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A modo de conclusión: El donoso escrutinio
ОглавлениеLa Autobiografía de Federico Sánchez, presentada como un balance autocrítico de Federico Sánchez, nos proporciona una extensa autobiografía literaria de Jorge Semprún. No obstante, cuando se refiere a los artículos firmados con seudónimo, su mirada es muy escueta.1 Este material bibliográfico que, en principio, parecería el idóneo para fundar la base de la autocrítica finalmente no es abordado en la obra y las escasas referencias son, por lo general, circunstanciales. Esta perplejidad se acentúa si comparamos la autocitación de este periodo con la mirada de Semprún sobre el anterior y el posterior. Así, la reseña, cita y comentario de Jorge Semprún de la primera etapa de su escritura temprana es extensa en los comentarios, aunque también marcadamente parcial e incompleta. Por otra parte, la referencia de Semprún a su creación posterior (1963–1977) es casi exhaustiva.
El escrutinio literario de Semprún en Autobiografía de Federico Sánchez nos ofrece así un territorio relativamente estable para la verificación, tanto por sus confesiones como por sus silencios. La sobreexposición de las obras anteriores al seudónimo –en su gran mayoría inéditas– es lo que permite a Semprún presentar una aparente autocrítica, que en realidad es más bien un ejercicio, a ratos hiperbólico, de autoparodia, con el que Semprún pretende reforzar la imagen dudosa del intelectual estalinizado, que tan bien interpretó Pradera: «hay una falacia básica en el libro: Semprún se hace la autocrítica como intelectual ‘stalinizado’ (¿por qué no stalinista?), de la base, no como dirigente vinculado a las decisiones de la dirección del partido desde 1954 a 1963» (Pradera 1978: 16). Lo interesante aquí es observar cómo esta aparente pasividad oculta un plan activo de diálogo práctico con la jerarquía. Semprún omite los textos con una función prescriptiva, subrayando aquellos ligados a la disolución del yo, que ni son los más representativos de su poesía, ni fueron publicados. En este sentido, entre otras ausencias, las más notables son las de sus primeros artículos de crítica literaria y sobre todo el momento crucial y limítrofe –estamos en 1953, con un pie en España y en la nueva identidad– de ¡Libertad para 34 de Barcelona!.
Por otro lado, la exhaustividad minuciosa con que refiere su actividad como escritor tras la salida del partido perfila la imagen deseada del intelectual comprometido, disidente e insobornable que todos conocemos a través de su literatura.
Entremedias, y casi sin darnos cuenta, nos hemos perdido precisamente todo lo que escribió Federico Sánchez, que pasa casi inadvertido en ese libro escrito sobre él. Esto es: un trabajo intelectual preciso y consciente que culmina en un plan de largo alcance con el que Semprún / Sánchez finalmente conquista su autoridad como portavoz. Una labor sostenida sobre el cuidado de la adecuación al relato oficial, las servidumbres del poder y el desarrollo de una larga labor propagandística a distintos niveles, de la que tanto aprendió.