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Fundamentos teóricos de la desescolarización

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por Itzel Farías Malagón 1

El texto que comparto a continuación es parte de mi tesis para obtener el grado de Maestra en Investigación y Desarrollo de la Educación otorgado por la Universidad Iberoamericana de México. La tesis se titula “Desescolarización: mirada interna al camino de familias que aprenden sin escuela”. Este artículo es una fusión que rescata los puntos más importantes del marco teórico de mi investigación, específicamente de los capítulos “Pautas para comprender la desescolarización” y “Desescolarización: una alternativa a la educación”. Mi intención es que este panorama contribuya a dimensionar el recorrido histórico, teórico y académico que ha tenido la desescolarización desde los años sesenta, que sirva tanto de sustento como para aclarar dudas y, por qué no, para generar preguntas que deriven en nuevas investigaciones.

La desescolarización es parte de un proceso histórico que surgió a finales de los años sesenta y principios de los setenta del siglo XX en torno a las movilizaciones estudiantiles de 1968. Aquel era un contexto de cambio parecido al nuestro, desde el cual emergió una crítica radical a la escuela que en ese momento fue bien recibida. Las instituciones educativas estaban siendo severamente cuestionadas por la sociedad. De este cúmulo de disertaciones emerge la desescolarización, cuyos planteamientos tuvieron, y continúan teniendo, repercusión en el ámbito del proceso de enseñanza y de aprendizaje.

En aquel momento comienzan a escribirse diversos libros que tienen como objetivo cuestionar el entramado educativo institucional desde diferentes perspectivas, pero con un horizonte común: discutir la pertinencia del sistema educativo hegemónico basado en la institución escuela y plantear alternativas que den respuesta a las diversas necesidades, estilos de vida y posturas acerca de cómo, cuándo y dónde aprender.

Los personajes representativos de esta corriente crítica a la escolarización son los considerados teóricos de la desescolarización: Paul Goodman, John Holt, Iván Illich y Everett Reimer. Este artículo retoma únicamente las aportaciones de Illich y Holt, ya que sus ideas se mantienen vigentes y forman parte de la inspiración de aquellas personas que, desde el cotidiano, buscan diversas vías para la construcción de otros aprendizajes posibles.

La desescolarización como concepto

En la actualidad, el término desescolarización es usado de manera indiscriminada para referirse a aquellos niños, niñas y jóvenes que optan por aprender sin escuela. Sin embargo, el concepto va mucho más allá de esta simple definición y no debería usarse como sinónimo ante otras formas de aprendizaje como el homeschooling, unschooling, worldschooling o flexischooling. A lo largo de este escrito profundizaré en su recorrido histórico para sustentar el porqué de esta afirmación.

El origen de la desescolarización como concepto se remonta al año 1971, cuando Iván Illich2 escribe uno de sus libros más representativos titulado La sociedad desescolarizada, cuya tesis central radica en la imposibilidad de brindar una educación universal por medio de la escolarización y la necesaria apertura de tramas de aprendizaje3 que aumenten la oportunidad de que cada quien transforme cada momento de su vida en un momento de aprender, de compartir y de interesarse.

A lo largo de su vida, Illich abordó una crítica a la escuela por considerar que el sistema escolar está al servicio de los intereses y valores capitalistas; sin embargo, con el tiempo fue ampliando su perspectiva y aportando otros elementos de análisis que debemos considerar. Por ejemplo, puso énfasis en la necesidad de desescolarizar la cultura y no solo en salir de las escuelas. Con esto se refería a la pertinencia de crear nuevas relaciones entre los seres humanos y el ambiente con el fin de desmantelar estructuras de pensamiento que se pueden replicar a pesar de no estar participando activamente en las escuelas. Advertía que muchos espacios que pretenden promover el aprendizaje libre o la educación alternativa (incluso las familias que educan en casa) pueden reproducir y perpetuar un pensamiento escolarizado por medio de promover certificaciones, evaluaciones, horarios determinados y contenidos de aprendizaje impuestos.

Conforme avanzó en su análisis, el llamado de Illich fue más fuerte e insistió en la pertinencia de alternativas que no replicaran una enseñanza basada en criterios establecidos de forma jerárquica, sino en espacios libres de toda estructura previa que permitieran que cada quien pudiera determinar qué, cómo y cuándo aprender. También insistió en quitarle el monopolio del conocimiento a la escuela, transformando los espacios y las situaciones cotidianas en oportunidades de aprendizaje.

Las últimas aportaciones de Illich, nutridas por las investigaciones y encuentros que se dieron dentro del CIDOC4, se centraron en un hecho fundamental para la desescolarización: la negación de que el ser humano necesita ser educado. Este pensador distingue entre escolarización y aprendizaje y considera que, para aprender en libertad, debemos desescolarizar nuestras vidas y no solo escapar de los efectos corrosivos de la escolarización obligatoria, por lo que hace una invitación a desarrollar el hábito de cuestionar los discursos que hablan sobre los jóvenes y sus necesidades educativas, necesidades de aprendizaje o de la necesidad de prepararlos para la vida.

Para tener una mejor comprensión de este posicionamiento radical es pertinente recurrir a un término que Illich propuso: contraproductividad paradójica, mediante el cual hace una crítica a las instituciones modernas. En palabras de Jean Robert5 y Valentina Borremans6 este concepto quiere hacer explícito que, más allá de ciertos umbrales, las instituciones productoras de servicios, como las escuelas, el sistema de transporte y los hospitales, alejan a sus clientes de los fines para los que fueron concebidas. Así, la escuela obstaculiza el aprendizaje, los automóviles paralizan y los hospitales enferman. Esto significa que, ahora más que nunca, una serie de instituciones están llevando a cabo lo contrario para lo que fueron hechas y es momento de cuestionar los supuestos beneficios que otorgan las instituciones educativas, políticas, laborales, económicas, de alimentación, de salud, entre otras, ya que difícilmente recibimos de ellas aprendizaje significativo, democracia, distribución justa de la riqueza, trabajo digno, comida libre de agrotóxicos o sanación duradera. Esto se debe a que las instituciones, en su intento de conducir a la protección social, promueven hábitos de dependencia, enajenación y consumo de servicios, a la vez que impiden todo tipo de cambio social y provocan daños cada vez mayores en el planeta Tierra.

Para algunos, Illich ha sido considerado un pensador con pocas posibilidades de trasladar su producción teórica a lo concreto. Sin embargo, otros afirman que se adelantó a su tiempo y que en este momento histórico, por nuestro contexto tecnológico, se puede visualizar lo que implica aprender de manera gratuita, no jerárquica y autodirigida. Por ejemplo, por medio de la web (www: world wide web). El internet ofrece justamente la apertura de oportunidades para dar respuesta a las redes de intereses de los niños, niñas y jóvenes, claro está, si se hace uso de esta herramienta de la mejor manera posible7. Además, hoy en día, existen espacios e iniciativas que ponen en el centro de sus propuestas la posibilidad de aprender en libertad, sin currículo, maestros, calificaciones ni certificados, como es el caso de las Unitierras (Oaxaca y Huitzo Yelao, entre otras)8.

Esto da pie a la última contribución que retomaré en este artículo sobre Illich, aunque no por ello se agotan las abundantes aportaciones de este autor, y se refiere a la crítica hacia las profesiones inhabilitantes. Illich aborda el tema del problema que implica otorgar a los profesionistas (maestros, doctores, abogados, etc.) el poder y la capacidad de determinar nuestras vidas por ser considerados personas autorizadas para enseñarnos, curarnos y defendernos. En cambio, podemos transitar de la sociedad de las profesiones inhabilitantes hacia el mundo de las personas ordinarias apasionadas por hacer y aprender lo que más les gusta e interesa, de tal manera que contemos con entusiastas que se conviertan en expertos, no porque un papel los certifique, sino porque dedican su vida a aprender y experimentar en el cotidiano aquello que les motiva9.

En consonancia con esta perspectiva, John Holt10 fue otro de los teóricos que se posicionó al margen de la noción de la educación como un bien público. En sus escritos aborda la necesidad de una emancipación de la pedagogía por considerar que no es suficiente con reformar los espacios de enseñanza-aprendizaje, sino que se debe resguardar al aprendizaje de la pedagogía para buscar la libertad más allá de la educación.

Por su parte, Holt elaboró un discurso sobre la posibilidad de crear sociedades en las cuales las personas, independientemente de su edad, sexo y raza, puedan trabajar en aquello en lo que están interesadas. Esto se lograría construyendo espacios que generen un ambiente en el que todos y todas puedan pronunciar sus deseos, y niños y niñas puedan escapar de la educación impuesta y escolarizada, ayudándolos así a habitar espacios libres, dignos y seguros.

La relevancia del trabajo de Holt radica en que no solamente teorizó sobre otras formas de aprender, sino que acompañó a lo largo de su vida a familias en Estados Unidos que consideraban que la oferta educativa no era pertinente para sus hijos e hijas. En conjunto lograron incidir en las leyes de ese país para que se legalizara la posibilidad de aprender sin escuelas. Esto sucedió en el periodo en que publicó la revista Creciendo sin escuela, que se editó entre 1977 y 1985.

Holt revaloriza las capacidades natas de los seres humanos para aprender desde el nacimiento y lucha contra la certeza de que la educación, el aprendizaje planificado y con propósito, debe estar separado de la vida. Además, afirma que la educación es algo que surge de los otros con la intención de moldear y definir qué se debe aprender, cuando lo realmente importante es que cada individuo pueda ser responsable de su propio aprendizaje. En pocas palabras, Holt sostiene que su preocupación no es mejorar la educación sino eliminarla y con ello poner fin al feo y antihumano negocio de dar forma a la gente, para dejar que las propias personas se formen a sí mismas.

En conjunto, las aportaciones teóricas de Illich y Holt sobre la desescolarización contribuyen a clarificar los conceptos sobre educación y escolarización, además de que su posicionamiento ayuda a conocer las fases ocultas que están presentes en cualquier proceso educativo.

Por otro lado, ambos posicionan a la desescolarización más allá de la educación, la enseñanza y la pedagogía. Con esto, lo que se proponen es dejar de buscar acciones pedagógicas, métodos y técnicas estructuradas que permitan organizar proyectos educativos desde una lógica planificada. Por el contrario, su objetivo es ir en otra vía no hegemónica ni institucional, ya que estos espacios amenazan de manera directa el aprendizaje al encausar a niños, niñas y jóvenes a depender de información programada, eliminando la posibilidad de que sean ellos mismos quienes determinen y generen sus propios medios de aprendizaje de acuerdo a sus intereses, capacidades y contextos de vida.

Para concluir

Por lo previamente dicho, pongo sobre la mesa que desescolarizar y hacer homescholing, unschooling, worldschooling o flexischooling son posturas distintas, ya que la desescolarización va más allá de representar una forma de aprender. Desescolarizar engloba una postura política que busca autonomía para aprender, sanar, comer y habitar sin instituciones de por medio.En cambio, las otras prácticas mencionadas hacen parte de la educación alternativa, es decir, tienen un enfoque hacia lo pedagógico e implican ciertas rupturas con la creencia de que solo se puede aprender dentro de la escuela, pero continúan teniendo referencias y expectativas de modelos educativos diversos.

Con esto no deseo juzgar ni valorar qué forma de aprendizaje es mejor o más adecuada, ya que esto depende completamente del contexto de cada niño, niña y joven en lo particular, y de cada familia en lo general. Mi intención es aportar elementos teóricos que permitan reconocer las diversas propuestas y caminos de aprendizaje que podemos elegir y, por ende, construir.

Finalmente, considero que la propuesta teórica de la desescolarización sirve de base a los movimientos de jóvenes y familias que están resistiendo al monopolio escolar y por lo tanto están generando otros horizontes de aprendizaje. Además, nos invita a cuestionar la manera en la que hemos vivido hasta el momento, abriendo la posibilidad de buscar salidas nuevas y estrategias radicales para encaminar no solo otras formas de aprender, también otras formas de sanar, de comer, de experimentar nuestra espiritualidad y de habitar el territorio desde una postura que nos permita coexistir desde el respeto, la confianza, la libertad y la dignidad para todos y todas.

1 Itzel Farías Malagón es mujer madre, investigadora de procesos de desescolarización, parte de una familia desescolarizada, colaboradora de la Universidad de la Tierra en Oaxaca y Unitierra Huitzo Yelao, miembra de la Red de Aprendizajes Alternativos en Oaxaca y otras redes de aprendizajes diversos. Para contactarla: itzel.farias02@gmail.com.

2 Para mayor información sobre este teórico consultar la compilación de sus escritos en Obras Reunidas volumen 1 y 2 de la editorial Fondo de Cultura Económica.

3 El concepto de trama de aprendizaje se refiere a una relación entre el ser humano y su medio que permite fomentar el aprendizaje automotivado y generar nuevos vínculos con el mundo que van más allá de programas educativos, es decir, propiciar que cada momento y lugar sean espacios de aprendizaje para no confinar esta actividad a los salones de clase.

4 El CIDOC - Centro Intercultural de Documentación de Cuernavaca (1966-1976) fundado por Iván Illich en colaboración permanente de Valentina Borremans, fue un espacio de pensamientos, estudios políticos, económicos, culturales, religiosos, sociales y pedagógicos al que llegaban personas de todo el mundo. Era un lugar de discusiones y encuentros, sin currículo, grados, certificados ni créditos. No se imponían requisitos académicos a quienes aprendían y enseñaban. Fue considerado un hervidero del pensamiento radical. Para mayor información, consultar el texto: CIDOC. Una experiencia de aprendizaje convivencial y producción autónoma de conocimiento, de Palapa Editorial El Rebozo.

5 Jean Robert es un académico y arquitecto mexicano de origen suizo que se estableció en México desde 1972. Allí, sus encuentros con pensadores críticos como Iván Illich, John Turner y Gustavo Esteva fueron decisivos para orientar su pensamiento. Impartió diversos seminarios en el CIDOC y ha enfocado sus aportaciones en diversos temas sobre autonomía y tecnologías alternativas.

6 Valentina Borremans es una bibliotecaria belga que jugó un papel importante en la fundación del CIDOC, en el cual se desempeñó como administradora y bibliotecaria, además de participante de sus numerosos seminarios. También editó los manuscritos de Iván Illich. Hasta el día de hoy cuida la biblioteca de Illich en Ocotepec, Morelos.

7 Para mayor información, consultar en internet el siguiente artículo que abunda sobre este tema: Deschooling and the Web: Ivan Illich 30 Years On, de Ian Hart disponible en: https://www.tandfonline.com/doi/abs/10.1080/09523980110041449a

8 Para profundizar en este tema, leer el artículo Luchas por la libertad de aprender de Gustavo Esteva en este libro. N. de la E.

9 Para profundizar en este tema, recomiendo leer el texto Profesiones inhabilitantes, de Iván Illich, accesible en internet.

10 Para mayor información, consultar sus libros En vez de educación: maneras de ayudar a la gente a hacer las cosas mejor, Libertad y algo más: ¿hacia la desescolarización de la sociedad?, ¿Cómo aprenden los niños?

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