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Prólogo

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Michelle Bachelet

Alta Comisionada de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos

Si alguna vez hemos necesitado recordar que vivimos en un mundo interconectado, el nuevo coronavirus lo ha dejado claro.

La pandemia viene seguida de una recesión económica mundial. Junto con la emergencia climática, ella presenta la mayor amenaza global a los derechos humanos que hemos visto en generaciones. Abordarla efectivamente exige ampliar la protección que solo pueden ofrecer las políticas basadas en los derechos humanos. Me refiero a políticas que promuevan la salud pública, la confianza del público en las medidas de sus autoridades, y una mayor resiliencia social y económica; políticas que protejan a las personas más vulnerables y hagan frente a las profundas desigualdades que están acelerando la incidencia y el impacto de la pandemia. Porque, sin embargo, mientras el virus no discrimina, sus impactos lo hacen.

Entre los más afectados por la Covid-19 están las personas pobres, que tienen más probabilidad de vivir y trabajar en condiciones que hacen imposible protegerse del virus; miembros de minorías raciales, étnicas y religiosas, cuyos derechos ya están obstruidos y negados por un racismo multidimensional y estructural; los pueblos indígenas; personas mayores, especialmente las que están alojadas en hogares de atención colectiva donde los derechos y la dignidad de cada individuo pueden no ser plenamente respetados; y con demasiada frecuencia, la carga de cuidar a los enfermos –y las pérdidas de empleo relacionadas con la recesión de la Covid-19– recae sobre las mujeres.

La pandemia es, de hecho, una devastadora tragedia humana. Mi Oficina ha publicado orientaciones y directrices sobre diferentes aspectos de la crisis, pero todas con el mismo mensaje central: la respuesta solo será efectiva si se centra en los derechos humanos.

Asimismo, al presentar su informe de políticas sobre la Covid-19 y los derechos humanos, el secretario general señaló que estos son “clave para configurar la respuesta a la pandemia en lo que respecta tanto a la emergencia de salud pública como a las repercusiones más amplias en la vida y los medios de subsistencia de la gente”. Más recientemente, el secretario general también ha llamado a un nuevo contrato social y a un nuevo pacto mundial, que creen igualdad de oportunidades para todas y todos y respeten los derechos y libertades de todas y todos.

Agrego mi voz a este llamado. Para mí es claro que, como miembros de una sola humanidad, tenemos dos deberes esenciales: superar la pandemia y reconstruirnos mejor.

No es aceptable volver a como estábamos antes de esta crisis. No podemos reconstruir los sistemas tambaleantes y frágiles que han hecho a nuestras sociedades tan vulnerables. Si seguimos en ese camino, fallaremos en nuestra promesa de no dejar a nadie atrás.

Reconstruirnos mejor significa hacer frente a los numerosos desafíos que expone esta pandemia: desigualdades, lagunas en los sistemas de salud y protección social, degradación ambiental, debilidad institucional y violaciones estructurales de los derechos humanos. Significa soluciones basadas en principios que reconstruyan a sociedades con mayor resiliencia, inclusión y justicia. Y significa también hacer frente a la crisis climática creando nuevos sistemas más justos y resistentes en un mundo más limpio y seguro.

Estamos navegando en un territorio desconocido. Sin embargo, es precisamente en tiempos de crisis que necesitamos principios sólidos para guiar nuestro camino. Así como las personas se vuelven más vulnerables a la Covid-19 por las comorbilidades, lagunas y fallos en materia de derechos humanos generan mayores vulnerabilidades para las sociedades. Las desigualdades, la discriminación y otras cuestiones críticas, como el cambio climático, han debilitado nuestra resistencia a choques, y mi Oficina sigue preparada para apoyar respuestas eficaces. Necesitamos garantizar un esfuerzo multilateral y mundial de solidaridad. Estoy convencida de que a través de la participación de todas y todos, en todos los sectores de las sociedades, podemos construir sistemas más resilientes y que mejor protejan los derechos de toda la humanidad.

Covid-19 y derechos humanos

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