Читать книгу Cartas que no llegaron - Gilraen Eärfalas - Страница 22

Día 6: miércoles, 14 de noviembre del 2012

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El final era inminente, pero lo retrasaba a toda costa, como quien pospone cinco minutos su alarma sabiendo que al tiempo no se le puede añadir otra hora y que si llegas tarde al trabajo terminarán por despedirte. Pero yo, terca, me ponía la venda en los ojos, los tapones en los oídos y que explote lo que sea, total si Tsutomu Yamaguchi sobrevivió a dos bombas nucleares, cómo no lo haría yo, ¿verdad? Quería retener la espuma entre los dedos, detenerte por lo menos un segundo, aunque eso me estaba costando la vida entera.

Mi enfermedad crónica degenerativa lleva tu nombre.

Cartas que no llegaron

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