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El espacio interfronterizo
ОглавлениеAl pensar en la despedida, a medida que la edad acercaba el momento final, Semprún, que no creía en la eternidad ni soportaba la idea de la inmortalidad, ni siquiera figuradamente, llegó a la conclusión de que el mejor lugar para su reposo definitivo estaría en Biriatou, junto a la línea que trazaba antaño la frontera. Ese punto simbólico delimitaba España de Francia en los tiempos de la clandestinidad, los tiempos de la dictadura franquista y separaba al mismo tiempo España de Europa. Hoy no es sino una señal administrativa.
Desde tiempos recientes, con la frontera desaparecida de hecho, Semprún ha considerado que ahí, en Biriatou, en el lugar francés desde el que contemplaba una España solo accesible clandestinamente, estaría la plaza que mejor recordaría sus orígenes y su trayectoria vital, la terraza asomada sobre el Bidasoa que permite contemplar con serenidad la España, hoy democrática y sólidamente insertada en Europa:
pediría que me enterraran en el pequeño cementerio de Biriatou. En este lugar fronterizo, patria posible de los apátridas, entre los ámbitos a los que pertenezco –el español, que es de nacimiento, con toda la perentoriedad, a veces abrumadora, de lo que cae de su propio peso; el francés, que es electivo, con toda la incertidumbre, a veces angustiosa, de la pasión–, en la vieja tierra de Euskal Herria. Ese es el lugar, a mi entender, que mejor perpetuaría mi ausencia. Es más… pediría asimismo que mi cuerpo fuera envuelto en la bandera tricolor –rojo, gualda y morado– de la República. (ALV: 213–214)
Como ciudadano europeo que lucha por la unidad política del continente y por la desactivación de las fronteras en el espacio europeo, y como escritor que ha desbordado los límites estrechos de los géneros literarios, Semprún propone el lugar ideal desde el que poder ser recordado –es verdad que las circunstancias han hecho que lo sea solo simbólicamente, mediante la estela pétrea realizada por su amigo, el pintor Eduardo Arroyo–. Ha escogido el territorio interfronterizo, mixto o mestizo, en el que se fueron fraguando su vida y sus convicciones, en el que han germinado y se han nutrido muchos de los elementos que inspiran su actuación, su escritura y su reflexión a lo largo de los años.
Para nosotros reposa en su patria de elección, el lenguaje sin fronteras, gracias al cual, cualquiera que sea el idioma al que esté traducido, su obra sigue siendo una voz amiga que nos acompaña y nos anima en la continuación del que fue uno de las objetivos centrales de su vida, pensar y hacer más humano nuestro mundo.