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PRÓLOGO

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por Cristina Romero 1

Cuando, como personas adultas (que hemos vivido en propia piel solamente experiencias con la educación tradicional) nos acercamos a la posibilidad de conocer y favorecer el aprendizaje en libertad para las nuevas generaciones, como bien nos dice Dolores Bulit en este libro “lo que la mayoría descubrimos en el camino es que los que de verdad estamos aprendiendo –o desaprendiendo– somos nosotros, los adultos”. Eso siento yo, que la que más aprende y desaprende soy yo misma, cada día. Así que desde ya quiero dar las gracias a Constanza Monié y a Cesilia Roja por darme la oportunidad de escribir estas palabras a modo de prólogo para la segunda edición del libro, pero especialmente por la oportunidad de releerlo. Desde aquí mi agradecimiento de corazón a todas y cada una de las personas que compartís en este libro vuestra valiosa mirada de la educación alternativa y vuestras propias experiencias con la desescolarización o el desaprendizaje.

Este libro es un puente que enlaza mundos desconocidos. Que nos permite pasearnos por sendas hasta ahora no demasiado transitadas. Esos libros son los mejores, los que nos descubren realidades distintas. Porque gracias a ellxs nos expandimos y crecemos por dentro. Vemos el horizonte más amplio y nuestra mente traspasa viejos muros que nos limitaban. ¡Había vida más allá de los muros de lo conocido!

Para mí, además, este libro cumple otra segunda función enorme: la de recordarnos que no estamos solxs en este malestar con el sistema educativo actual. Es muy importante recuperar ese sabernos juntas en el mismo viaje y entender que la experiencia vital de cada una puede convertirse en alimento y valiosa inspiración para otra familia en otra parte lejana del planeta. Este libro contiene ese regalo. Nos ofrece la posibilidad de ponernos en los zapatos y en el corazón de otras personas (madres, padres, docentes, jóvenes, niñas y niños…) que nos inspiran en nuestro propio camino a través de sus valiosas historias. A través de ellas es como si nos dieran la oportunidad de entrar en sus casas, en sus vidas, en los rincones más profundos de sus almas. Son historias de desencuentros y de encuentros, historias de falta de escucha por las necesidades reales de la infancia e historias de profunda escucha y respeto. Historias hacia la aceptación completa por lo que sus hijxs son, más allá de las expectativas, más allá de las etiquetas… Historias de corazones que se fueron abriendo a medida que sus hijxs crecían. Historias de personas que aprendieron a amarse a sí mismas, a pesar de todo. Y justamente esas historias de madres y padres humanos, vulnerables, que desaprenden y sueltan un montón de creencias acerca de sí mismxs, la vida, o sus hijas e hijos, son las que más necesitamos. También las de escuelas alternativas que, lejos de ser perfectas, se aventuran valientemente por sendas hasta ahora no transitadas. Gracias a todas esas experiencias descubrimos lo poco que nos diferenciamos y que todas las familias y personas que sentimos este anhelo estamos en el mismo viaje, hacia lo desconocido, hacia el reencuentro con tantas cosas que habíamos perdido.

Todxs nosotrxs, aunque nos lo digan (o nos lo digamos) poco, somos heroínas y héroes, porque a pesar de lo vivido de niñas o de niños, con una gran mochila todavía a cuestas, a ciegas y en una sociedad patriarcal como la actual, nos empeñamos, día tras día, en reconectar con la mejor versión de nosotrxs mismxs, para así poder ofrecerle a la infancia una realidad distinta.

En muchos casos es la maternidad o la paternidad la que nos empuja por el acantilado. La que nos invita a ese profundo viaje interior. Son nuestras hijas e hijos quienes nos ponen cara a cara con la niña o el niño que fuimos y nos muestran por dónde fue que nos perdimos en el camino. Es gracias a esas maestras y maestros que muchas de nosotras nos damos la vuelta como un calcetín y crecemos en Amor, del grande, primero por esas criaturas, pero después también por nosotras y por todas las demás.

En esta segunda edición del libro, además, nos adentramos en un tema que desde siempre me ha parecido un gran reto para esta sociedad: entender la neurodiversidad. Como maestra de educación especial veo que nos queda mucho camino para poder mirar a cada niñx como el ser único y maravilloso que es, sin quedarnos atrapadxs en solamente buscar diagnósticos ni etiquetas que nos alivian, sí, pero que no ven realmente las necesidades ni el valor de cada ser que tenemos delante. Nuestra sociedad, que tiende a desvalorizar lo diferente, está enferma de tanta uniformidad. Nuestro mundo está enfermo de falta de diversidad, en las aulas y en la calle.

Proteger la diversidad es una esperanza para este mundo. La propia, la ajena. La de cada criatura viva de este planeta. La diversidad es esencial para el equilibrio de la vida. Allí donde hay diversidad, hay salud. En lo biológico, a menor diversidad, mayor desequilibrio. Lo vemos en la salud de nuestras bacterias intestinales, lo vemos en ecosistemas como los bosques. Pero la escuela tradicional sigue ajena a esta idea y aún ahora se empeña en uniformizar a cada criatura que pasa por sus manos.

Cada ser humano es único, irrepetible. Es de vital importancia que empecemos a tomar consciencia de lo importante que es permitir que cada bebé que llega a este mundo sea escuchado en sus necesidades (físicas, afectivas, mentales) y que no tenga que adaptarse imperiosamente a las necesidades de esta sociedad capitalista. Ni que seamos los adultos quienes recortemos a cada criatura para que encaje en este mundo desequilibrado según nuestras limitadas expectativas.

Este libro es un valioso reflejo de familias y experiencias de profundo cuestionamiento ante lo establecido. Y yo desde aquí solo puedo celebrarlo y sumarme. Estamos juntxs construyendo un mundo mejor, más diverso, donde caben otras formas de aprender, mucho más en contacto con las necesidades genuinas de la infancia. Gracias a ti por sumarte también.

1 Cristina Romero es autora, entre otro, del libro Una revolución en la Escuela, despertando al Dragón Dormido y es coautora, junto a Laura Gutman, de Mi hijo no quiere ir a la Escuela. ¡Y tiene razón! Ambos libros fueron publicados por la editorial Ob Stare.

Más allá de la escuela

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