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Día 26: martes, 4 de diciembre del 2012

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Hermes me ofreció una terapia gratuita, dice que no está nada bien que no salga de casa. Qué sorpresa que alguien note mi ausencia, creí que era un fantasma.

Ya no he ido a cantar a los bares, la verdad ya estaba por abandonarlo desde antes de que tú me lo propusieras, sé cuánto te apenaba que supieran que tú, siendo médico, tuvieras aquella novia que canta hombre de hojalata para los bohemios entristecidos que le dejan propinas antes de cerrar la puerta porque creen que de eso me vale la vida.

No era el dinero, amor, era la canción, era la letra, era romperles. Nunca supiste entender esta faceta mía de cantautora, siempre fui muy mala para tus oídos. Veía al público apoyar su mano contra su barbilla al escucharme, moviendo sus labios mientras me acompañaban con el coro y se tocaban el corazón, a todos les quería ver tu rostro, porque yo siempre canté para ti, aunque nunca asistieras.

En fin, no quiero una terapia,

quiero olvidarte, amor,

quiero olvidarte.

Cartas que no llegaron

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