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Diálogo de saberes

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En el mundo moderno actual, la racionalidad formal, instrumental y económica es utilizada como una herramienta para la dominación, el control, la eficiencia y la mercantilización del mundo, y se ha orientado a generar lo que Boaventura de Sousa Santos ha llamado monoculturas del saber (Santos, 2009, 2010). De manera similar, Enrique Leff (2004, pp. 15, 24) sostiene que las disciplinas científicas crean obstáculos epistemológicos a la “reintegración de los saberes que orbitan en sus espacios de externalidad”, ya que cosifican el mundo, “encerrándolo en sus conceptos y categorías”. En cambio, el diálogo de saberes se produce a partir del reconocimiento, de la reivindicación y de la valorización de los saberes autóctonos, locales o tradicionales, en particular de aquellos que dieron sustento a las culturas tradicionales (Leff, 2011). Santos (2009, 2010) llama a estos saberes ausencias, ya que han sido marginados de la monocultura dominante; sin embargo, del diálogo entre las ausencias surgen las formas emergentes. Según Leff,

el diálogo de saberes […] abraza a los saberes subyugados […] que hoy resignifican sus identidades y se posicionan en un diálogo y resistencia con la cultura dominante que impone su saber supremo. El diálogo de saberes es un diálogo con interlocutores que han perdido la memoria y la palabra, cuyos saberes tradicionales han sido sepultados por la modernidad impuesta. El diálogo se convierte en indagación, exégesis y hermeneusis de textos borrados; es una terapéutica política para devolver el habla y el sentido de lenguajes cuyo flujo ha sido bloqueado. (2004, p. 26)

Leff (2004) concluye que en el diálogo de saberes “seres y saberes [se relacionan] en un espacio y un tiempo que están fuera de la positividad del conocimiento” (p. 24), y los significados del mundo se encuentran en continuo movimiento, en contraste con el “equivocado deseo de construir diccionarios y glosarios” (p. 7). LVC es un espacio en el que el diálogo de saberes se realiza con intensidad, poniendo en juego la (re)apropiación y el intercambio de saberes —las ausencias de Santos—. Ello da pie a nuevos discursos —las emergencias de Santos— e interpretaciones colectivas de la realidad (Santos, 2009, 2010; Calle, 2011; Sevilla, 2013) que cuestionan tanto el dominio de la racionalidad mercantil y objetivante como la mercantilización de la naturaleza y del mundo. Tales saberes emergentes surgen del diálogo establecido a partir de la verdadera ecología de saberes existente en los pueblos excluidos, la cual se vincula y se identifica estrechamente con sus territorios específicos (Santos, 2009, 2010; Cárdenas, 2010).

Por ejemplo, la evolución del posicionamiento de LVC en la tierra y el territorio es el resultado de encuentros, debates y confrontaciones por las diferencias inherentes a la diversidad de sus miembros. En marzo de 2006, en el marco de la primera reunión sobre reforma agraria que la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) organizó en Porto Alegre (Brasil), después de décadas de silencio sobre el tema, LVC realizó un encuentro paralelo. En ese encuentro participaron diversos actores —campesinos, indígenas, pastores nómadas, pescadores artesanales, pueblos forestales, etc.— que compartían territorios rurales. Un resultado de ese encuentro fue el análisis colectivo, que incluyó un llamado a reconcebir la reforma agraria desde una perspectiva territorial, de tal forma que la distribución de tierra a los campesinos no terminara significando el truncamiento de los derechos de los pastores a áreas de pastoreo estacionales, de los derechos de los pescadores a lugares de pesca, y de los derechos de los habitantes de los bosques a zonas boscosas (Rosset, 2013, p. 4). Esta visión ampliada solo puede lograrse a través de la escucha del otro, de conocer sus realidades y a través del diálogo de saberes.

En este sentido, y para fines de nuestra discusión, definimos diálogo de saberes como la construcción colectiva de significancia emergente, basada en el diálogo entre pueblos cuyas experiencias, cosmovisiones y maneras de saber son específicas e históricamente diferentes, particularmente cuando afrontan nuevos desafíos colectivos en un mundo cambiante. Dicho diálogo se apoya en el intercambio de las diferencias y en la reflexión colectiva. A menudo, ello propicia la recontextualización y la resignificación, lo cual da lugar a saberes y significados emergentes que se relacionan con las historias, tradiciones, territorialidades, experiencias, procesos y acciones de los distintos pueblos. Las nuevas y colectivas comprensiones, significancias y saberes pueden llegar a constituir la base para acciones de resistencia colectivas y para la construcción de procesos nuevos.

Desde nuestro análisis, el diálogo de saberes es un proceso básico y subyacente, aunque no explícito, en las interacciones y procesos dentro de LVC. Así mismo, las organizaciones brasileñas que forman parte de la organización han incorporado el diálogo de saberes a una metodología formal que llaman diálogo de saberes en el encuentro de culturas, la cual utilizan en algunos cursos de formación. Basado en métodos dialógicos (Freire, 1984), este método se orienta a reconocer las distintas culturas y cosmovisiones existentes en un territorio determinado para facilitar un proceso a partir del cual tales culturas y cosmovisiones puedan construir comprensiones y posiciones colectivas (Tardin, 2006; Toná, 2009; Nascimento, 2010; Guhur, 2010). El método se apoya en el diálogo horizontal entre actores que cuentan con distintos conocimientos y tienen diferentes cosmovisiones. Ellos comparten sus vivencias y participan en ejercicios colectivos destinados a caracterizar el medioambiente y el espacio que los rodea, a recabar información sobre la realidad de cierto espacio y a analizar esa información sistemáticamente utilizando preguntas generadoras. Su objetivo es avanzar hacia acciones colectivas que transformen dicha realidad y que posteriormente propicien nuevos momentos de reflexión. Dicho método es

capaz de crear relaciones horizontales entre técnicos y campesinos, entre campesinos y campesinos y entre estos y la sociedad en general, teniendo como base las filosofías, las políticas, las técnicas y las metodologías que conducen conjuntamente a su emancipación y su liberación. (Tardin, 2006, pp. 1-2)

Sin embargo, el diálogo de saberes que se produce en los diferentes espacios de interacción de LVC es mayormente una estrategia no formal que ha surgido a fuerza de encuentros multiculturales constantes con una meta común: defender el derecho a seguir viviendo en las áreas rurales del planeta.

A raíz de la legitimidad que LVC ha obtenido gracias a su presencia en foros públicos internacionales como una voz unificada en los debates públicos, el diálogo de saberes que se realiza al interior de LVC —y entre esta organización y los demás pueblos rurales— se ha extendido a aquel que se establece con otros actores, como algunos intelectuales y científicos, organizaciones no gubernamentales y organizaciones de consumidores. De este gran proceso de múltiples diálogos surge una serie de ideas y procesos nuevos, al mismo tiempo emergentes y movilizadores, que comprenden desde maneras emergentes de entender los cambios en los contextos históricos y en los procesos nuevos que transforman colectivamente la realidad en territorios materiales, hasta nuevos marcos interpretativos compartidos (Benford y Snow, 2000) que sirven para la movilización interna y para la batalla de ideas en el imaginario público más amplio. Algunos autores, entre ellos Sevilla Guzmán (2013) y Calle Collado, Soler Montiel y Rivera Ferre (2011) han ubicado la soberanía alimentaria y las nuevas visiones de la agroecología entre estas emergencias surgidas de los diálogos contemporáneos establecidos por los movimientos sociales.

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