras comisiones de la región latinoamericana, y esta perspectiva novedosa posibilitará una mayor contribución a la verdad, la memoria y la reparación de las poblaciones más afectadas por el conflicto armado colombiano. El enfoque territorial, diferencial y de género, en consideración especial para las víctimas, mujeres, niños y niñas, así como las poblaciones y los colectivos más humildes y vulnerables y, por tanto, más afectadas por el conflicto, podrá contribuir en una eficaz ejecución del mandato de la Comisión de acuerdo con lo definido por el Decreto 588 del 5 de abril de 2017 y desde luego, en el Acuerdo Final firmado por el Gobierno Nacional y las FARC. Para puntualizar la perspectiva de reconciliación que permita que se afiance una paz estable y duradera son orientadoras las palabras del excomisionado de paz Humberto de la Calle:

La clave es entender que la narrativa del contrario encarna una porción de verdad. La tarea del padre De Roux no es académica. No es historiográfica. Es enseñarnos a convivir con verdades distintas, todas verdaderas. Eso se llama conflicto. Ahí está la madre del problema: si se parte del principio dogmático de que aquí no hubo conflicto, no lograremos salir del imperio del absolutismo mental y político (De la Calle, 30/11/2018).

El reto de la construcción histórica del conflicto en Colombia

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