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Introducción: caminos para pensar la sociología hoy

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En los últimos treinta años se ha producido una profunda transformación al interior de las ciencias sociales y, en particular en la sociología, sobre temas, teorías y metodologías. Muchos de estos giros de tuerca han sido incentivados por las crisis en las esferas económicas o políticas, así como por el cambio en los valores y las normas que funcionan como marcos de acción cultural. La expansión de las inseguridades, las ilegalidades, la desigualdad y la pobreza, así como la diversificación de las demandas de identidad de todo tipo —por ejemplo, raza, género o etnicidad— han propiciado la expansión de nuevos nichos de reflexión académica.

Si a esto sumamos los procesos de globalización y la centralidad que tienen las tecnologías de la información, en especial los avances de la digitalización, no solo estamos frente a nuevos temas de investigación, sino ante otros desafíos para abordarlos tanto conceptualmente como en términos metodológicos. Así, las ciencias sociales se encuentran en un momento en el que es necesario un debate renovado e innovador para pensar sus formas de producción, pero también las vías para aplicar el conocimiento que generan y las maneras en cómo amplios sectores de la población pueden apropiarse culturalmente de dicho conocimiento.

En términos de los marcos interpretativos, parece existir el acuerdo entre los científicos sociales de dejar de lado cualquier pretensión por la gran teoría o la teoría general y apostar por teorías de alcance medio. En este sentido hay, por un lado, esfuerzos por construir articulaciones ecuménicas que tiendan puentes para conectar las ciencias sociales con las humanidades —particularmente la historia, la antropología y la filosofía— y garantizar con ellos perspectivas explicativas y comprensivas complejas. El objetivo de desempacar y mostrar los mecanismos de causalidad y sentido ha propiciado el desarrollo de metodologías particularmente elaboradas que van más allá del viejo debate entre métodos cuantitativos y cualitativos. Existen hoy en día novedosas formas de recolección, clasificación y sistematización de los datos e información que van desde la etnografía, la intervención, pasando por las encuestas o las fuentes históricas, literarias y digitales. Incluso el propio espacio cibernético ha obligado a plantear campos metodológicos novedosos que eran imposibles de imaginar hace solo unos diez años. Así, las ciencias sociales pueden hoy en día construir análisis interpretativos de carácter hermenéutico, cuantitativo, modelaciones formales y visuales, que no solo tienen como resultado la producción de conocimiento, sino que comunidades y grupos sociales diversos se apropien de él.

Si pensamos en los temas, estos se han diversificado y se multiplican ampliamente. Frente a los que hoy podríamos considerar como “clásicos”, tales como la democracia, la globalización, la participación política y la movilización social, aparecen temas “nuevos” vinculados a la comprensión de lo poscolonial o decolonial, lo “glocal”, el género y los feminismos, la historia y la memoria, los cuerpos, sus subjetividades y emociones. En el ámbito político, el análisis de los populismos de derecha o de izquierda han adquirido una centralidad que antes no tenían. Como ha sucedido también con grupos considerados marginales para las ciencias sociales, pero que ahora adquieren una relevancia significativa por el peso que tienen en la vida de nuestras sociedades, tales como los grupos conservadores de carácter religioso. No se trata de exponer en esta introducción el conjunto de tópicos que pueblan hoy en día el vasto paisaje de las ciencias sociales con sus múltiples diferencias e identidades. Aquí solo se han señalado algunos a guisa de ejemplo con el fin de mostrar el proceso de expansión y crecimiento que ellas han vivido en los últimos años.

Si bien el crecimiento y desarrollo de las ciencias sociales nos permitirían hoy en día considerar que existen interpretaciones más ricas y complejas, también es cierto que esto dificulta la creación de marcos de comunicación entre disciplinas, perspectivas, métodos y problemas. La multiplicidad de perspectivas, temas y metodologías también trae consigo la sensación de la fragmentación y la segmentación, con la consecuencia de que hay una dificultad para construir una perspectiva de conjunto y articulada de la sociedad. Pareciera entonces que las conexiones entre disciplinas —sea de forma inter, trans o intradisciplinar—, la emergencia de nuevos temas y la combinación de métodos de investigación corre a costa de la construcción de parcelas de conocimiento.

La variedad de comprensiones, explicaciones y métodos no abordan por lo regular una reflexión apropiada de los supuestos sobre la realidad social que ponen en juego, soslayando así los principios apriorísticos que están detrás tanto de los marcos de interpretación como de los resultados que se presentan. Por tanto, se requiere reflexionar sobre los modos de hacer ciencias sociales con el fin de garantizar un registro articulado de comprensión que haga posible el cotejo de perspectivas, el examen de las diferencias y el enlace de los puntos de congruencia, evitando así la confusión de órdenes y planos de investigación. Con ello no solo se estaría ampliando la base de la reflexión académica, sino también la capacidad para que los actores sociales puedan apropiarse de sus resultados.

El debate renovado y renovador de las ciencias sociales en el que se enmarca este trabajo es, sin duda, un microespacio en el que se condensan las discusiones, reflexiones y preocupaciones de la investigación a escala más amplia, tanto a nivel nacional como internacional. Los documentos que aquí se presentan son piezas de un engranaje complejo de construcción de perspectivas sociológicas que se ha definido a través de la historia de la Flacso México. Cada uno de ellos refleja la maduración de perspectivas, temas y metodologías que proporcionan el perfil de la investigación que se hace en la institución.

Después de un largo eclipse, el acontecimiento ha recobrado una extraordinaria prominencia en aquellas tradiciones sociológicas afines a él y ha irrumpido con fuerza en aquellas que lo rechazaban, no se interesaban en él o lo habían tematizado de manera insuficiente. Ligia Tavera retoma las propuestas y debates más recientes que se han desarrollado en la filosofía francesa en torno a este concepto y reflexiona sobre sus posibles contribuciones a la comprensión de la acción social, el sujeto y el cambio social.

Luz Ángela Cardona y Nelson Arteaga muestran la relevancia de subrayar la capacidad agéntica de los actores sociales en los procesos de construcción del orden y el cambio social. Su trabajo resalta la importancia que el pragmatismo norteamericano tiene en las corrientes sociológicas contemporáneas. Tomando como la teoría de la creatividad, la sociología procesual y la pragmática cultural, Cardona y Arteaga muestran la importancia que estos posicionamientos teóricos tienen para pensar las capacidades de los actores de traer a cuenta el pasado, el presente y futuro al apostar por el orden o el cambio social.

Liliana Martínez pone a discusión el tema de la historia y sus eventos significativos en una coordenada dramatúrgica y performativa en la que se habilita la comprensión de su sentido. Su apuesta es por traer a la audiencia de regreso a la interpretación, en la que se juegan los vaivenes de la recepción en un proceso de constante fugacidad. Considerando que los dramas sociales se articulan como expresiones que apelan a una estética determinada, Martínez intenta dar cuenta de los efectos de la acción social como sentido de la actualización del pasado en el presente. Desde esta perspectiva las audiencias colectivas frente a los dramas sociales son puestas en la primera línea de la interpretación social, consideradas en sus experiencias y expectativas.

Santiago Carassale parte de la investigación que ha desarrollado siguiendo una indicación de Niklas Luhmann en torno a la historia del concepto de cultura para explorar una frontera sobre la que sustenta dicho concepto: la frontera entre la zoología y la sociología, la cual se juega en el cuerpo del hombre y su situacionalidad. Su trabajo muestra un tipo particular de juego de fronteras en el que se implica a los cuerpos humanos situados en un lugar y un tiempo, a la vez que los distanciamientos espaciotemporales viabilizados tanto por las técnicas materiales como por las corporales.

Con el objetivo central de sacar a la luz cómo se conectan los procesos de institucionalización formales con aquello considerado como lo tradicionalmente sumergido de las prácticas sociales, Gisela Zaremberg busca comprender los efectos de lo social en las estructuras políticas; la manera en la que esto permite la perpetuación de los sistemas de dominación simbólica y en la que la agencia logra establecer dinámicas propias de creación colectiva. Hay en su trabajo de investigación la firme intención de construir una teoría de alcance medio centrada en el análisis de redes con el fin de entender los circuitos de intermediación que conectan las dinámicas colectivas con los procesos de instituciones de carácter estatal.

El trabajo de María Luisa Torregrosa explora la forma en que la solución a los problemas sociales que enfrentan los grupos y colectivos puede ser construida por medio del trabajo colaborativo entre los propios actores sociales y las distintas miradas disciplinares como la ingeniería, la agronomía o la antropología, y no solo desde la perspectiva sociológica. Este capítulo es relevante porque muestra la riqueza de intersecciones y articulaciones que pueden alcanzarse en el trabajo interdisciplinar —siempre considerando el peso de los actores colectivos— con el fin de generar nuevos conocimientos que pueden son incorporados en los marcos estratégicos y culturales de las comunidades.

Chloé Constant sugiere colocar en el centro de su investigación sobre el sistema carcelario el feminismo, el género y la interseccionalidad para comprender sus dinámicas. Esto le permite analizar las lógicas de producción de poder que atraviesan los cuerpos, la subjetividad; la forma de construirse la agencia y la resistencia en un sistema que produce castigos generizados cruzados por la raza y la clase. Así, Constant logra desplazar la mirada masculina que tradicionalmente ha dominado los trabajos de investigación en las cárceles.

En otra escala de intervención, el trabajo de Mónica Casalet pondera, de igual forma, con una visión transdisciplinaria, cómo la sociología de la ciencia apoya el desarrollo de dinámicas tecnológicas y producción económica. El trabajo colaborativo entre científicos sociales, tecnólogos y empresarios garantiza, cuando las miradas se intersectan, espacios de reflexión e impulso del desarrollo. La apuesta de Casalet es colocar la sociología como un nodo articulador de las múltiples acciones de producción en la industria de la innovación tecnológica, sobre todo porque su reflexión se centra en explorar la relación que tienen tecnología y sociedad, los efectos que ello causa en la desigual distribución del desarrollo, el poder y la riqueza social.

Así, el crisol de miradas que se puede encontrar en este libro nos permite apreciar los entornos de investigación para garantizar un debate renovado e innovador en las ciencias sociales, donde se tiendan puentes entre disciplinas y se exploren metodologías. Con ello es posible enfrentar, por un lado, los desafíos comprensivos y explicativos propios de la actividad académica y, por otro, la exigencia pública de actores sociales e institucionales de construir una sociedad más incluyente y democrática.

Finalmente, queremos agradecer a Sara Makowski, Alicia Márquez, Alfonso Mendiola, Kimberly Nolan, Cristina Puga, Federico Stezano, Benjamín Temkin y Marcela Torres por sus comentarios y sugerencias a las primeras versiones de los capítulos que componen este libro, presentadas en el marco de la Mesa de Diálogo del Debate Renovado e Innovador de las Ciencias Sociales celebrada el 11 de julio del 2019 en la Flacso México.

Nelson Arteaga Botello

Ligia Tavera Fenollosa

Debatir la sociología

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